ECONOMíA › TEMAS DE DEBATE: EL IMPACTO DE LAS REFORMAS DE GANANCIAS EN LA ESTRUCTURA IMPOSITIVA
Ganancias es el impuesto que más aporta a la progresividad del sistema tributario argentino. Sin embargo, distintas modificaciones han ido generando distorsiones que todavía perduran. Qué hacer para corregirlas.
Producción: Javier Lewkowicz
Por Alfredo Iñiguez *
Digámoslo sin ambages: Ganancias fue, es y será el impuesto que más aporta a la progresividad del sistema tributario argentino. Para sostener esta afirmación empecemos por describir brevemente sus principales características, en su versión actual. Este impuesto grava a las personas jurídicas, que son cerca de la mitad de las empresas, y a las personas físicas y sucesiones indivisas. En el primer caso, se trata de un impuesto a la renta de las sociedades, con una alícuota o tasa única del 35 por ciento sobre las utilidades obtenidas en un ejercicio fiscal. Para determinar su base imponible se emplea lo que se conoce como la teoría del balance, esto es, aunque la utilidad contable difiere del resultado impositivo, en el monto a pagar se contemplan fuentes distintas a los ingresos obtenidos por la actividad principal de la sociedad. En el caso de personas físicas se grava a los ingresos personales netos. Su base se nutre de diversas fuentes clasificadas en cuatro categorías de renta: 1) del suelo y las locaciones de inmuebles incluidos los urbanos; 2) de capital; 3) los beneficios de las empresas; 4) del trabajo personal, tanto de los asalariados como de los autónomos. Para el cálculo del monto sujeto a impuesto se excluyen los aportes a la seguridad social, el mínimo no imponible, las deducciones por familiares a cargo y otras como el seguro de vida, cuota médico asistencial, intereses de créditos hipotecarios, etc. Sobre el monto neto se aplican alícuotas marginales que empiezan en el 9 por ciento y terminan en el 35 por ciento sobre el excedente de 120.000 pesos. Así, la progresividad se genera por partida doble: excluye a las personas con menores ingresos (cerca del 90 por ciento de los asalariados formales no paga el impuesto) y la aplicación de tasas marginales crecientes aporta un segundo factor de progresividad, al gravar proporcionalmente más a medida que se obtienen mayores ingresos, incluso entre los que quedan alcanzados por la tasa máxima.
Una de las principales críticas al impuesto es que las rentas financieras tienen una escasa imposición. Por lo general, no se aclara que en muchos casos sí están gravadas. En las Sociedades, al emplearse la teoría del balance, las rentas obtenidas por colocaciones financieras están alcanzadas por el tributo. En las Personas Físicas, las exenciones se restringen a las obtenidas en entidades financieras del país, mientras que las colocaciones en el exterior están gravadas, aunque existe una elevadísima evasión por las dificultades administrativas para identificarlas.
Las exenciones se restringen a los intereses de depósitos a plazo locales, las rentas de los bonos públicos y de las acciones que cotizan en bolsa, en todos los casos cuando el sujeto es una persona física. Si se las incorporara ¿no se reforzaría la compra de dólares en el mercado ilegal que en la práctica actúa como un instrumento financiero? Más allá de la retención vigente ¿cuál debería ser el tratamiento de la compra de dólares para atesoramiento? Estas preguntas, entre otras, indican que Ganancias no es el impuesto más apropiado para gravar estas fuentes de ingresos.
En el año 2013, se mejoró la incidencia distributiva del impuesto al eliminar las exenciones que recaían sobre las ganancias de capital de las acciones que no cotizan en bolsa y la distribución de dividendos en cabeza de las personas físicas. Con estos cambios se corrigió la mayor falencia de este gravamen.
En ese momento también se dispuso una exención para quienes tenían salarios inferiores a los 15.000 pesos mensuales y un incremento del 20 por ciento en el mínimo no imponible para quienes recibían ingresos entre esa suma y los 25.000 pesos mensuales que recientemente fue aumentado por tramos decrecientes. Estos cambios tuvieron como finalidad evitar que el aumento del mínimo no imponible beneficie a quienes tienen mayores ingresos y por tanto una baja propensión a consumir en el mercado doméstico. Sin embargo, generan inequidades horizontales que deberían ser subsanadas, aunque para ello se requiere una Ley y en consecuencia se deben contemplar dimensiones que van más allá de la propia técnica tributaria.
El debate aparece en la agenda pública con posiciones contrapuestas, plagado de posiciones superficiales con ribetes sorprendentes, con actores enarbolando reclamos que parecen fuera de foco y contrarios a sus propios intereses. Para reencauzar la discusión sería conveniente no restringirla al Impuesto a las Ganancias y dejar en claro que el objetivo último es mejorar la progresividad del sistema tributario. El estudio, por demás complejo, debe incluir la definición del mejor curso de acción, el análisis de la correlación de fuerzas imperante y la elección de la mejor estrategia para poder aplicar los cambios. El aspecto más relevante es encontrar el momento oportuno, en el cual se tienen que ensamblar todas las dimensiones a considerar. Este elemento sirve para entender por qué la reforma está en la agenda de pendientes, a pesar de ser un paso muy relevante para completar el actual proyecto nacional y popular.
