ECONOMíA
› PERSPECTIVAS ECONOMICAS DESALENTADORAS DE GRANDES EMPRESARIOS
“De esta forma, somos inviables”
Esa dramática confesión correspondió a Oscar Vicente, de Pérez Companc, en un seminario en el cual también participaron Alfredo Coto y Benito Roggio.
› Por Cledis Candelaresi
Ni la pesificación de sus deudas financieras internas ni la reducción de costos por vía de la devaluación alcanzan para que las más fuertes empresas del país aplaudan la política duhaldista. Alfredo Coto, Aldo Roggio y Oscar Vicente pintaron ayer desde un mismo panel un panorama desolador sobre el futuro inmediato y hasta advirtieron sobre el riesgo de colapsar, en particular si no pudieran resolver el dilema de recaudar pesos y afrontar obligaciones externas en dólares. “En estas condiciones, el grupo es inviable”, alertó el vicepresidente de Pérez Companc, uno de los grupos que reclama al Gobierno integrar al sector privado a la comitiva oficial que vaya a renegociar la deuda externa pública.
Vicente, vicepresidente del grupo Gregorio Pérez Companc, lo explicó en términos sencillos durante un seminario organizado por la Universidad Católica Argentina. “Las empresas privadas buscamos el paraguas oficial de QTT (quita, tasa y tiempo: disminución del capital, menor interés y más plazo de pago) para cancelar los compromisos con el exterior.” Las condiciones que pudiera pactar el Estado argentino con sus acreedores servirían de base para que las empresas locales renegocien sus propias deudas. “Si las empresas no honramos nuestro compromiso con el exterior, no existimos”, remarcó.
“Sólo nos pesificaron el 6 por ciento de la deuda, ya que el 94 por ciento de nuestras obligaciones están en dólares, mientras que nuestros ingresos son en pesos. Con esta situación, el grupo es inviable”, arremetió el ejecutivo del holding energético. “O generamos los mismos pesos que necesitamos para cubrir los dólares, o conseguimos los dólares al mismo precio que antes. Lo primero es trasladar más costos a las tarifas, es decir, inflación. Lo segundo, seguro de cambio, también es imposible.”
Minutos después quedó en claro que la presunta inviabilidad de Pérez Companc es tal sólo si se subsiste el actual cuadro de “tarifas 1 a 1 y deudas a 2,40 pesos por cada dólar”. Pero que el riesgo podría esfumarse rápidamente bajo ciertas condiciones. La primera, subir tarifas de algunos servicios, por ejemplo la de gas y electricidad, “alrededor de un 12 por ciento” para el usuario final. La segunda, que el Gobierno reduzca las retenciones del 20 al 10 por ciento, so pena de que muchos pozos serán abandonados por falta de rentabilidad. La tercera: Pérez Companc transformará en empresas extranjeras filiales del exterior, decisión estratégica que quitará ingresos al fisco argentino.
Pérez tiene una deuda total de 2100 millones de dólares, de los cuales más de 1000 millones vencen a corto plazo, de ahí su afán de renegociar. Supermercados Coto también tiene compromisos externos, en parte derivados de un préstamo de 175 millones de dólares que tomó el año pasado, cuando la debacle institucional ya asomaba. “Paramos todas las inversiones para pagar deudas”, se quejaba ayer su propietario, detallando la nómina de locales cuya inauguración suspendió.
Alfredo Coto se lamenta de que ni siquiera puede aprovechar las mieles de la devaluación, exportando los 60 millones de dólares en carne que proyectó para este año, debido a la falta de financiamiento. “Tenemos muchísimas posibilidades, pero sin bancos no es posible exportar, y ninguno nos dijo, siquiera, le renovamos su obligación negociable”, recalcó el empresario.
Igualmente dramático es el escenario descripto por el constructor Aldo Roggio, quien apostó fuerte al transporte (maneja Metrovías) y ahora está a la espera de que el Gobierno autorice una suba en la tarifa del subte. “Pese a la pesificación, nuestra compañía no recibió ningún beneficio”, se quejó. Una de las apuestas comunes a todas las constructoras es que el Gobierno permita utilizar los certificados de plazos fijos reprogramados también para la compra de inmuebles en construcción, reclamó por lo que ya encararon gestiones.
Mientras Pérez Companc admite que la dolarización daría una certidumbre importante a su negocio, en particular el petrolero, Coto sostiene que “hace cinco años debería haberse abandonado la Convertibilidad”. Los lamentos, sin embargo, son semejantes: no hay financiamiento interno ni externo, son difíciles las cobranzas, el mercado interno está colapsado por los problemas de empleo y les aterra tener que afrontar deudas externas en dólares, acudiendo al mercado libre. Aun cuando tienen ingresos en divisas, tal como ocurre, aunque en diferente proporción, con todos los panelistas de ayer.
Con aquellas angustias comunes, una veintena de empresas comenzaron a reunirse periódicamente para intercambiar ideas acerca de cómo se supera la crítica coyuntura, quizá semilla de una futura organización patronal. “Tal vez hasta ahora fuimos muy timoratos en las críticas y deberíamos participar más”, reflexionó Vicente. Ninguno cree que el 9 de julio Eduardo Duhalde pueda celebrar, como prometió, también el día de la reactivación.
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