Mar 09.12.2003

ECONOMíA

“La negociación con los acreedores será complicada, difícil y lenta”

El jefe de Gabinete admitió que los acreedores son reacios a aceptar la quita ofrecida. No habrá más compensaciones a los bancos.

El informe que presentó a su regreso de Estados Unidos el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, llevó al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, a dar una definición tajante sobre el proceso de reestructuración de la deuda: “La negociación será complicada, difícil y lenta”. Los sucesivos encuentros con acreedores, como el que mantuvo el funcionario de Economía la semana pasada, dejan en claro el rechazo de los tenedores de bonos a la propuesta de una quita del 75 por ciento. Sin embargo, el Gobierno por ahora se mantiene firme, argumentando que no tiene margen para pagar más. Por cierto, el superávit fiscal primario que acordó con el FMI para el próximo año es seis veces mayor al del promedio de la última década, a pesar de la gravedad de la situación social. Fernández, en otro orden, criticó ayer a los bancos y remarcó que el Poder Ejecutivo no promoverá nuevas compensaciones.
El jefe de Gabinete admitió que “el tema de la deuda es delicado y difícil”. “Cuando el deudor propone pagar sólo un 25 por ciento de lo que debe sabe que la negociación no será fácil”, agregó el funcionario. Pero, tras ese reconocimiento, volvió a enviar un mensaje a los acreedores, al manifestar que “la propuesta que hicimos es la única que puede permitir a la Argentina seguir en esta senda de desarrollo”. Y para que quedara más claro, repitió que “no tenemos prevista ninguna variación” al ofrecimiento de una quita del 75 por ciento.
El Gobierno estima que la discusión con los acreedores se extenderá aproximadamente hasta septiembre próximo. La Secretaría de Finanzas llegó a esa conclusión tras los sucesivos encuentros que mantuvo con bonistas locales y extranjeros. El FMI presiona para que se aceleren los pasos. Pero Fernández insistió en que “habrá que prepararse para una gestión complicada, difícil y lenta: tenemos ganas de llegar a una solución lo antes posible pero no nos corre el reloj”. Los economistas ortodoxos advierten que mientras más se tarde en llegar a un acuerdo, más demorará la llegada de inversiones extranjeras. Fernández lo negó: “Muchos dicen lo contrario, y están poniendo sus ojos en el país para invertir, ya que el negocio financiero en el mundo está cayendo”.
Un segundo aspecto que señalan los consultores de la city es que el Gobierno necesitará volver al mercado de capitales en 2005, porque durante ese año se acumulan vencimientos de Boden –que no entran en la reestructuración– y el superávit fiscal sería insuficiente para cubrirlos. Roberto Lavagna por ahora no da crédito a ese argumento. En distintos foros empresarios sostuvo que la Argentina es como un alcohólico recuperado que no puede “ni oler” un vaso. Con esa frase, niega cualquier interés en volver a colocar títulos de deuda.
En cuanto a la reestructuración de los bonos en poder de pequeños inversores, Economía maneja la hipótesis de que los países donde se encuentran esos bonistas terminarán compensándoles su pérdida. Los gobiernos de Alemania, Italia, Japón y Estados Unidos, entre otros, pagarían con recursos propios a sus jubilados y pequeños ahorristas para ayudarlos a superar su situación. Esos inversores también están ejerciendo presión en favor de esa salida, más allá de procurar torcerle el brazo al gobierno argentino.
Más allá del tema de la deuda, Fernández hizo referencia a otros asuntos económicos. Se quejó porque los bancos “inexplicablemente no dan crédito” y reveló que no habrá nuevas compensaciones a las entidades financieras, que las reclaman –con el apoyo del FMI– por la diferencia en las liquidaciones de amparos entre el dólar a valor de mercado y la paridad que había fijado el Gobierno para la pesificación de los depósitos. Los bancos deben cubrir esa brecha con recursos propios. “No estamos pensando en ninguna compensación más”, enfatizó Fernández, y añadió que la que se aprobó junto con el Presupuesto 2004 –la compensación por la pesificación y por la diferencia entre el CER y el CVS– es “el tope”. Por otra parte, el jefe de Gabinete protestó porque los bancos no activan los préstamos.

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