Mié 27.03.2002

ECONOMíA  › ENCUESTA EXCLUSIVA A LOS QUE HACEN COLA PARA COMPRAR DOLARES

Los convoca el pánico al abismo

Una encuesta realizada ayer por Ibope revela las características de los desesperados por el dólar. Dan todo por unos pocos billetes.

› Por Raúl Kollmann

Los hombres y mujeres de la cola, los que están dispuestos a pasarse tres, cuatro o más horas en una fila para comprar 400 dólares, son la imagen del pánico, la desconfianza y los que no creen ya en nadie ni en nada. No es como dicen los banqueros: una minoría; son señores alineados que lograron una sentencia favorable en sus recursos de amparo y por esa vía consiguieron fondos para comprar. La gran mayoría son desesperados que están convencidos que viene la hiperinflación, que están seguros que el gobierno va camino al fracaso y que todo será peor, no en un futuro mediato sino ya mismo. Además, según ellos mismos reconocen, al menos una de cada diez personas hace la cola para ganarse unos pesos revendiendo el dólar o simplemente para guardarle el lugar a alguien que después le pagará por ese peculiar trabajo. Las colas son la imagen del sálvese quien pueda, la huida desesperada hacia una supuesta salvación individual.
Las conclusiones surgen de una encuesta realizada ayer mismo por la consultora Ibope OPSM, que conduce Enrique Zuleta Puceiro. La metodología fue muy simple: experimentados encuestadores, que trabajaron en encuestas electorales en boca de urna, se acercaron ayer a las colas del microcentro para ir formulándole las preguntas a quienes esperaban para entrar a comprar dólares. En total, se encuestaron 400 personas, una muestra muy grande teniendo en cuenta que los compradores en las distintas sucursales seguramente no sumaron más de 10.000 personas. La coordinación del trabajo corrió a cargo de Isidro Adúriz. Se trata del primer estudio sobre los que llenaron las calles para comprar dólares. El primer dato que arrojó la investigación fue que el 95 por ciento compran y sólo el 5 por ciento espera en la fila para vender.
“Es la gente que vive el aspecto más álgido de la crisis de expectativas –le dijo Zuleta a este diario–. De los muchos indicadores de la situación, el dólar es el más histérico. Quienes están en la cola viven en la zozobra, tratan de cabalgar la crisis y adoptan una posición desesperada. Por eso ganan la calle, venciendo todo tipo de dificultades.” Para Zuleta, la mayor parte de la sociedad adopta otra actitud. Esa mayoría es gente que toma el camino de las prevenciones, ahorra y dosifica los esfuerzos. Tal vez están resignados, buscando argumentos para decir “esperemos; ojalá que se solucione; veremos qué pasa”. El cuadro es completamente distinto al de los que hacen la cola: están en una actitud decidida y agresiva.
Hay un dato de importancia: en la encuesta hay un 13 por ciento que reconoce que viene a comprar para otro o para la empresa en la que trabaja. Sin embargo, los consultores consideran que la proporción debe ser mayor, porque debe haber gente que contestó la encuesta y no se atrevió a admitir que estaba comprando para otros. Los encuestadores que hicieron el trabajo dicen que vieron muchos jóvenes con apariencia de cadetes, empleadas de segunda línea y oficinistas que seguramente estaban allí enviados por otros. Por supuesto también están los desempleados: es imposible hacer tantas horas de cola teniendo un trabajo. El otro contingente notable es el de jubilados, que seguramente hacen la cola por ellos o por algún integrante de su familia.
Un elemento distintivo adicional es que no se trata de gente que vaya a cambiar montos importantes: el promedio verificado por la encuesta ronda los 500 dólares. “Obviamente no van personas con maletines ni custodias. Cambian lo que entra en un bolsillo”, razonó Zuleta.
En verdad lo más llamativo es que ese pequeño ejército que hace la cola se ha convertido en los últimos días en el referente político–informativo argentino. Lo que en algún momento era el riesgo país en los finales de la gestión De la Rúa, o los piqueteros y caceroleros de los últimos meses, ahora son los alineados en las filas frente a los bancos y las casas decambio. La imagen referencial del Gobierno y el Congreso son los carteles luminosos que anuncian el precio al que el ejército desesperado está dispuesto a comprar.

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