* Economista del CIEPyCunlp e integrante de Cátedras Nacionales y Populares.
Por Ariel Setton *
El Impuesto a las Ganancias es uno de los impuestos tanto más progresivos como discutidos del sistema tributario argentino. Es más discutido que las retenciones a las exportaciones o que el impuesto al cheque. Los cambios –o la falta de cambios– en Ganancias durante los últimos años hicieron que se perdiera parte de la progresividad entre aquellos que pagan, a la vez que la misma omisión en actualizarlo aumentó la progresividad del sistema tributario en su conjunto, dado que el pago de Ganancias recae en la población con mayores ingresos de la economía.
Muchos gremios han tomado en cuenta la posible actualización, o no, de Ganancias al buscar cerrar paritarias que permitan mantener o mejorar el poder adquisitivo. Durante 2015 se retoma la discusión respecto de la necesidad de actualización para que no caiga el salario real de los trabajadores.
Por omisión de actualización de escalas y/o el Mínimo no imponible (MNI), Ganancias pasó de representar el 18 por ciento de la recaudación tributaria nacional total en 2009 a casi el 23 por ciento en la actualidad. Para muchos trabajadores, esto implicó un aumento casi constante de la presión de Ganancias respecto de su salario total. Dentro del 10 por ciento de los trabajadores formales que paga Ganancias, este tributo puede implicar más de dos salarios al año, cuando el mismo poder de compra salarial de 2012 pagaba algo más de un salario, casi duplicando la presión tributaria.
Hace ya dos años que se implementaron medidas del tipo parche que crearon distorsiones entre los trabajadores. Dado el contexto fiscal actual y la necesidad de aliviar parcialmente el peso de Ganancias para trabajadores de salarios medios, se sometió nuevamente a la implementación de nuevos remiendos que distorsionan aún más la estructura de cobro y que implican la necesidad imperante de una revisión de fondo, de manera de volver a tener un Impuesto a las Ganancias progresivo y con sólidas bases de tributación.
Desde septiembre de 2013 y de acuerdo con el decreto 1242/13, todo trabajador en relación de dependencia o beneficiario de haberes jubilatorios fue categorizado según el nivel de ingresos que tuvo entre enero y agosto 2013.
Aquellos con ingresos mensuales menores a 15.000 pesos quedaron exentos del pago de Ganancias, aquellos de entre 15.000 y 25.000 tuvieron una actualización del MNI del 20 por ciento en 2013, y quienes ganaban más de 25.000 no tuvieron alivio fiscal. Esto implicó la reducción del universo de empleados formales que pagan Ganancias del 25 al 10 por ciento.
Primera distorsión: estas categorías se mantienen hasta la actualidad. De esta manera, sin importar el nivel salario actual, quien ganaba menos de 15.000 pesos en 2013 sigue exento de Ganancias.
Segunda distorsión: quienes ingresaron al mercado laboral formal después de septiembre de 2013 fueron categorizados de acuerdo al nivel salarial inicial. Dos años más tarde y con aumentos salariales superiores al 25 por ciento cada año, esto generó nuevas distorsiones. Un trabajador nuevo con salario bruto más alto podría recibir menos en mano que un sueldo más bajo de alguien exento de Ganancias debido a su salario en 2013.
La resolución general 3770 de AFIP informa nuevos cambios a la estructura de Ganancias con retroactividad a enero de 2015: de las tres categorías existentes hasta ahora, se crean seis nuevas subcategorías para aquellos que ganaban entre 15.000 y 25.000 pesos en 2013. Para ellos, durante el período fiscal de 2015 tendrán una actualización del MNI que irá del 25 por ciento –para salarios de hasta 18.000 pesos en 2013– hasta el 5 por ciento –para salarios entre 24.000 y 25.000 pesos en 2013–.
Tercera distorsión: la categoría queda nuevamente determinada por el salario de 2013. El parche, en vez de corregir las distorsiones del decreto 1242/13, las amplifica creando la posibilidad de obtener ocho sueldos en mano distintos para un mismo salario bruto de 2015. Y todo ello dependiente del nivel salarial de 2013. De esta manera, se rompe por completo el concepto de progresividad entre los contribuyentes de Ganancias.
Desde mayo de 2015 –y retroactivo a enero– Argentina contará con ocho niveles distintos de MNI, y todos estos estarán definidos por estructuras salariales de hace dos años. El último ajuste a Ganancias tuvo un claro objetivo político de aliviar al menos parcialmente a los salarios más bajos entre aquellos que pagan Ganancias (los más altos de la economía). Los recursos fiscales para hacerlo no abundan, y se eligió la solución cortoplacista viable a la solución largoplacista pero fiscalmente inviable.
Estos últimos pasos del Gobierno confirman también que la presión de Ganancias sobre los salarios mayores a 15.000 pesos en 2013 –como porcentaje del salario bruto– continuaría aumentando. Esto es porque en el mejor de los casos se habrá ajustado un 25 por ciento el MNI para dos años completos de paritarias, y en el peor de los casos, no se habrá modificado nada.
* Economista.
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