ECONOMíA
A hondazos contra los capitales golondrina
El plazo mínimo de 180 días para la salida de los fondos que en adelante ingresen al país no afectará a quienes desatesoren dólares del colchón.
› Por Julio Nudler
La restricción al ingreso de capitales de corto plazo no establecerá un monto mínimo, y afectará especialmente a las operaciones de no residentes. Los residentes no son el blanco primordial de la medida. Así, los argentinos que tengan dólares en el colchón y resuelvan desatesorarlos, cambiándolos por pesos, podrán volver a trocarlos por moneda extranjera si lo desearan, e incluso transferirla al exterior, sin necesidad de esperar los seis meses que el decreto firmado anteayer establece como plazo mínimo para la salida de capitales ingresados de ahora en más. La reglamentación del decreto quedó redactada ayer, y no interfiere en las triangulaciones –mediante la utilización de títulos públicos como los globales o de ADR (acciones de doble cotización)– con que suelen eludirse las barreras que el control de cambios erige contra la salida o –como en este caso– la entrada de fondos.
El secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, precisó anoche a Página/12 que quien ya tenga los dólares dentro del país no verá limitada la libertad de movimientos de su dinero. En cambio, quien traiga moneda extranjera desde el exterior, liquidando la transferencia en el mercado cambiario, verá anotada la operación, con la fecha en que se realice, en el registro especial que ya lleva el Banco Central y fue creado un año atrás, aunque hasta ahora no se usó para alargar el plazo de las colocaciones. Si posteriormente quiere sacar esos fondos del país, podrá hacerlo sólo cuando se hayan cumplido seis meses del ingreso.
–Pero la plata es fungible. El no residente podría argumentar que el dinero que pretende remesar es otro..., le sugirió este diario.
–Podría, es verdad. Pero hay que entender que éste es sólo un primer mensaje que estamos enviando a los mercados. La medida no tiene un carácter stalinista, aunque veremos cómo funciona en la práctica.
–¿Quiénes son exactamente los destinatarios del mensaje?
–Los fondos especulativos que envían plata a la Argentina para hacer diferencias con las tasas de interés. Si algo nos caracteriza es el gradualismo. No damos piruetas de 180 grados. Pero si llega a hacer falta otro toque a la norma, se lo daremos.
–Y, en concreto, ¿qué dice ese “mensaje”?
–Dice “capitales de corto plazo, abstenerse. La Argentina está dispuesta a restringir su ingreso.”
–¿Cuándo saldrá la reglamentación?
–El Banco Central emitirá la comunicación el lunes (por mañana). Tendrá sólo dos carillas, como el decreto.
Como se indica arriba, los mismos agujeros por los que escapaban capitales el año pasado, cuando mediante el control de cambios se quería impedir su salida, podrían servir ahora para que sigan entrando, a pesar del filtro contra los fondos calientes. Para burlar las vallas pueden valerse de todo título público con doble cotización, en Euroclear y en la plaza argentina, o de los ADR (American Depositary Receipts), que son acciones de empresas locales que cotizan también en Wall Street. Esos acuerdos de doble cotización de papeles de sociedades argentinas afuera y de compañías extranjeras en la Bolsa porteña no pueden ser cancelados a su antojo por el país porque equivaldría a una nueva ruptura de contrato.
Como explica Fabián Abadie, catedrático en finanzas y mercados de capitales, estos mecanismos, conocidos como transferencias con liquidez, permiten pasar de pesos a dólares (salida) o de dólares a pesos (entrada) mediante la exportación o importación de valores públicos o privados. Un estadounidense ávido por timbearse unos dólares en la Argentina por breve plazo para aprovechar la brecha de tasas puede comprar algún papel de doble cotización en Nueva York y venderlo contra pesos en Buenos Aires, invirtiendo luego la operación. Sin embargo, el costo de ese ardid le comerá parte de la ganancia fácil que lo motiva. Más allá de la efectividad que logre en la práctica el escudo contra el capital golondrina, la medida funciona como una declaración: la Argentina no quiere burbujas, aspirando en cambio a recibir capitales de mediano y largo plazo, aunque por el momento los inversores internacionales (argentinos o no) no estén dispuestos a proporcionárselos. También en esto, hay un afán de mirar lo que se hacía diez años atrás y proceder al revés. En aquel entonces, Domingo Cavallo descartaba cualquier selectividad en la admisión de capitales porque prefería maximizar el crecimiento de la economía. La hora de la verdad llegó rápidamente, a fines de 1994, cuando sucumbió México y la Argentina sufrió el contagio del Tequila como ningún otro mercado por culpa de su mala ingeniería financiera y cambiaria.
“Tenemos la mala costumbre de subordinar lo real a lo financiero”, apunta Jorge Carrera, profesor de finanzas internacionales en la UNLP y economista jefe del IEFE. El apoya la intención de desalentar al capital veleta porque puede deprimir la cotización del dólar por debajo del valor de equilibrio de largo plazo, lastimando a los sectores productivos más sensibles. La apreciación del peso podría esta vez prolongarse bastante tiempo por las buenas perspectivas de la exportación (cosechas y precios), y por la anormalmente escasa demanda cambiaria (importaciones deprimidas y acuerdo aún pendiente con los acreedores externos). Mientras duren estas circunstancias, el capital golondrina podría distorsionar los precios relativos y provocar volatilidad. En este sentido, Carrera preferiría que las restricciones fueran adoptadas por el Mercosur en su conjunto, para evitar que Brasil, si no regula su mercado de capitales, contagie su mayor volatilidad a la economía argentina.