Jue 04.08.2016

ECONOMíA  › UN ESTUDIO DE LA UBA ANALIZA EL IMPACTO DEL TARIFAZO

El cambio llegó al bolsillo

Casi ocho de cada diez asalariados tuvieron que recortar sus gastos para poder pagar los servicios públicos. Los aumentos obligaron también a cambiar los hábitos de consumo. Ahora se come menos carne o cortes de menor calidad.

› Por Werner Pertot

El 81 por ciento de las personas que ganan menos de 8000 pesos mensuales debió recortar gastos para poder pagar las tarifas de los servicios. El porcentaje apenas baja al 75 por ciento entre los que ganan más de 8000 pesos. Dos de cada diez argentinos dejaron de consumir carne. El 45 por ciento eligió cortes de menor costo. Los datos surgen de una encuesta del Centro de Opinión Pública y Estudios Sociales (CEPA) de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Dos tercios de los encuestados advirtieron que se redujo su capacidad adquisitiva.

La encuesta telefónica se hizo en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense a fines de julio con 1097 casos. El resultado del trabajo indicó que hay un amplio acuerdo en que las tarifas debían aumentarse, pero hay un rechazo con los porcentajes de los incrementos. Sólo 12 por ciento de los encuestados está de acuerdo con los aumentos tal y como fueron aplicados, mientras que un 20 por ciento rechaza cualquier tipo de suba de tarifas de luz, gas, agua y transporte.

Un dato curioso es que el rechazo a los aumentos que aplicó el gobierno de Mauricio Macri no varía por nivel de ingresos ni por zona de residencia: entre los que ganan más de 20 mil pesos, el rechazo es del 63 por ciento. Entre los porteños –donde el PRO se impuso holgadamente en las presidenciales– la falta de acuerdo sube al 70 por ciento.

“Cuando se mira el tema de la tarifa, parece que todo el mundo descontaba que iban a aumentar, porque también Cristina Fernández de Kirchner en 2011 había arrancado con esto de la sintonía fina. Ahora, la gente esperaba un 30 o un 40 por ciento. Ni en las peores pesadillas se imaginó un 2000 por ciento”, indica el director de CEPA, Carlos De Angelis.

Las diferencias sobre la posibilidad de pagar los aumentos se ven entre la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano. Mientras que el conurbano 73,1 por ciento manifestó tener dificultades para pagar el aumento, en la ciudad el 65,8 por ciento dijo tener problemas para afrontar el gasto. En términos de los ingresos, el 80 por ciento de los que ganan menos de 8000 pesos indicó las dificultades para pagar los servicios.

“Son servicios que no se pueden dejar de pagar. Entonces, las familias empiezan a hacer malabares y a ver qué dejan de pagar: las expensas, la patente, dejar de comprar ropa”, advirtió De Angelis. El 81,3 por ciento de los que ganan menos de 8000 pesos reconoció que recortó otros gastos para pagar las tarifas, mientras que en los que ganan más de 8000 pesos el 75 por ciento indicó que debió hacer ajustes. Los recortes se vieron más pronunciados entre los porteños: el 80,1 por ciento respondió que inició el “sinceramiento” de la economía familiar.

“El estudio indica que había una necesidad de cambio, pero no en estas magnitudes. La población se encuentra con que son inaceptables, porque se empiezan a complicar los presupuestos familiares y va a ser muy difícil pagar. Casi el 75 por ciento tiene dificultades con estos montos. Y, además, con la perspectiva de que sigan aumentando. Sólo el 13 por ciento piensa que no van a seguir incrementando”, indicó De Angelis. Además, el 56 por ciento de los encuestados considera que, pese a los aumentos, el servicio no va a mejorar.

“Cuando preguntabas hace tres meses, había esperanza. Había gente que decía ‘lo nuevo, Macri, se levanta el cepo’. Ahora las respuestas se van hacia la preocupación y mirar el bolsillo propio. Incluso, muchos de sus votantes están en esta situación y con la incertidumbre que cómo sigue”, indicó el sociólogo De Angelis.

Esto viene repercutiendo en la imagen del Gobierno, según pudo verse en la encuesta: el 32,6 por ciento lo evaluó como “bien” o “muy bien” mientras que el 44 por ciento lo encontró como “mal” o “muy mal”. El núcleo duro de Cambiemos, a partir de este estudio, pareciera ser pequeño. El 17,3 por ciento de los encuestados dijo que acuerda en todo con el oficialismo, mientras que el 42,3 por ciento en “algunas cosas” y el 40,4 por ciento no acuerda.

La encuesta también indagó sobre cómo cambiaron los consumos a partir del aumento de tarifas. Por ejemplo, con la carne: el 22 por ciento dejó de consumir, un 45 por ciento redujo la calidad y sólo el 26 por ciento mantuvo intacto sus compras en ese rubro. En tanto, más de 70 por ciento de los entrevistados redujo o directamente eliminó las salidas a comer afuera mientras que un 65 por ciento recortó su compra de ropa y calzado. “En los ochenta, estaba más dividido lo que comían las clases pudientes y las clases bajas. Aparecieron las segundas marcas, algo que se repitió en 2001. Hoy se está ochentizando el consumo. El 45 por ciento dice que suspendió comer afuera”, advirtió el sociólogo.

Un 54 por ciento contestó que tuvo que endeudarse para pagar gastos cotidianos. El 64,2 por ciento de los encuestados consideró que su poder adquisitivo empeoró este año. “Están planteando que cayó su calidad de vida –advirtió De Angelis–. Esto puede producir un cimbronazo en el Gobierno”.

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