ECONOMíA › LEW DIJO QUE LLEGARáN INVERSIONES SI LAS REFORMAS SON PERDURABLES
Durante una breve visita al país, el titular del Departamento del Tesoro de Estados Unidos se reunió con Macri y celebró los cambios impulsados por el Gobierno, aunque consideró que las reformas aún son insuficientes.
La escala del titular del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, Jack Lew, en Argentina fue breve pero agitada: se reunió con el presidente Mauricio Macri, celebró los cambios en materia económica aunque consideró que las reformas son insuficientes para convencer a los capitales extranjeros y prometió la firma de un acuerdo tributario entre ambos países (ver aparte). “Vamos a negociar un tratado fiscal bilateral integral que incluya disposiciones que permitan el intercambio de información fiscal”, expresó ayer Lew al referirse a la posibilidad de que la AFIP reciba datos tributarios y bancarios de activos a nombre de argentinos en territorio estadounidense. El guiño al blanqueo fue celebrado por el equipo económico incluso cuando reconocen que la puesta en marcha no será inmediata. “Los empresarios tienen ansias de concretar negocios en la Argentina pero esto va a llevar tiempo. La comunidad de negocios está mirando el entorno político de la Argentina y quiere saber si las reformas van a ser perdurables en el tiempo”, aseguró el funcionario estadounidense antes de continuar su gira por la región.
El anfitrión de Lew fue el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay. La escala del estadounidense en Buenos Aires constituyó una pequeña demostración de poder del funcionario al interior del gabinete. Pero, fundamentalmente, para el Palacio de Hacienda la visita fortalece el proceso de reinserción plena del país en los mercados financieros internacionales. El “éxito” exhibido por el gobierno argentino para endeudarse en el exterior mantiene inalterado ese recorrido incluso ante las dudas sobre el alcance de las “reformas estructurales” expuestas por el norteamericano. Sin anuncios relevantes, el eje de la visita fue el reciente acercamiento entre ambos países y la posibilidad de que la AFIP reciba datos impositivos de los activos que poseen los argentinos en Estados Unidos. La semana próxima una delegación de técnicos de la potencia del norte vendrá a Buenos Aires para seguir con esas negociaciones. El guiño de Lew al blanqueo de capitales estuvo acompañado por una serie de intervenciones a cargo del ministro Prat-Gay: “Se terminó la época en la que evadir impuestos era un deporte nacional y un orgullo”, consideró el funcionario.
El ministro enfatizó que los “evasores” están frente a “la última oportunidad antes de que el Estado tenga el acceso directo y automático a la información”. A partir de enero de 2017 la AFIP tendrá acceso a la información bancaria de los contribuyentes argentinos que poseen cuentas en 48 países. Ese mecanismo de intercambio de información diseñado por la OCDE. Más allá de las limitaciones técnicas, existen importantes ausencias: Estados Unidos y Suiza, las principales guaridas fiscales del mundo, no participarán del mecanismo. Las declaraciones de Lew refuerzan la posibilidad de generar una mayor percepción de riesgo entre los evasores.
Estados Unidos rechazó participar de los acuerdos multilaterales para el intercambio de información y, en cambio, promovió una ley doméstica llamada “Foreign Account Tax Compliance Act” (FATCA). Esa legislación exige a los bancos extranjeros que operan en Estados Unidos que compartan información sobre sus clientes estadounidense con las autoridades fiscales norteamericanas y, para dotar de legalidad ese flujo de información, firmó acuerdos con más de 100 países. Existen tres tipos de “intergovernment agreements” (IGAs): dos contemplan el envío de datos hacia Estados Unidos y, el tercero, incluye cierta reciprocidad.
Argentina, intentó firmar este último tipo acuerdos parcialmente recíprocos pero, hasta ahora, se encontró con una negativa del gobierno estadounidense. Aunque su implementación no sería inmediata, desde la perspectiva del Gobierno, la firma del acuerdo opera como un mecanismo para desincentivar el uso de cuentas bancarias en Estados Unidos y promover la participación en el blanqueo de aquellos individuos con poca sofisticación. Sin embargo, el propio sistema bancario estadounidense ofrece alternativas para que sus clientes no queden alcanzados en el intercambio de información que son conocidas por los intermediarios especializados en montar los canales necesarios para la fuga de capitales.
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