ECONOMíA › UNA ENCUESTA MUESTRA CLARA APROBACION POR EL PLAN DE CONTROL
Casi el 60 por ciento busca los productos que participan y una mayoría dice que la idea es buena o muy buena. La diferencia con controles de precios del pasado es la participación de la gente, que es mayoritaria.
› Por Raúl Kollmann
Casi seis de cada diez personas buscan siempre o frecuentemente los productos que integran el plan Precios Cuidados y hay una mayoría que dice que ese plan está bien o muy bien. Se trata de una novedad en la Argentina porque el ciudadano común tendía a rechazar cualquier esquema de esa naturaleza y en este caso, además, Precios Cuidados tiene como punto central la participación de la gente en el control. Es más, hoy ya hay una parte importante de la población (seis de cada diez personas, en especial mujeres) que controlan los precios de lo que compran. Todo indica que hay un largo camino por el que hay que avanzar para que los ciudadanos tomen conciencia de la necesidad de participar en políticas que apuntan a evitar que se les cobre de más. En el fondo se está actuando sobre una puja distributiva, es decir que un sector minoritario no se quede con una parte del ingreso social que no le corresponde. El profesor Abraham Gak insiste en que “no puede ser que los supermercados y grandes empresas, que venden veinte mil productos en las góndolas, no respeten un acuerdo que abarca a 194 productos esenciales en cualquier familia”.
Las conclusiones sobre el plan Precios Cuidados fueron obtenidas por la consultora Ibarómetro que fundó Doris Capurro y que hoy lidera Ignacio Ramírez. En total se entrevistaron a mil personas en todo el territorio nacional, a través de encuestas telefónicas. El trabajo se realizó en Capital Federal, Gran Buenos Aires, las mayores ciudades del país y también en localidades con menos de 40.000 habitantes, donde rigen los precios cuidados. El sondeo respetó las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social.
“Precios Cuidados se va posicionando –señala Ignacio Ramírez–, no tanto como un acuerdo de precios al estilo de los anteriores, sino como un instrumento que va siendo incorporado por los consumidores y, de a poco, está siendo asimilado en sus hábitos y actitudes de consumo. En este sentido, en torno de Precios Cuidados se ha producido un fenómeno más amplio, relativo a un proceso de empoderamiento del consumidor, haciéndolo menos pasivo y promoviendo la convergencia del ciudadano y el consumidor”.
Los economistas ortodoxos y los medios mayoritarios hacen una intensa campaña contra Precios Cuidados y cualquier acuerdo o control de precios. Su argumento es que “no sirven” y que el empresario tiene que tener las manos libres. La imposición de tales conceptos como si fueran “naturales” viene desde hace décadas, tratando de disimular una puja distributiva que perjudica a gran parte de la población. Esa es la razón por la que Precios Cuidados rema contra la corriente y su aceptación va siendo progresiva: el 47 por ciento que lo considera una política buena o muy buena es un avance sobre el pensamiento ortodoxo en materia económica y mediática.
En la encuesta, nada menos que el 57 por ciento de los consultados dice que ahora se fija si los precios son los acordados y se verifica un avance muy importante entre las mujeres: ya el 62 por ciento controla que el precio en la góndola sea el que figura en el plan acordado. Con cierta lógica, también en los sectores más humildes, los que más cuidan los gastos, el control es mayor: nada menos que el 74 por ciento dice que se fija si los precios son los del acuerdo.
Para Ramírez es muy importante que el plan “Precios Cuidados haya adoptado rasgos de programa participativo y, por su articulación a través de redes sociales, diría que se trata de acción colaborativa. Se produce una interesante interacción en dos direcciones: entre la instancia administrativa que gestiona el programa, por un lado, y los consumidores por el otro. La responsabilidad principal de la eficacia del programa radica en el Estado, pero los consumidores pueden potenciarlo y monitorear su cumplimiento. Hay más información y canales para señalar los incumplimientos registrados en su experiencia directa. Las redes sociales son claves”.
“Si bien consigue una evaluación interesante, Precios Cuidados suscitará un respaldo más amplio en la medida en que se sostenga a lo largo del tiempo –concluye el director de Ibarómetro–. Tiene que dejar atrás el estigma de anteriores acuerdos que no fueron percibidos como exitosos o cercanos a la experiencia. Acá hay dimensiones que desbordan a un acuerdo de precios: racionalidad y responsabilidad en la fijación de precios, participación, nuevas tecnologías, información.”
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