Durante tres décadas los eventos del BCRA funcionaron como un espacio para la legitimación de las políticas y teorías económicas neoliberales. El monopolio de la ortodoxia se quebró a partir de 2010. Presidentes de los bancos de inversión, representantes de los organismos multilaterales de crédito y economistas de la Universidad de Chicago dejaron su lugar de privilegio a reconocidos economistas heterodoxos.

Ayer, el primer panel tuvo como oradores a representantes de organismos internacionales como la Organización Internacional del Trabajo, Unctad y Cepal. A diferencia de sus primos del FMI y el Banco Mundial los economistas advirtieron la necesidad de implementar políticas fiscales expansivas, más allá de la existencia de déficit, que sostengan el consumo, promuevan la inversión y reduzcan los niveles de desempleo para hacer frente a la crisis. “La experiencia reciente demuestra que las reformas estructurales y la consolidación fiscal para dar buenas señales al mercado e impulsar la inversión privada llevaron a una mayor recesión”, afirmó Richard Kozul-Wright de Unctad. Por su parte, la economista uruguaya Verónica Amarante, enfatizó que las mejoras distributivas observadas en la región estuvieron vinculadas a la dinámica del mercado de trabajo a través de la creación de puestos de trabajo registrados, la reducción de la brecha salarial y el fortalecimiento de los instrumentos institucionales como el salario mínimo y las negociaciones colectivas.

“Hay teorías que deberían dejar de enseñarse. La crisis mostró que el Banco Central no puede ser completamente independiente y que no existe una única tasa de interés. La creación de dinero es endógena”, sostuvo el economista de la Universidad de Ottawa, Marc Lavoie. Por su parte, el austríaco Kazimierz Laski destacó que el déficit público “no refleja una irresponsabilidad del gobierno sino una necesidad económica”. Por eso, en momentos de crisis, explicó Laski, el gasto debe aumentar para compensar la menor demanda privada.