ECONOMíA
› CARTA DE LA UNION INDUSTRIAL A REMES LENICOV
Limitar la extranjerización
Asumiendo como propia la causa de los bancos que trastabillan, la Unión Industrial Argentina envió ayer una carta al ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, solicitándole que el Estado auxilie a las entidades financieras en problemas. Aunque la misiva no lo mencionó expresamente, el pedido tiene como beneficiario al Banco de Galicia, que habría hecho gestiones para que la UIA se solidarice con su situación.
Si los acreedores externos no se avienen a capitalizar las deudas que tienen con ellos esa entidad de capital nacional, la suerte del Galicia quedaría exclusivamente dependiendo de la renuente ayuda estatal. “El Estado no tiene por qué hacerse cargo de un banco privado”, sentenciaba pocas horas atrás un alto funcionario de Economía, sintetizando la negativa oficial a prestar una ayuda adicional del Banco Central a la entidad de Escasany.
La entidad fabril, a cargo del papelero Héctor Massuh desde que José Ignacio de Mendiguren se hizo cargo del Ministerio de la Producción, no ve con buenos ojos, siquiera, que se acentúe el proceso de extranjerización de la banca local, algo que ocurriría si se capitalizan las deudas externas del Galicia. Tal como descuentan en la Unión, esa temida extranjerización podría extenderse rápidamente a lo que resta de los bancos locales.
“Solicitamos a las autoridades que presten especial atención a las posibles soluciones a ser implementadas con el objeto de atender las situaciones de iliquidez transitoria que atraviesan algunos importantes bancos nacionales”, reza el texto enviado al Palacio de Hacienda. La carta revitaliza en alguna medida el vínculo que los dirigentes fabriles cultivaron con los banqueros locales en los últimos meses, antes de que De Mendiguren recalase en el ministerio de la Producción. Este nexo subsiste, aunque en el marco de relaciones empresarias en plena reformulación.
El Grupo Productivo, núcleo que integra los principales gremios patronales, subsiste casi agónicamente. Las mismas entidades que durante la Convertibilidad podían levantar algunas banderas comunes, comenzaron a tomar rumbos diferentes tras la devaluación o, al menos, a ser partidarias de estrategias distintas.
El campo, uno de los principales beneficiados con la depreciación del peso, tiene poco que coordinar con industriales que tienen muchos insumos en dólares. Los constructores, por su parte, decidieron apostar una última ficha a que se concrete alguna vez algún plan de infraestructura, en cualquier versión que fuere factible.
Aun así, quedan reflejos corporativos como el de ayer. Después de haber conseguido la devaluación por la que muchos clamaban y la pesificación 1 a 1 de las deudas, los industriales aspiran a que subsista una banca que pueda facilitarles el crédito accesible por el que piden hasta el cansancio.