El dólar “tiene que caer probablemente por debajo de los 2 pesos”, dijo ayer desde Fortaleza, donde participa en la reunión anual del BID, el titular del Banco Central, Mario Blejer. El viernes, pese a la intervención del Central, el dólar cerró a 2,28 pesos, el pico desde que se liberalizó el mercado cambiario el 11 de febrero pasado. Por eso, en las últimas horas se multiplicaron las declaraciones de los funcionarios asegurando que el dólar se mantendrá bajo control. Blejer le puso plazo, además, al fin del corralito bancario: “Dentro de los tres próximos meses, en algún momento, vamos a poder liberalizarlo totalmente”, prometió.
El ministro Jorge Remes Lenicov había dicho este fin de semana, también desde Fortaleza, que “el dólar no se va a escapar”. Y ayer, su segundo, el viceministro Jorge Todesca, insistió con que “preferiríamos un tipo de cambio más bajo. Pero no estamos preocupados”, aseguró.
Sea como fuere, Blejer pareció perder el equilibrio que mantenía hasta ahora al hablar del dólar. Y desnudó la supuesta estrategia del gobierno: intentar controlar la paridad debajo de los 2 pesos. El titular del Central no daba hasta ahora ninguna pista de cuál era en su opinión un tipo de cambio “razonable”, porque ésa es la clave de una buena intervención de la autoridad monetaria en el mercado cambiario: cuando más en secreto se maneje la estrategia, mayor incertidumbre para los especuladores y mayor riesgo correrán al comprar dólares. Si el Central luego interviene agresivamente, vendiendo dólares mucho más baratos, entonces todos los que compraron caro deberán hacer su pérdida. De ahí que la sola incertidumbre debería disuadir a muchos de apostar, permanentemente, contra el peso.
El presidente Eduardo Duhalde había dicho semanas atrás que el gobierno planeaba bajar el dólar dentro de algunos meses a 1,70 peso. Esas declaraciones le valieron duras críticas desde el Ministerio de Economía. Y hasta le hicieron llegar un informe en el que aconsejaban, justamente, que ni él ni el ministro de Economía dieran señales concretas de a qué nivel intervendría el Banco Central para mantener bajo control la divisa. Pero hoy la ansiedad parece corroer al equipo económico, desesperado por conseguir los préstamos del Fondo Monetario con que engrosar las reservas del Central. Sólo así, estiman los analistas, se podría poner un ancla al dólar, que en apenas dos meses ya saltó más de un 125 por ciento, todo un récord si se compara con otras devaluaciones ocurridas en la última década (ver cuadro aparte). Esta preocupación de Remes y Blejer se acentuó la semana pasada, cuando el Central vendió una buena tajada de dólares, sin poder siquiera frenar el ascenso de la cotización.
“Hubo días en que intervenimos y días en que no. Las intervenciones fueron de 20 millones de dólares por día de promedio. Pero la mayor parte de los días no hemos intervenido. Creemos que es muy pronto para tener una idea clara de cómo se va a mover el mercado, porque todavía no está normalizado”, se justificó ayer Blejer. “Hay un mercado minorista –de casas de cambio– y un mercado mayorista, para importaciones y exportaciones y para transacciones financieras. Hasta que todo el mercado se regularice no tendremos una idea clara de cómo se va a mover”, explicó luego a las agencias internacionales desde Fortaleza.
Sin embargo, por las dudas, lanzó su propio pronóstico: “Creemos que debido al superávit comercial esperado y a que vamos a poder cooperar pronto en los mercados monetarios con otros instrumentos, la demanda en el mercado de dólares se va a normalizar, y que la tasa de cambio tiene que caer probablemente por debajo de los 2 pesos”, afirmó, como si fuese un analista más y no el funcionario encargado de domar al dólar.