ECONOMíA › OPINION
› Por Alfredo Zaiat
Las nuevas potencias agrupadas en el Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y los países que orbitan en su periferia, como la Argentina, están siendo los principales motores del crecimiento de la economía mundial. Contribuirán con cerca de dos tercios del aumento de la producción mundial en 2013. Esta conclusión forma parte del Informe sobre Comercio y Desarrollo de la Unctad (ONU) que se presentará el jueves de esta semana. En la mayoría de esas economías, el avance del Producto Bruto Interno ha sido resultado del impulso de la demanda interna más que de las exportaciones debido a la debilidad de la demanda externa de las economías desarrolladas que transitan por el sexto año de crisis. El sostenido ritmo de crecimiento de esos países en el nuevo siglo, mientras las viejas potencias están estancadas o en retroceso, tiene como saldo que ese bloque pasó a representar una proporción cada vez más grande de la economía mundial. El documento precisa que era el 22 por ciento del PBI global en 2000 y subió al 36 por ciento en 2012, al tiempo que su participación en las exportaciones mundiales creció del 32 al 45 por ciento en ese mismo período. Esto último por la expansión del comercio Sur-Sur.
El reordenamiento de la economía mundial en la última década ha provocado varias tensiones entre el viejo y el nuevo bloque de potencias, destacándose la puja en el comercio internacional. Es interesante este conflicto porque Gran Bretaña (Europa), primero, y Estados Unidos, después, se transformaron en líderes mundiales aplicando una política proteccionista para consolidar la industria y cuidar el sector agrícola, y cuando alcanzaron el desarrollo se reconvirtieron al libre comercio. Hoy, con sus economías estancadas manteniendo aún esos rasgos proteccionistas, presionan a las economías más dinámicas para que disminuyan restricciones al comercio internacional. Esas medidas son parte de una política que les ha permitido a los Brics & Cía. aumentar la demanda interna y, por lo tanto, sostener el crecimiento, a la vez que actuaron como estrategia defensiva frente a los excedentes de producción de las potencias en crisis.
El mundo de la simulación en el comercio internacional queda en evidencia cuando las que todavía son las economías más grandes del mundo son las que están imponiendo más medidas proteccionistas que en cualquier otro momento desde el inicio de la crisis financiera. Lo hacen para defender sus mercados ante la vitalidad de las nuevas potencias que, además de cuidar la demanda interna como motor del crecimiento, son cada vez más competitivas a nivel internacional. Simon Evenett y la Universidad St. Gallen en Suiza elaboraron el informe “Alerta de Comercio Global” (GTA, por sus siglas en inglés), presentado en la última cumbre del G-8 (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia, Alemania, Canadá y Japón más Rusia), realizada a mediados de junio pasado en el complejo hotelero de lujo de Lough Erne, en Enniskillen, Irlanda del Norte. Las conclusiones de la investigación fue que las viejas potencias son las que están aplicando más restricciones al comercio internacional.
Pese a que el documento de esa cumbre presidencial menciona el objetivo de evitar el proteccionismo y llegar a nuevos acuerdos comerciales que impulsen la creación de empleos y el crecimiento económico, esos países están instrumentando más acciones proteccionistas que en años anteriores. El GTA detectó que hubo más medidas en ese sentido en los últimos meses del 2012 y primer trimestre de 2013 que en cualquier período previo desde que ese grupo de investigadores inició las observaciones en 2009. De 431 medidas proteccionistas aplicadas hasta mayo de este año, los países del G-8 fueron responsables de 131, equivalente al 30 por ciento del total. Mientras que los miembros del Brics tienen un registro similar, con 132. Ni más ni menos.
