ECONOMíA › PANORAMA ECONOMICO
› Por Alfredo Zaiat
El balance consolidado de entidades financieras publicado en el último Informe sobre Bancos del BCRA a febrero de este año ofrece información relevante sobre el impacto de la suba de la tasa de interés. El resultado por intereses (el saldo entre lo cobrado por créditos y lo pagado por depósitos) fue del 6,1 por ciento del activo neteado del sistema en el primer bimestre del año. Es el porcentaje más elevado desde la serie presentada en el anexo del reporte. En 2004 fue de 0,9 por ciento subiendo en cada año siguiente, describiendo un salto a 3,1 por ciento en 2008 y hasta el 5,8 por ciento en 2013. En términos nominales, en ese rubro los bancos ganaron 10.503 millones de pesos en los dos primeros meses del año, frente a los 7537 millones de igual período de 2013. Ese monto representa el saldo entre la tasa que retribuyeron por el dinero de los ahorristas y la que cobraron por prestar esos fondos a consumidores o empresas. Esa mayor utilidad embolsada por tasas más altas ha tenido un efecto negativo sobre la economía.
Los bancos privados (nacionales y extranjeros) contabilizaron un resultado por margen por intereses que casi duplicó a la banca pública en febrero: 7,5 versus 3,9 por ciento sobre el activo neteado. Entre los privados, los extranjeros anotaron 8,1 por ciento, mientras que los nacionales, 6,9.
La información corresponde hasta febrero, cuando después de la devaluación la suba de la tasa de interés empezó a actuar con la máxima potencia para enfrentar las presiones especulativas en el mercado cambiario. Se puede estimar que en el balance global en los tres meses siguientes, con tasas que se mantuvieron en niveles elevados, los bancos continuaron con esos importantes márgenes por intereses. Este comportamiento implica ganancias crecientes para las entidades por intermediación financiera y caída de la actividad económica por reducción del financiamiento al consumo (personales, tarjeta de crédito) y al capital de trabajo de las empresas vía adelanto en cuenta corriente o descuento de documentos (cheques y facturas).
La autoridad monetaria subió fuerte la tasa para, junto con la devaluación de fines de enero, frenar el ataque especulativo sobre las reservas. El equipo económico logró de ese modo el objetivo y comenzó una lenta recuperación de reservas. El Central elevó la tasa hasta casi el 30 por ciento anual en las Letras y Notas que suscriben los bancos, colocaciones que actúan también como regulador de la masa monetaria. Las entidades subieron entonces la tasa de interés para seducir a ahorristas en pesos, pero lo hicieron más que proporcionalmente para créditos al consumo y en descuento de documentos. Esta última vía es utilizada por pequeñas y medianas empresas para financiar el capital de trabajo, es decir el giro cotidiano de sus negocios. El alza de esta tasa es todavía más pronunciada en el circuito informal, donde operan además del segmento comercial no bancarizado, pymes que tienen un tope de financiamiento en el banco.
El informe sobre bancos da cuenta de esa situación al mencionar que en febrero “se incrementaron las tasas de interés operadas en moneda nacional para préstamos comerciales y para líneas de consumo, en tanto que las tasas para las líneas con garantía real (hipotecarias y prendarias) se contrajeron levemente”. Señala que “con respecto a enero pasado y comparación con febrero de 2013, todos los grupos de bancos evidenciaron un incremento en los spreads (diferencia entre la tasa activa –préstamos– y la pasiva –depósitos–) de las operaciones en pesos”. El diagnóstico de cómo funciona el mercado de la tasa de interés está detallado en el Informe sobre Bancos elaborado por técnicos de la autoridad monetaria. La nueva Carta Orgánica del Banco Central, modificación que fue un avance significativo frente a la ortodoxia económica y el lobby bancario, brinda herramientas para intervenir en esa dinámica financiera perturbadora de la estabilidad y el crecimiento de la economía. Puede hacerlo controlando y regulando las tasas de interés a través de normas monetarias y contables o puede invitar a los bancos a reducirlas voluntariamente, dado que existen experiencias pasadas de ese tipo de acuerdo de buena convivencia. No necesariamente el Central debe reducir las tasas de las Letras o los bancos la de los depósitos a plazo, sino que el objetivo es bajar las tasas abusivas que afectan el consumo y el giro de negocios de la producción. Esas tasas están reportando ganancias extraordinarias a la banca. La reducción de la tasa de interés no debería estar condicionada a la evolución de los precios (la ortodoxa política de metas de inflación), sino al objetivo de recuperar el dinamismo de la economía, puesto que la retribución financiera esperada del dinero en pesos está vinculada con la expectativa de devaluación más que con la inflación.
