ECONOMíA › UN CIENTíFICO SOCIAL NO ALINEADO A NINGUNA CORRIENTE
Se autodefine como “científico social”, sin una identificación precisa. “En economía perdemos mucho tiempo discutiendo sobre quién es qué y dónde está la frontera entre una escuela y otra.”
› Por Tomás Lukin
Una de las conclusiones principales del libro El Capital en el siglo XXI, de Thomas Piketty, es que la concentración de la riqueza está en aumento en todos los países desarrollados. El esquema analítico fundamental del economista francés es que la tasa de retorno del capital crece a un ritmo mayor que la tasa de crecimiento económico nominal, con lo que las elites se vuelven más ricas en forma casi permanente. La conclusión no es novedosa: el efecto derrame no funciona y las políticas redistributivas son una herramienta necesaria. Casi recurriendo al absurdo, advierte que si no se interviene la economía, la del siglo XXI llegaría a parecerse a la del siglo XIX, cuando las elites económicas heredaban la riqueza en lugar de obtenerla trabajando.
Cuestionado por la corriente principal de la economía y resistido desde la heterodoxia, la investigación de 700 páginas se convirtió en un best seller mundial. “Nuestro estudio busca poner la discusión sobre la distribución de la riqueza en el centro del debate económico. Para lograr ese objetivo, la economía tiene que regresar al centro de las ciencias sociales”, señaló Piketty hacia el final de una extensa entrevista de Página/12, antes de regresar a París.
–Usted no se considera un economista marxista y tampoco un neoclásico, ¿con qué escuela de pensamiento se identifica?
–Soy un científico social. En la economía perdemos mucho tiempo discutiendo su metodología, sobre quién es qué y dónde están las fronteras entre una escuela y la otra. Debemos pasar más tiempo, por ejemplo, evidenciando la necesidad de un abordaje que contemple la dimensión histórica, donde el conflicto juegue un rol más relevante.
–Pero los marcos teóricos son determinantes...
–Son relevantes, pero creo que no necesitamos definirnos con respecto a las escuelas. Necesitamos un marco teórico. En mi libro desarrollo un abordaje multidimensional al capital. El modelo neoclásico de acumulación de capital claramente no funciona, porque el capital está directamente vinculado con el conflicto, las relaciones sociales y derechos de propiedad.
–¿Por qué cuestiona el fanatismo de ciertas corrientes de pensamiento económico por los artilugios matemáticos?
–Por mucho tiempo, los economistas han tratado de presentar la economía como un tema tan sofisticado que es imposible de comprender para el resto del mundo. Eso es un chiste. Lo mejor que podemos hacer los economistas es ser modestos. ¿Por qué se volvió tan complicada la economía? El abuso de la matemática es una forma fácil de parecer científico, es una estrategia que tiene que ver con el funcionamiento de la academia y las relaciones de poder. La economía es una ciencia social que deber ser más humilde. Tal vez en la física cuántica y la astrofísica, la matemática juega un rol determinante, pero no es así en la economía. No quiero decir que las ciencias sociales no necesiten de la matemática, pero sólo hacen falta modelos muy sencillos. En la mayoría de los casos tenemos que conseguir más datos e incluir las dimensiones políticas y sociales de la economía. La sociología y la historia también son importantes. La economía debe moverse en esa dirección.
–Parece una tarea difícil ante la legitimidad y el poder que exhiben los economistas neoliberales.
–Los economistas tienen gran parte de la responsabilidad en su intento por diferenciarse del resto de las ciencias sociales. Pero el resto de las disciplinas también son responsables por haber permitido que eso suceda. Muchas veces es fácil para los historiadores y sociólogos decir que la economía es un campo muy complicado. Eso es muy peligroso. Los temas económicos son demasiado importantes como para que sean dejados a los economistas. Incluso la literatura puede decir mucho sobre el capitalismo y las consecuencias económicas de la desigualdad sobre la vida de la gente. Por eso en mi libro recurro a autores como Honoré de Balzac o Carlos Fuentes.
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