ECONOMíA › PANORAMA ECONOMICO
› Por Alfredo Zaiat
La tasa de inflación se ha desacelerado y la negociación salarial en paritarias de los principales sindicatos ha concluido. La revitalizada puja distributiva recorre un escenario previsible de tensión que para algunos puede ser incómodo, pero que es expresión de la vitalidad de una sociedad disputando cómo se reparte la riqueza. En otras economías latinoamericanas es un tema de escasa conflictividad, debido a la elevada informalidad laboral y a la débil densidad de las organizaciones sindicales; y en otras, como la europea, lo que está sucediendo es una embestida furiosa contra el empleo y los derechos laborales. Aquí se transita a contramano, con una dinámica capital-trabajo desarrollando una notable e interesante puja distributiva en negociaciones paritarias sin interrupciones desde hace varios años, conformando el período más largo de vigencia de ese marco institucional del mundo laboral argentino. Para los institucionalistas debería ser un acontecimiento para darse por enterados. No es un hecho menor la continuidad de las convenciones colectivas de trabajo desde 2004, que lentamente están registrando un salto cualitativo, porque no se están negociando solamente aumentos nominales de salarios, sino otros aspectos relevantes para los trabajadores, como nuevas categorías, condiciones laborales y beneficios directos no monetarios.
La cuestión de los precios es relevante para evaluar en perspectiva los acuerdos firmados en ese largo período y los cerrados para 2013 a mediados de la semana por varios gremios que reúnen a unos 2,2 millones de trabajadores formalizados. Al bajar el volumen de los gritos de los profetas de la crisis por venir, y advirtiendo sobre la existencia de un vacío estadístico por la pérdida de legitimidad del IPC Indec, se puede observar que diferentes indicadores de evolución de precios exhiben un sendero de desaceleración en el primer cuatrimestre. Los acuerdos-congelamiento de precios ordenados por la Secretaría de Comercio Interior han sido efectivos en alterar la inercia inflacionaria de fines del año pasado. Así lo reflejan índices no oficiales, que vale reiterar son elaborados también con cuestionables metodologías.
La inflación Congreso, una agresión a la rigurosidad técnica al ser un promedio simple de los índices de consultoras privadas, acumuló en el cuatrimestre una variación de 6,87 por ciento, equivalente a una tasa anualizada de 19,8 por ciento.
InflaciónVerdadera.com publica un índice de Alimentos y Bebidas, utilizando precios diarios de dos grandes supermercados de Buenos Aires, para ampliarlo desde agosto del año pasado con el de PriceStats, empresa privada que calcula índices de inflación agregada en el mundo. Ese indicador abarca más categorías de productos y servicios, obteniendo en forma on line precios diarios de comercios de todo el país. De acuerdo con el movimiento de precios del primer cuatrimestre, afirma que la tasa de inflación anualizada es de 18,9 por ciento.
El sociólogo Artemio López rescata en su blog rambletamble los datos proporcionados por el Instituto Provincial de Estadística y Censos de Santa Fe, provincia manejada por el socialismo, fuerza opositora al gobierno nacional. El resultado brindado por ese organismo oficial es de una inflación anual de 14,7 por ciento para el período marzo 2012-2013.
Consumidores Libres, cuyo fundador, vocal y representante legal es Héctor Polino, en conflicto con el Gobierno porque fue suspendida del Registro de Entidades de Defensa del Consumidor, hace un seguimiento de precios de una canasta seleccionada de 38 productos en los supermercados Coto y VEA y en centros de abastecimiento de los barrios de La Boca, Caballito, Liniers y Pompeya. El último reporte detalla que en abril esa cesta de bienes aumentó 0,99 por ciento, y en lo que va del año el acumulado es del 4,06 por ciento. Esto implica una tasa anualizada de 12,18 por ciento.
Por último, en orden decreciente se ubica el Indice de Precios al Consumidor que calcula el Indec, que registró un avance de 0,7 por ciento en abril con respecto al mes anterior y cerró el primer cuatrimestre del año con una suba acumulada de 3,1 por ciento. En términos interanuales, la suba de los precios relevados por el instituto oficial llega al 10,5 por ciento.
El recorrido de aumentos de precios más apaciguados se reflejó en el consumo en hogares, que pese los pronósticos negativos de los hombres de negocios dedicados a la comercialización de información económica, se ubicó un uno por ciento por encima de los volúmenes comprados en comparación con el primer trimestre de 2012. Este análisis no fue elaborado por un organismo oficial, sino que se desprende de la lectura del estudio Consumer Insights que realiza Kantar Worldpanel Argentina, en el cual se presentan las principales tendencias e indicadores del primer trimestre del año 2013. “Entre las principales claves del período cabe mencionar el control sobre los precios que logró, en el corto plazo, desacelerar casi a la mitad los incrementos, acción que impacta positivamente en las expectativas del consumidor”, explica Juan Manuel Primbas, country manager de Kantar Worldpanel.
La exhibición de esas cifras de un extremo al otro, del aumento promedio de precios de 19,8 al 10,5 por ciento, todos alejados del imaginario 25-30 por ciento que se difunde habitualmente, permite una evaluación más precisa del alcance de los acuerdos salariales en términos de poder adquisitivo de los trabajadores. Las paritarias cerradas con una media de 24 por ciento, definiendo además en algunas negociaciones sumas fijas no remunerativas, implican una mejora del ingreso real de los trabajadores. La puja distributiva expresada de ese modo (precios-salarios) tiene un árbitro –el Estado– para regular la velocidad de crecimiento de los ingresos de asalariados y empresarios con el fin de evitar la aceleración de la inflación, objetivo logrado en este año electoral.
El aspecto notable del conflicto distributivo durante este ciclo político es que los trabajadores no han sido los perdedores de esa puja, porque los salarios no retrocedieron en términos reales. Un informe del Ministerio de Trabajo a partir de las propias actas firmadas por representantes gremiales, empresariales y del Estado muestra que el promedio simple de la variación anual de los salarios de convenio de las principales paritarias fue
- 26,4 por ciento en 2008,
- 21,0 por ciento en 2009,
- 26,0 por ciento en 2010,
- 32,0 por ciento en 2011, y
- 24,0 por ciento en 2012.
Esas subas, como la prevista para este año (también en promedio del 24 por ciento), se ubicaron varios puntos por encima de cualquier índice de precios difundido. La particularidad de este dinámico proceso de negociación paritaria es que la mejora se concretó al mismo tiempo que aumentaron en términos generales las utilidades de las empresas. Esta aparente contradicción se salda cuando se analiza la fuerte alza que registró la productividad laboral, que implica la apropiación del capital de una parte proporcionalmente mayor del incremento de la riqueza global de la economía.
La revitalizada puja distributiva exige eludir evaluaciones rústicas que sólo sirven para cautivar plateas inocentes, pero no para interpretar la intensa disputa que se está dando por un mejor reparto del ingreso, con activa gestión de gobierno y con creciente participación de la organización gremial, frente a quienes pretenden recuperar el sendero de la regresividad en la distribución de la riqueza, alentando la economía del miedo con el dólar ilegal y postulando una brusca devaluación.
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