No es optimismo, precisamente, lo que derrochan los funcionarios del Fondo Monetario Internacional cuando se refieren a la Argentina. Incluso cuando éste haya sido el país en el que nacieron. Ayer, el mendocino Claudio Loser, director para el Hemisferio Occidental del FMI, señaló que la retracción de la economía será este año mayor al 5 por ciento estimado por el Gobierno y consideró “posible” una caída del 8 por ciento. “Argentina está en una crisis como han tenido pocos países en los últimos tiempos”, describió Loser. “A ciertos países los ayudamos cuando tienen un resfrío o una gripe, pero cuando estamos ante casos en los que la enfermedad es un poco más seria, como la Argentina, no podemos decir que vamos a hacer lo mismo, sino que necesitamos una dosis un poco más fuerte”, advirtió. No dejó en claro, sin embargo, si hablaba de una dosis de fondos de ayuda o de condiciones de ajuste.
Loser se atajó de una probable pifia en el cálculo de caída del producto interno bruto de Argentina. “Hay demasiado grado de incertidumbre y no tenemos una cifra o proyección definitiva para el año”, señaló, cauto, el economista. “Lo que pensamos es que, muy probablemente, la caída sea mayor al cinco por ciento”, sostuvo. Luego se apoyó en la opinión de otros, convalidándola. “El consenso de los analistas es aparentemente del 8 por ciento, es una cifra posible” de descenso del PIB para Argentina durante el presente año.
La economía se deslizó por un tobogán a lo largo de 2001, por lo cual el nivel de actividad de diciembre –un mes castigado, además, por el estallido de la crisis política y la puesta en vigencia del corralito–, si se mantuviera durante 2002, supondría una caída estadística del cinco por ciento con respecto al año anterior, explicó Loser. Pero las cosas no se darán en forma tan llana. “Uno puede pensar que la caída siguió durante el primer trimestre y después podrá haber una recuperación”, estimó.
El responsable hemisférico eludió referirse al monto de apoyo crediticio que se discute con Argentina. “No es en base a oxígeno, sino en base a una estructura productiva” que Argentina podrá salir, apuntó Loser. Destacó, como hecho positivo, el proceso de regularización y estimó que el nuevo sistema cambiario de flotación tendrá un impacto positivo sobre las exportaciones. Bajo esas condiciones, estimó probable que Argentina logre una recuperación, “sujeto a la existencia de estabilidad política y económica, por supuesto, porque no es independiente del contexto”.
Loser recordó que Argentina es el segundo deudor mundial del Fondo, después de Turquía, por monto. “Probablemente, nosotros seamos su acreedor más grande”, señaló, apuntando que el nivel de deuda se ubica en el orden de los 14 mil millones de dólares, equivalentes al monto de las reservas internacionales brutas del país. “Pero esas obligaciones no vencen este año, sino que hay un calendario de pago que comienza este año y sigue; no es algo que preocupe en el futuro inmediato”, agregó. Es muy probable que el desembolso del FMI apenas alcance para cancelar deudas que vencen este año con organismos multilaterales por unos 9000 millones de dólares, sin dejar un excedente para otros usos.
Loser recomendó paciencia a los negociadores y autoridades argentinas con respecto a la búsqueda de un acuerdo con el FMI. “Argentina está en una crisis como han tenido pocos países en los últimos tiempos: el tema es el proceso de acercamiento entre las necesidades que la Argentina tiene y lo que nosotros vemos posible, para que se llegue a la masa crítica de medidas para lograr estabilizar la situación.”
El funcionario ofreció una conferencia de prensa en el marco de la reunión anual del BID en la ciudad brasileña de Fortaleza, donde presentó la perspectivas de la entidad para la región. El FMI consideró que en 2002 Latinoamérica crecerá un uno por ciento y alcanzará entre 3 y 4 por ciento en 2003, frente al 0,7 de alza registrado en 2001.