Jue 28.11.2013

ECONOMíA  › OPINIóN

A qué invita Europa

› Por Martín Granovsky

Al abrir un seminario sobre integración en Santiago, Chile, Lula recordó ayer que están por cumplirse seis años de la decisión de constituir el Banco del Sur. “Hasta hoy ese documento recorre los congresos de los países miembro de Unasur –se quejó–. Ni siquiera hicimos la ecuación sobre la forma de capitalizar el Banco del Sur.”

El lamento del ex presidente brasileño se produce el mismo día en que la Argentina continuó avanzando en su acuerdo con España y México para pagar la indemnización a Repsol. Como se informa aparte (ver páginas 2/3), el consejo de administración de la petrolera española aceptó la propuesta de resarcimiento con cinco mil millones de dólares en bonos.

En la Argentina la polémica recién comienza y promete dar para un largo debate. ¿Pagar equivale a la admisión de un error al haber nacionalizado el 51 por ciento de YPF? ¿O aquella nacionalización fue la admisión del error de no haberlo hecho antes? ¿Tarde pero seguro o imposible seguir sin indemnizar? ¿El país está frente a un acto de pragmatismo cuando la fórmula energética debe cerrar sí o sí, y para colmo las divisas escasean, o la medida supone el ejercicio del espíritu práctico frente a un mundo en cambio?

Para agudizar la discusión, otra pregunta más: ese mundo, marcado por la crisis europea, ¿permitiría negociar desde una posición de mayor fuerza o esto es lo máximo que se puede alcanzar y, entonces, corresponde descorchar champagne?

Una respuesta posible es que un interlocutor en crisis es un buen interlocutor.

Otra respuesta diría que una Europa fragmentada no es el mejor negociador posible para tener delante y, por eso, mejor adaptarse si lo que busca el Gobierno, en realidad, es cerrar las cuestiones pendientes en materia de deuda y abrir perspectivas de financiación.

En todo caso, conviene tomar en cuenta dos datos sobre qué sucede del otro lado del Atlántico.

Un dato surge de la resolución del ex primer ministro José Luis Rodríguez Zapatero de difundir la extorsión de los organismos multilaterales. Zapatero lanzó su libro con las memorias del 2010 y sus negociaciones con los entes financieros. Cuenta que no aceptó la oferta de rescate especial del Banco Central Europeo. Defiende también que no accedió a todos los reclamos de austeridad. Lo interesante del caso es, por un lado, su argumento de que las cosas podrían haber sido peores de haber dicho que sí. Y, por otro lado, su relato de que tomó medidas de austeridad extrema, ajuste y límites al déficit fiscal por cuenta propia y no por imposición. “Nos costará años superar esta crisis, y con un rescate hubieran sido lustros”, escribió al final del libro en un tono que parece imitar al de un José Luis Machinea. “Esta crisis ha deteriorado el Estado de bienestar; con un rescate se hubiera convertido en irreconocible. Además nuestra autonomía como país se hubiera visto gravemente limitada y nuestra autoestima muy dañada, aún más, y para mucho tiempo. Esa era mi convicción entonces y sigue siéndola ahora.”

Si ésa es la alternativa que plantea el Partido Socialista Obrero Español ante el Partido Popular del presidente del gobierno Mariano Rajoy, la conclusión es que un partido en crisis de legitimidad social se sumará a otro partido en crisis de legitimidad social. Como tampoco los indignados españoles constituyen una fuerza política, el horizonte ante la financierización sigue siendo oscuro.

El otro dato es el desafuero de Silvio Berlusconi por parte del Senado, luego de que recibiera una pena mayor de dos años de prisión.

Si el libro de Rodríguez Zapatero revela impotencia, la expulsión del multipropietario de medios y clubes, hombre fuerte de empresas de infraestructura y por veinte años figura decisiva de la política italiana indica que Roma puso un límite, quizá pensando en el proceso de ruptura de cohesión social que la crisis produce día a día.

No es la mejor Europa posible para este mundo, por cierto. Quizá sirva como una invitación a que cada uno cierre lo que deba cerrar del mejor modo posible y después, o durante, trabaje por integrar Sudamérica con mayor solidez.

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