ECONOMíA
› OPINION
La calentura de Zoellick
› Por Julio Nudler
Ayer La Nación publicó un artículo de Robert B. Zoellick, el representante comercial de Estados Unidos, en el que éste fustiga con extrema irritación al grupo de países en desarrollo (G-22, la Argentina entre ellos) que se plantó frente a las potencias dominantes en la reciente reunión de la Organización Mundial de Comercio, realizada en Cancún. El matutino presenta la nota afirmando que Zoellick explica en ella por qué fracasó ese encuentro y, “además, da una lección sobre lo que significa utilizar esos encuentros para el anacronismo de la retórica política...” O sea que el juicio de EE.UU. es el correcto, quizá porque permita aspirar a ventajas para el campo, no importa a cambio de qué.
En realidad, la virulencia del norteamericano ratifica dos cuestiones sabidas. Una, coyuntural: que George W. Bush, con unas elecciones por delante que se le vienen complicando, no está para dar marcha atrás con su proteccionismo y enfrentarse a la reacción de los lobbies. Otra, de fondo: Washington sigue una estrategia bilateralista, porque es la que más réditos le da, y Zoellick lo confirma en el remate de su nota. “Los Estados Unidos no esperarán –afirma–. Nos encaminaremos hacia el libre comercio con los países que estén dispuestos a hacer las cosas”. El mismo ya se jactó de que tenían países haciendo cola para celebrar convenios bilaterales. Se trata, por cierto, de un bilateralismo muy desigual.
Uno de sus argumentos es que los aranceles agrícolas de países como Brasil o India, que lideran el G-22, son muy superiores a los estadounidenses. Pero para que la comparación valga habría que contabilizar también los cupos a la importación y las ayudas internas a la producción y los subsidios a la exportación que existen en EE.UU., y que Bush elevó en lugar de recortar. Hay productos, como el algodón, en los que los subsidios montan tanto como el valor de lo producido. El panorama es aún peor cuando se quiere exportar hacia EE.UU. con valor agregado mediante procesos intensivos en mano de obra.
Zoellick se escandaliza porque la OMC fue transformada “en un foro para la política de protesta”. En realidad, la protesta surgió por los fatales resultados que tuvo para el Sur la Ronda Uruguay, en la que los desarrollados impusieron su temario. Finalmente, así como la globalización financiera provocó efectos desastrosos y cayó en el desprestigio, con la liberalización del comercio, tal cual la conciben los hegemónicos, está pasando lo mismo.