Las principales empresas productoras de alimentos propician una baja del IVA para algunos productos de la canasta básica. Juan Forn, presidente de Molinos, reveló ayer que la Copal, la cámara que agrupa a esas compañías, tiene bajo análisis un estudio para presentarle al Gobierno. “Tendría un impacto fiscal mínimo”, adelantó. Según Forn, la rebaja del IVA al 10,5 por ciento sería acompañada por una caída de los precios. Esa sería la manera de incentivar el consumo popular. La Copal está integrada por compañías de la industria de la alimentación y de la bebida. Además de Molinos figuran otras líderes multinacionales como Arcor, Aceitera General Deheza, Bimbo, Cargill, Coca Cola, Pepsi, Kraft y Nestlé.
–Con el actual nivel de precios, ¿cómo puede mejorar el consumo? –preguntó Página/12.
–La reducción del IVA sería “una buena medida” –acotó Forn.
La baja del IVA podría aplicarse a productos básicos como harinas, carne, legumbres, y algunos subproductos, entre otros. El pan y la leche ya gozan de ese beneficio.
El empresario convocó ayer al mediodía a una rueda de prensa con el objetivo de informar sobre una inversión de Molinos por 80 millones de dólares en San Lorenzo, provincia de Santa Fe (ver página 6). Se salió de ese libreto al comentar que el consumo de alimentos registró una “leve reactivación” el año pasado: entre 6 y 8 por ciento en relación al 2002. En ese momento, Forn destacó que la rentabilidad de las compañías del sector se encuentra en “niveles bajos”, y que éstos recién se recuperarían cuando mejore el salario real de los consumidores. “Una buena medida sería reducir a la mitad el IVA en algunos productos de la canasta básica. Tendría un impacto fiscal mínimo”, apuntó. Y remató: “La industria y también los supermercados no tendrían problema en trasladar la rebaja a los precios. Tendríamos mucho gusto en adherir”.
Existen dos motivos de peso para que los empresarios busquen una rebaja impositiva: lograr un incremento de sus ventas y reducir la competencia desleal. Según comentó el propio Forn, en el sector alimentario se observa un nivel importante de “informalidad: se nota evasión en el IVA”. Los empresarios creen que una rebaja de la alícuota disminuiría la tentación de evadir. Después de ponderar la política de Néstor Kirchner a favor del equilibrio fiscal, Forn dijo que la medida tendría un impacto mínimo en las cuentas del Tesoro. En las empresas sostienen que una rebaja de precios se correspondería con un incremento en las ventas y, por consiguiente, en una mayor recaudación impositiva.
Página/12 consultó a dos especialistas. Uno, el ex Bunge & Born Guillermo Carracedo, se mostró contrario a una baja del IVA. “Con las tasas diferenciales se eleva el riesgo de evasión, ya que se complica el control por parte de la AFIP. Y otro punto: ¿qué va a pasar con los insumos que compre la industria? ¿Continuarán en el 21 por ciento?”, se preguntó. A favor de la iniciativa se pronunció el tributarista Horacio Casabé. Señaló que “en casi todos los países de Europa se aplica una tasa múltiple. Está bien que se trate de hacer menos regresivo un impuesto que de por sí lo es”, explicó. Según calculó Casabé, una reducción del IVA a la mitad supondría rebajas de los precios de alrededor del 9 por ciento.
Hace 29 años, cuando se lanzó el IVA, los alimentos y medicamentos estaban exentos. Algunos productos suntuarios tributaban el 21 por ciento, pero la mayoría pagaba el 13. Ahora, mientras festeja la recaudación record, el Gobierno tendrá que decidir sobre la propuesta que piensan hacerle los empresarios.