Mar 24.12.2013

ECONOMíA  › CóMO SE GESTó EL PLAN

Acuerdo de a tres

› Por Tomás Lukin

El éxito del Plan Integral de Combate al Empleo no Registrado no está asegurado. Desde el equipo económico reconocen que la reducción de la informalidad será un proceso arduo. El objetivo es que el nivel de trabajo en negro sea inferior al 30 por ciento para fines de 2015. Además de la mayor fiscalización y la reducción de cargas patronales que contempla la iniciativa, la preservación del crecimiento económico, una reactivación de la dinámica de creación de puestos de trabajo y mayores transformaciones estructurales son condiciones necesarias para avanzar en el combate de las diferentes dimensiones de la informalidad y desigualdad.

Entre 2003 y 2013, el empleo no registrado retrocedió de 49,1 a 34,6 por ciento. La caída de 15 puntos porcentuales quebró la trayectoria ascendente inaugurada con el modelo de acumulación neoliberal a mediados de los ’70. La magnitud de la reducción es significativa y existen pocas experiencias similares. En Corea del Sur, entre 2001 y 2011 el indicador retrocedió 14 puntos, aunque en ese caso lo hizo desde un nivel más elevado, al pasar de 54 a 40,2 por ciento. En los últimos años, como consecuencia de causas externas e internas, las mejoras de los indicadores laborales argentinos se estancaron y la informalidad persiste en niveles altos.

La propuesta que comenzó a elaborar el Ministerio de Trabajo en 2012 encontró (una previsible) resistencia desde ambos frentes. Los empresarios cuestionaban el registro de empleadores y rechazaban la propuesta sindical para que parte de los nuevos inspectores provinieran del ámbito sindical. Por su parte, los gremios realizaron planteos sobre el “subsidio al empleo”, el eufemismo elegido para la reducción de las cargas patronales, ya que consideraban que podía lesionar los derechos de los trabajadores. Las dudas fueron evacuadas luego de largas conversaciones tripartitas y bilaterales con la cartera laboral hasta que se logró la aceptación de la versión del plan que se presentó ayer.

La tercerización y contratación de mano de obra no registrada fue un fenómeno global para reducir costos, disciplinar a la fuerza de trabajo y transferir riesgos a terceros en los eslabones más débiles de las cadenas de valor. La conducción de la cartera laboral comparte esa visión. A pesar de las mejoras observadas en la última década, la investigadora del Conicet, Florencia Medici, explica que “todavía quedan instaladas diversas estructuras de organización de la producción apoyadas en la tercerización, la subcontratación y el no registro. Incluso la pérdida de conciencia de los asalariados ante la individualización de los contratos laborales.”

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