El estudio indicó que las políticas comerciales instrumentadas fueron a través de aranceles contra el dumping, medidas contra los subsidios e impuestos de emergencia para proteger a industrias específicas. Desde noviembre de 2008, cuando la cumbre de presidentes del G-20 en Washington prometió evitar el proteccionismo como respuesta a la crisis financiera, las iniciativas para frenar el ingreso de productos de China fueron dominantes, al reunir casi 1000 acciones según la GTA. En los últimos meses se está librando una intensa batalla comercial entre la Unión Europea y China. El bloque europeo impuso aranceles a los paneles solares chinos porque son muy baratos (dumping) y “daña a las empresas europeas poniendo en riesgo 25 mil empleos”, explicó el comisario europeo de Comercio, Karel de Gucht. La UE ha anunciado además que planea investigar a los fabricantes chinos de equipos de telecomunicaciones Huawei y ZTE. China reaccionó y notificó el inicio de una investigación antidumping sobre un producto químico importado de la UE y de Estados Unidos. También advirtió sobre los tubos sin soldar importados desde la Unión Europea, Japón y Estados Unidos, y su Ministerio de Comercio informó que pondrá bajo investigación todas las importaciones de vino procedentes de la Unión Europea.
En ese escenario de tensión en el comercio internacional se desarrollan cumbres presidenciales del G-8 y G-20, lo que permite relativizar la guía interpretativa de los grandes medios locales que orientan a evaluar que Argentina es el país más proteccionista y el que más protestas recibe. El último informe del saliente director de la Organización Mundial de Comercio Pascal Lamy destaca que las economías del G-20 “continúan implementando medidas que se pueden considerar como una restricción del comercio”. Precisa que durante el período de octubre de 2012 a abril de 2013 se registraron 109 medidas en comparación con 71 restricciones aplicadas en los cinco meses anteriores, y 124 para el período entre mediados de octubre de 2011 y mediados de mayo de 2012. Las acciones más frecuentes fueron el inicio de investigaciones antidumping, seguida de aumentos de tarifas. Estas nuevas medidas se suman a una serie nutrida de restricciones registradas por la OMC desde el estallido de la crisis internacional.
En el capítulo antidumping, en el último registró de la OMC correspondiente a esos siete meses, Brasil lidera con 18 medidas de ese tipo, seguido de India con 15 y Argentina con 10. La mayoría de las medidas proteccionistas (80 por ciento) corresponden a sectores industriales y el resto al comercio agrícola. Esta fotografía puede distorsionar el análisis, si no se incluye el anterior reporte correspondiente al período octubre 2011-abril 2012, cuando la Unión Europea lideró con 14 acciones antidumping, seguido por Estados Unidos con 12. El comportamiento de Brasil, Argentina e India puede interpretarse como una reacción a la política previa de la UE y Estados Unidos.
En el rubro investigaciones iniciadas sobre derechos compensatorios motivadas por sospechas de exportaciones beneficiadas por subvenciones, lo que es considerado desleal en el comercio internacional, las viejas potencias también son las más activas, con 8 acciones de Estados Unidos y 4 de la UE en el último período estudiado por la OMC. Otra vía de restricciones al comercio son medidas sanitarias y fitosanitarias. Pascal Lamy detalló que para el período octubre 2012-marzo 2013, Estados Unidos fue el miembro del G-20 con la mayor cantidad de notificaciones.
“El proteccionismo comenzó con la crisis en 2008 y persiste, ya que solamente se han suprimido desde entonces menos del 20 por ciento de las medidas contra el libre comercio adoptadas”, concluye Lamy.
Con el libre comercio, la apertura y la protección de mercado las viejas potencias mantienen un doble estándar, agudizado en estos últimos años por la crisis en sus economías y por la resistencia que practican a la nueva configuración de la economía mundial a partir de la irrupción de los Brics & Cía. y el incremento del comercio Sur-Sur.
El mundo de la simulación de las cumbres presidenciales elabora documentos a favor del libre comercio, mientras se libran batallas diarias y en diferentes frentes sin una declaración formal de guerra comercial. En ese contexto, en el campo del debate doméstico, Argentina no hace ni más ni menos que el resto en materia de comercio exterior. El elemento distintivo es que aquí se amplifican las críticas externas al proteccionismo local y son dominantes los análisis del libre comercio, con un notable orgullo de disparar a los propios pies.
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