El sistema financiero ha contabilizado una ganancia espectacular por la devaluación de fin de enero (9738 millones de pesos), con apenas una leve pérdida (526 millones de pesos) provocada por la posterior obligación del Banco Central de desdolarizar la cartera de las entidades. También han empezado a sumar utilidades con la suba de la tasa de interés como se mencionó, incluyendo en ese rubro el alza de la tasa de las Letras y Notas del BC, stock de activos que aumentó 42,9 por ciento en el primer bimestre del año, al pasar de 89.641 millones de pesos (diciembre 2013) a 128.128 millones de pesos (febrero 2014). Con normas facilitadas por la Carta Orgánica para fijar la magnitud del spread o con diálogo con los banqueros recordándoles sus abultadas y recientes utilidades contabilizadas, la conducción del Central, autoridades bien consideradas por el establishment y el sistema financiero, tiene la posibilidad de inducir a un descenso de las tasas de interés.
Esa eventualidad es resistida por la banca. La reducción de un punto en la tasa de las Letras del Central no provocó movimientos especulativos en el mercado, pero cuando reiteró en el mismo mes esa baja la reacción fue un alza de la cotización del dólar blue. Ante un incipiente descenso de tasas de interés impulsado por el Banco Central reaparecieron presiones especulativas en un mercado marginal para reinstalar expectativas de devaluación. La estrategia es conocida porque ya fue desplegada: marcar precios altos del dólar en el mercado negro, ampliando la brecha con la cotización oficial, generando un escenario de devaluación futura que hace retener la liquidación de dólares por parte de los exportadores y adelantar pagos de los importadores, además de inducir a la dolarización de excedentes en pesos.
Si antes con un estricto régimen de control de acceso a la moneda extranjera y tasas bajas, la ampliación de la brecha cambiaria era la vía de presión sobre la política económica; ahora, con un leve relajamiento del sistema cambiario (autorización con límites para la compra de dólares para trabajadores, para viajar al exterior y para la remisión de utilidades), la amenaza especulativa se manifiesta con la resistencia a operar con tasas de interés en descenso. En uno y en otro escenario, con el mercado financiero y cambiario como protagonista, se afecta negativamente el nivel de actividad económica.
El desafío para el equipo económico es neutralizar esos movimientos especulativos, empezando para alterar el comportamiento procíclico del sistema financiero de operar con tasas de interés altas con estancamiento o caída de la producción según los sectores. Analistas y economistas amantes del ajuste ortodoxo están proponiendo el ajuste fiscal para salir de ese círculo vicioso que, como se sabe, sólo profundizaría la caída de la actividad. Además del componente ideológico, esa propuesta tiene un transparente objetivo político de deteriorar el recorrido económico con vistas a las elecciones presidenciales del año próximo. Para enfrentar esas fuerzas especulativas con el dólar y las tasas se requiere fortalecer la capacidad de intervención del Banco Central, mediante la aplicación de normativas a disposición y también aumentando el stock de reservas. De esa manera el equipo económico puede avanzar en reducir las tasas de interés con espaldas financieras para neutralizar las presiones especulativas por otra vuelta de devaluación.
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