ECONOMíA
La inflación se mantuvo a raya en el 2003 y no es amenaza para 2004
El índice de precios al consumidor terminó el año con un alza del 3,7 por ciento, por debajo de las propias previsiones oficiales. Ni la suba de los productos primarios logró alterar el índice mayorista, que redondeó el 2 por ciento de suba durante todo 2003.
› Por Claudio Scaletta
La inflación de 2003 fue del 3,7 por ciento, un nivel inferior al 5 por ciento previsto en la última corrección realizada por la autoridad económica. La variación del Indice de Precios al Consumidor (IPC) hubiese sido mayor si no fuese por el congelamiento en el precio de los servicios públicos, frenados hasta nuevo aviso. A pesar de los sensibles aumentos de los bienes primarios en los últimos meses, la inflación mayorista fue aún menor: el 2 por ciento. Con estos valores el equipo económico consiguió sobrecumplir su propia meta inflacionaria para el año.
Los números difundidos por el Indec fueron sensiblemente inferiores al primer cálculo del 22 por ciento consignado por el Ministerio de Economía en el proyecto de Ley de Presupuesto enviado al Congreso en septiembre de 2002. La pauta volvió a contraerse al 14 por ciento al promediar 2003 para finalmente, en el cuarto trimestre, reducirse al 5 por ciento.
Lo sorprendente, al menos en términos de la macroeconomía tradicional, fue que la inflación se mantuvo contenida en un contexto de fuerte crecimiento del producto, situación que generó variadas interpretaciones. Fuentes del FMI sostuvieron extraoficialmente que en realidad se habría exagerado la caída de 2001 y 2002, tanto para capitalizar una reactivación más vigorosa como para conseguir un acuerdo más beneficioso con los acreedores. Otra perspectiva sostiene que, en realidad, las previsiones pesimistas durante los picos de la crisis posdevaluatoria habrían generado sucesivos “colchones” de precios en la cadena comercial, los que en 2003 debieron desinflarse para seducir a una demanda signada por los bajos ingresos de la población. De hecho, si se observan la evolución de los precios por rubros, se encuentra que los mayores aumentos se produjeron en los artículos vinculados al consumo de los sectores altos y medios altos, a la demanda externa (Turismo), y por supuesto, en los tradicionales sectores oligopólicos, como los combustibles.
Al tope de los aumentos del año se encuentra Indumentaria, con un 7,4 por ciento. Se trata de rubro integrado principalmente por Ropa y Calzados, precisamente los sectores industriales locales que más se quejaron por la “invasión de los productos brasileños”, pero que no parecen dispuestos a competir internamente vía precios.
De cerca siguió Alimentos y Bebidas, que creció el 4,7 por ciento, un punto por encima de la inflación, gracias a la naturaleza inelástica de la demanda de estos productos, cuyo consumo siempre se reduce en menor proporción que los ingresos de la población. Es por esta razón que, cuando se compara con diciembre de 2001, la canasta básica alimentaria crece el 74,9 por ciento mientras que la inflación lo hace el 46,1. No obstante, la brecha entre la evolución de ambos indicadores se redujo en 2003 como respuesta a un nuevo fenómeno; la relativa desconcentración de la venta minorista, con un menor peso relativo de los hipermercados capitalizado por los comercios tradicionales y los pequeños supermercados barriales.
En cuanto a las previsiones para el año en curso, el grueso de las consultoras vinculadas al poder económico prevé, en promedio, una inflación en torno del 8 por ciento, un número menor al 10,5 por ciento que figura en la Ley de Presupuesto. Las razones no deben buscarse en un posible “recalentamiento” de la economía inducido por el crecimiento acelerado, sino en que se descuenta que 2004 será el año del resarcimiento a las privatizadas; esto es, de los postergados aumentos en los servicios públicos y su consecuente efecto multiplicador sobre la cadena de precios.