ECONOMíA › EL GOBIERNO NACIONAL IMPULSA UN PROYECTO DE LEY ELABORADO POR EL SMATA
La iniciativa contempla un beneficio fiscal a medida que aumenta la integración de partes y piezas locales en los autos fabricados en el país. La herramienta sería un bono electrónico para el pago de impuestos nacionales.
› Por Javier Lewkowicz
El Gobierno impulsa una ley de estímulo al sector autopartista, informó ayer el Ministerio de la Producción. El titular de esa cartera, Francisco Cabrera, se reunió con el jefe del Bloque Justicialista de la Cámara de Diputados, Oscar Romero, y con el secretario general del Smata, Ricardo Pignanelli, porque quiere dar empuje a un proyecto de ley elaborado por el Smata hace un tiempo. Contempla un beneficio fiscal a medida que aumenta la integración de partes y piezas locales en los autos fabricados en el país. El autopartismo lo ve con buenos ojos, aunque el horizonte económico para el sector está por ahora dominado por la incertidumbre que genera el grado de apertura comercial que el Gobierno aplicará. Fuentes oficiales aclaran que no hay fecha prevista para el trámite parlamentario. Otro proyecto industrial sobre el cual trabaja el Gobierno es la modificación del régimen de Tierra del Fuego.
El eje de la iniciativa de impulso al autopartismo es el beneficio fiscal para las terminales. La herramienta sería un bono electrónico de crédito fiscal para el pago de impuestos nacionales por un monto que guarde proporcionalidad con el valor de compra de autopartes locales. De este modo, las autopartes locales gozarían de una ventaja frente a las importadas. Por cada punto de incremento en la integración nacional, entendida como el porcentaje que surge del valor de las compras nacionales sobre el valor total del vehículo, el beneficio fiscal aumentará 0,6 punto porcentual.
El esquema de incentivos es el planteado en el proyecto de ley que establece el Régimen de Fortalecimiento del Autopartismo Argentino presentado por el diputado Oscar Romero, en ese momento integrante de la bancada del Frente para la Victoria y ahora jefe del Bloque Justicialista en Diputados. Romero es dirigente del Smata, junto a Pignanelli y Mario Manrique, quien también estaba ayer en el encuentro con Cabrera. Pignanelli tenía buena relación con la ex ministra de Industria, Débora Giorgi, cuyo equipo junto al del SMATA elaboraron en su momento el proyecto de impulso al autopartismo, que no tuvo luego el apoyo orgánico del kirchnerismo y fue presentado el año pasado a solas por Romero.
El actual ministro Cabrera toma ese proyecto y con cambios muy menores busca reimpulsarlo. Lo hace en un contexto laboral delicado para el Smata por el cierre del tercer turno de producción en Volkswagen que se producirá en los próximos días, lo que pone en juego 1200 puestos de trabajo, además de los problemas en otras empresas por el desplome del mercado de Brasil.
El proyecto cuenta con el apoyo tanto de las terminales como de los autopartistas. “Es muy completo y sirve para la radicación y desarrollo de proveedores, además de fomentar nuevas inversiones en las terminales”, indicaron a este diario desde Adefa, que agrupa a las terminales automotrices. “Ataca bien el tema de la integración desde que se inician los proyectos. Puede llegar a funcionar, hay que ver la complementación, que a veces termina complicando todo”, dijeron desde AFAC, entidad que reúne a las empresas autopartistas. El proyecto abarca la producción de automóviles, utilitarios, camiones, chasis con cabina y sin cabina y ómnibus, y también pueden presentarse fabricantes de motores y cajas de transmisión, entre otras. Para aplicar al beneficio, las empresas deberán fabricar bienes con un contenido mínimo nacional del 30 por ciento y tener objetivos de integración superiores al 50 por ciento considerando el valor de los componentes nacionales sobre el total de autopartes, aunque ese requisito, dice el Gobierno, se podría “reducir temporalmente en función del impacto económico, productivo y tecnológico de los proyectos”.
El apoyo del Gobierno a la iniciativa del peronismo aparece en un momento delicado para la industria, con niveles de producción que están muy por debajo de los máximos de los últimos años. Pero además, sectores metalúrgicos empiezan a sentir el impacto de la relajación de los controles a las importaciones, con consecuencias negativas para sectores industriales como el autopartismo, en particular el segmento que atiende el mercado de reposición.
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