Las petroleras Shell y Esso aumentaron ayer el precio de sus combustibles entre 7 y 10 por ciento en todo el país. Las compañías siguieron así los pasos de YPF y Oil, que remarcaron sus precios el jueves pasado. Las nuevas subas llegaron dos días después de que el Gobierno fijara topes por región durante seis meses para la nafta y el gasoil. La resolución de la Secretaría de Comercio Interior dispone que esos topes son los valores más elevados vigentes el 9 de abril en cada una de las seis zonas en las que se dividió el país. Por eso, la fuerte dispersión de precios en las regiones delimitadas habilitó un proceso de “igualación hacia arriba” de los precios de los combustibles. El Gobierno salió a fiscalizar los precios en distintas estaciones para detectar y sancionar abusos. Todavía no se conocieron los precios tope para cada una de las regiones.

Desde el Gobierno enfatizan que el objetivo de la resolución de Comercio Interior es modificar la histórica dinámica de precios sectorial donde YPF tenía que actualizar sus valores al ritmo de la petrolera que más subía, casi siempre Shell, para evitar que el derrame de clientela hacia la empresa estatal generado por ese movimiento de precios dificultara su capacidad de abastecimiento.

A fines de agosto del año pasado, durante la presentación del Plan Estratégico de YPF, Miguel Galuccio afirmó que una de sus prioridades era reducir la brecha de precios con la competencia que, según señaló entonces, era de 15 por ciento en gasoil y 14 por ciento en nafta. Incluyendo los aumentos del jueves, desde marzo de 2012 el precio de la nafta súper acumula un alza de 43,5 por ciento, y la premium, de 26,9 por ciento en Capital Federal. Las subas de YPF fueron acompañadas por Shell y el resto de sus competidoras, pero la brecha se acortó.

Precisamente, después de los aumentos de la petrolera estatal, Shell decidió remarcar sus precios. Aunque en la mayoría de las regiones delimitadas por la resolución los precios de la petrolera anglo-holandesa marcan los topes, la dispersión que exhiben las estaciones de la misma empresa permiten que la compañía aumente sus valores sin incumplir con la medida. Por eso desde la empresa consideraron ayer que su decisión de precios no viola la resolución calificada por su presidente, Juan José Aranguren, como “ilegítima” y “difícil de aplicar”.

En las estaciones de servicio de Shell en Capital Federal, la súper pasó ayer de 6,579 a 7,049 pesos, aunque en algunos puntos de venta los precios llegaban hasta 7,184 pesos. El combustible premium pasó de 7,799 a 8,349 pesos. Mientras que la fórmula Diesel escaló de 5,899 a 6,419 pesos, con valores hasta 6,649 en algunas estaciones. El mismo camino siguió Esso, que opera bajo el nombre Axion desde que fue adquirida por Bridas, la firma de los hermanos Bulgheroni. Ayer el Gobierno salió a inspeccionar en un número limitado de estaciones de servicio que los aumentos en esas empresas no superen los precios máximos. Los topes para cada región no fueron difundidos.

La resolución que firmó Guillermo Moreno habilita el camino para que YPF achique la distancia con sus competidores sin permitir que Shell, Oil, Esso o Petrobras marquen una diferencia significativa. En el equipo económico reconocen que, en una primera etapa, el “costo” del ordenamiento es un incremento de precios significativo en el corto plazo. Precisamente la fuerte dispersión de precios en las regiones delimitadas habilitó un proceso de “igualación hacia arriba” en los valores de los combustibles en dos días, aunque no se trata de una “disparada de precios”.

En ese sentido, desde el Gobierno advierten que el peor problema sectorial no era el ritmo de los aumentos, sino la dispersión de precios regional y entre empresas y su impacto sobre YPF. El objetivo es comenzar a regular un segmento del mercado que hasta ahora no contaba con ningún tipo de control estatal que podría extenderse hacia el resto de los eslabones de la cadena.

Otro dato relevante a tener en cuenta es que la medida llegó en un momento clave, ya que el incendio de la refinería de La Plata dejó a YPF en una situación complicada para afrontar la creciente demanda de combustibles. En el Gobierno creen que si la brecha de precios se reduce habrá una distribución un poco más equitativa del mercado, obligando también a las demás petroleras a poner el pie en el acelerador.