ECONOMíA
› LA NEGOCIACION VISTA DEL OTRO LADO: ¿QUIEN SALVARIA AL FONDO?
El miedo a que Argentina hunda al FMI
El Comité Económico del Congreso norteamericano reclamó al FMI que eleve las tasas de interés que cobra a la Argentina, argumentando que el riesgo de default podría perjudicar a los contribuyentes norteamericanos. Subir las tasas sólo agravaría las cosas para el Fondo.
› Por Maximiliano Montenegro
El Comité Económico Conjunto del Congreso norteamericano reclamó al Fondo Monetario que suba las tasas de interés que cobra a la Argentina, con el argumento de que el riesgo de default podría perjudicar a los contribuyentes de Estados Unidos, el mayor accionista del organismo.
“La política del FMI, de prestar miles de millones de dólares a un país insolvente que pide prestado a tasas de interés ubicadas actualmente entre el 2 y el 4 por ciento, no es sano financieramente y no respeta la ley estadounidense”, disparó el vicepresidente del Comité Jim Saxton.
La declaración del congresista norteamericano confirma, como anticipó Página/12, la preocupación que existe en Washington por un eventual default argentino, el cual dejaría al Fondo en una situación financiera muy delicada. Sin embargo, elevar las tasas de interés no resolvería el problema para el Fondo sino todo lo contrario, lo agravaría.
En Argentina, “el riesgo de moratoria es real, y Estados Unidos, como el mayor accionista del FMI, acarrearía la mayor carga en una moratoria”, afirmó Saxton en un comunicado. “Mayores riesgos a los fondos de los contribuyentes claramente reclaman el cobro de tasas de interés más altas en créditos de emergencia”, agregó el legislador, quien defiende un proyecto de ley para que las contribuciones de Estados Unidos al FMI figuren en el presupuesto federal y sean sujetas a aprobación parlamentaria.
La administración Kirchner le contestó a través de José Octavio Bordón, embajador argentino en Washington. “Cualquier alza en las tasas de interés no sólo sería innecesaria dado el desempeño de Argentina, sino que agravaría aún más una situación ya extremadamente compleja”, sostuvo Bordón, en una carta dirigida a Saxton. El embajador destacó, además, que “la mitad de los argentinos vive en la pobreza” y que el año pasado la situación económica empezó a recuperarse, gracias a las políticas seguidas por el Gobierno. El Gobierno efectuó el martes pasado un pago de 3100 millones de dólares al FMI “tal como estaba previsto”, describió Bordón, quien recordó que el actual programa con el Fondo no otorgó al país dinero fresco, sino que reprogramó vencimientos a tres años con los organismos internacionales por 21.000 millones de dólares.
Esta nueva ofensiva de un grupo de legisladores norteamericanos ratifica la inquietud que reina en Washington por la fragilidad del Fondo Monetario frente a sus principales deudores. La concentración de créditos del FMI en un puñados de deudores se acentuó groseramente en los últimos años. Según consta en los balances de la entidad, en 1985, los cinco principales deudores del Fondo representaban una parte minoritaria de los créditos del organismo, mientras que el 57 por ciento de los créditos se distribuía entre una gran cantidad de países.
En 1998, el rubro “otros países” había descendido al 30 por ciento, en tanto que los 5 mayores deudores ya acaparaban el 70 por ciento restante. Pero el año pasado la concentración superó todos los límites. Hoy los 5 mayores deudores reúnen el 87 por ciento del total de préstamos (unos 87.000 millones de dólares), mientras que para los 176 países restantes que conforman el Fondo sólo hay disponible el 13 por ciento del total de la cartera.
Brasil y Argentina (después de Turquía, el segundo y tercero mayor deudor del organismo) concentran la mitad de los préstamos, mientras que Argentina por sí sola acapara el 15 por ciento. Semejante situación abre el interrogante de qué sucedería con el Fondo Monetario si el Mercosur le diera la espalda o alguno de sus mayores deudores cayera en default, como estuvo a punto de suceder el martes pasado, cuando la negociación entre la administración Kirch-ner y la gerencia del organismo transitó por la cornisa.
La respuesta es que los principales accionistas del FMI, el llamado Grupo de los 7, deberían recapitalizarlo. En ese caso el Tesoro norteamericano asumiría el mayor costo, ya que ostenta el 17 por ciento de las acciones del organismo. En los últimos días, una de las discusiones en el G-7 fue, precisamente, la firme negativa de Washington a contribuir con fondos frescos en el FMI ante un eventual default argentino, a diferencia de otros países, como Inglaterra –5 por ciento de las acciones–, que preferían abrir la billetera antes que otorgar el acuerdo a la administración Kirchner. No habría peor pesadilla para el gobierno de Bush en un año electoral que tener que justificar ante sus ciudadanos la necesidad de capitalizar al Fondo Monetario, un organismo ignoto para la mayoría de los norteamericanos.
El FMI ya cobra tasas de interés más a altas a la Argentina. Como el monto de préstamos otorgados (15.000 millones de dólares) representa casi 5 veces la cuota argentina en el Fondo, el país paga 2 puntos más de tasa de interés en comparación con los créditos de otros países.
La propuesta del Comité Económico Conjunto del Congreso de elevar aún más las tasas luce absurda. No sólo no mejoraría la solvencia del Fondo, sino que, al contrario, desnudaría su fragilidad. Cuando un banco no respeta la diversificación de cartera, una premisa para achicar el peligro de incobrabilidad, aumentar el lastre sobre sus deudores más riesgosos no hace más que empeorar el asunto. Como dijo Keynes, entonces el problema del banco es cómo hacer para que el deudor salga a flote, y no lo hunda con él, hasta el fondo.
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