ECONOMíA › REPORTAJE A PEDRO WASIEJKO, SECRETARIO ADJUNTO DE LA CTA. PARITARIAS, INFLACION Y PRESIONES SOBRE EL DOLAR
Wasiejko no anda con rodeos. “Hay una gran presión de grupos empresarios que apuestan a una devaluación, y si en paritarias nos limitamos a discutir salarios y no la inflación, les hacemos el juego a esos sectores.”
› Por Raúl Dellatorre
En opinión de Pedro Wasiejko, secretario adjunto de la CTA que encabeza Hugo Yasky, el movimiento obrero no debería estar ajeno a la discusión sobre inflación, política cambiaria y modelo productivo. Ni siquiera considera que estos temas debieran estar aislados de la discusión paritaria, al ser parte de la política de ingresos. “Hay una gran presión de los principales grupos empresarios que apuestan a una devaluación, y los sectores sindicales no podemos ser cómplices”, dijo en la entrevista con Página/12. Wasiejko, titular del gremio de los trabajadores del neumático (Sutna) y de la Federación de Trabajadores de la Industria (Fetia), sostiene que “limitarse a discutir el salario sin cuestionar la formación de precios es hacerles el juego a las posiciones empresarias”.
–La tensión económica en torno de los precios, más las presiones por vía del dólar marginal, ¿complican la negociación salarial?
–En el marco de la actual etapa, el movimiento sindical debería estar jugando un papel más activo en las políticas que vienen desarrollando los gobiernos populares de la región. Tuvo una participación importante cuando fue la disputa contra el ALCA, pero en otros aspectos ha mantenido posiciones muy conservadoras, acompañando el proceso desde atrás. Frente a las actuales tensiones, limitarse a discutir salarios es equivocado. Y además, suicida. Por otra parte, es claro que el salario no es el que produce inflación, un fenómeno que es consecuencia de la remarcación sistemática de los precios. El manejo de casi el 60 por ciento del consumo minorista está en manos de muy pocas empresas. La discusión en paritarias tiene que apuntar a defender el poder adquisitivo del salario, pero no desentenderse del problema de la formación de precios, de la política de apropiación de ingresos en este país. Si no, se les termina haciendo el juego a las corporaciones, a los grupos económicos dominantes.
–¿Por qué se les haría el juego, cuál es el mecanismo?
–Limitarse a discutir solamente el salario, sin cuestionar la formación de precios, es corroborar las posiciones empresarias. Es seguir la secuencia que proponen las cámaras empresarias: si aumentaron los precios, pedimos una recomposición salarial, que luego ellos trasladan a precios. De esa forma, el sindicato termina convalidando las mismas posiciones que defienden las cámaras empresarias. Lo cual, por definición, es quedar en manos de las políticas definidas por los grupos multinacionales que controlan a las principales cámaras.
–¿Y por qué sería suicida?
–Porque está poniendo en riesgo todo este proceso de crecimiento y distribución que lleva diez años. La inflación y las presiones a favor de una devaluación son parte de ese debate por la política de ingresos que los sindicatos no estamos dando. Recuperar el poder adquisitivo en estas paritarias implica que es muy difícil que pueda haber acuerdos que estén por debajo del 25 por ciento (de aumento salarial). Esto es lo que plantea la coyuntura. Es lo que venimos haciendo año a año sin plantearnos cómo frenar el proceso inflacionario, que corroe el nivel de ingresos. Como la recomposición salarial está por encima del índice de precios al consumidor y del ajuste de la paridad cambiaria, los salarios en dólares, sobre todo en los sectores industriales más dinámicos, suben. Esto a las corporaciones no les preocupa, porque lo recuperan con aumentos de precios al mercado interno. Y les sirve de argumento a los Ratazzi, los Paolo Rocca, para presionar por una devaluación y obtener una ventaja adicional en el mercado externo. En vez de estar pensando en cómo mejorar la productividad frente a la competencia de una globalización feroz, buscan la forma de quedarse con el ingreso de otros sectores vía devaluación. Y esto no lo estamos discutiendo en ninguna mesa de negociación.
–¿Por qué no se plantea la discusión en esos términos?
–Porque hay un miedo tremendo de los sindicatos a entrarle al tema de la productividad, al de la competitividad. Todavía se lo asocia a que es sinónimo de mayor explotación. Y de lo que se trata es de participar de la discusión de un modelo de producción industrial. El proceso inflacionario tiene que ver con la baja tasa de inversión de los sectores que están ligados a la producción de bienes y servicios, fundamentalmente de los sectores formadores de precios, que apelaron a los recursos de siempre: mejorar su rentabilidad a través del incremento de precios sin preocuparse por la competitividad. Y cuando hay problemas en la política macroeconómica, pretenden recuperarla a través del ajuste del tipo de cambio. Hay una gran presión por parte de algunos sectores que apuestan a una devaluación, que también se expresan en las opiniones de algunos políticos, como (Roberto) Lavagna. Los grandes sectores empresarios esperan con los brazos abiertos que esta situación se vuelva insostenible para plantear la devaluación como receta única para recuperar la competitividad. El movimiento sindical no puede ser cómplice. Muchos sindicalistas se posicionan como simples espectadores y evitan discutir estas cuestiones. Buscan hacer acuerdos a menos de un año creyendo que así defienden mejor el salario de la pérdida de poder adquisitivo. Y es al revés: hay que hacer acuerdos más largos, a más de un año, con compromisos de inversión del sector empresario para mejorar la productividad que se monitoreen. Con cláusulas gatillos semestrales sobre salarios por si se dispara la inflación, pero no tener que sentarse cada a año a discutirlo como tema único en vez de darle al sindicato un rol protagónico en la discusión del mejor modelo productivo para el país.
–Dentro de ese escenario, ¿el acuerdo de precios firmado con algunos sectores empresarios, prorrogado por otros dos meses, tiene algún impacto?
–En la medida en que los acuerdos sean consensuados son pasos correctos. Pero una de las prioridades para el sostenimiento de este rumbo económico es el mantenimiento del poder adquisitivo de los trabajadores. Si alguien pretende generar con un acuerdo transitorio algún condicionamiento en la discusión salarial comete un gran error.
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