El Gobierno apuró una definición antes de volver a toparse con un nuevo conflicto con el FMI. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, afirmó ayer que no se prevé recurrir a las reservas del Banco Central para atender en marzo próximo un vencimiento con el organismo por unos 3000 millones de dólares, ante una eventual dilación del Fondo en la aprobación de la segunda auditoría de las metas del acuerdo con Argentina. A mediados de febrero llegará una misión del FMI para evaluar el cumplimiento de las metas. El trabajo de esa delegación debería estar listo antes de marzo, a fin de que el directorio apruebe la revisión y se produzca una refinanciación automática del vencimiento de 3000 millones.
Pero, en caso de que haya alguna demora injustificada, Fernández ya dejó en claro que el Gobierno no apelará a las reservas para pagarle al FMI. De ese modo, si a la dama de hierro del organismo, Anne Krueger, se le ocurre volver a presionar con una postergación de la aprobación de las metas, el conflicto con Argentina sería más serio porque el país entraría en default con la institución.
Fernández dijo además que espera que no haya “presiones” ni “dilaciones” para el visto bueno del organismo cuando en febrero se efectúe la segunda revisión del cumplimiento del programa acordado en septiembre pasado. “Tenemos que evitar que en febrero tengamos que enfrentar un nuevo juego de presiones o un nuevo juego de dilaciones, que en verdad no ayudan a nadie y complican la relación”, dijo el funcionario. La advertencia tiene su origen en la demora en que incurrió el FMI en las últimas semanas para aprobar la primera revisión de metas, pese a que fueron sobrecumplidas, lo que motivó un reclamo directo del presidente Néstor Kirchner al director gerente del organismo, Horst Köhler.
“Hubo un intento de algún sector del Fondo de revisar temas ya resueltos, fundamentalmente el de afectar más de 3 por ciento de nuestro PBI al superávit comprometido para pagar a los acreedores”, concluyó.