ECONOMíA
El Gobierno hace cuentas por la caída de la soja
El precio del cultivo “estrella” del campo argentino entró en un tobogán: ya retrocedió un 21 por ciento en dos meses y presumen que seguirá bajando. El costo para el Fisco supera los 500 millones.
› Por Claudio Zlotnik
En este primer año de gestión fue una de las principales aliadas de Néstor Kirchner y de Roberto Lavagna. La soja se convirtió en la estrella del campo y en una fuente destacadísima para la recaudación impositiva. Pero últimamente se está retobando: el precio cayó 21 por ciento desde sus máximos de hace dos meses –pasó de 750 a 590 pesos la tonelada–, y el Gobierno ya dio muestras de preocupación por esa tendencia. Si bien hizo un esfuerzo por desdramatizar la situación, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, advirtió, respecto de ese fenómeno, que “hay que estar atentos y preocupados”. Con esta baja, el impacto fiscal ya alcanza a 529 millones de pesos. Los especialistas creen que la soja seguirá bajando.
La caída de la soja se aceleró en la última semana, lapso en el que su precio bajó el 14,3 por ciento. Un derrape que se dio en el marco de una agitación de los mercados financieros. De hecho, las causas que originaron uno y otro traspié tuvieron puntos de coincidencias. La primera clave para entender el retroceso de la soja es lo que ocurre en China, el principal demandante de la oleaginosa. Ese país, que importa el 7 por ciento de la soja que se produce a nivel mundial, disminuyó sus compras en las últimas semanas por considerar que tenía suficiente stock. Reservas que acumuló durante dos años, tras las fallidas campañas sojeras de Estados Unidos. Ahora que se espera que este país productor vuelva con una gran cosecha, China decidió poner el freno y empezar a utilizar lo que ya tiene. El tema es tan candente que hay siete embarcaciones cargadas con soja de la Argentina y Brasil que se encuentran demoradas en las costas chinas, a la espera de que se les permita bajar la mercadería.
La noticia de que China compraría menos soja se conoció luego de verificarse que la producción argentina caería de 37 a 32,5 millones de toneladas por culpa de la sequía. De este monto, restaría colocar en los mercados unos 15 millones de toneladas. Si a este total se le aplican los 160 pesos de caída que acumula la tonelada de soja se llega a la conclusión de que los ingresos de la Argentina disminuirán unos 2250 millones de pesos. Como el Fisco se queda con el 23,5 por ciento en concepto de retenciones, la pérdida de recaudación trepa a 529 millones.
“El secreto es buscar mercados alternativos”, afirmó el jefe de Gabinete ante la nueva realidad. No obstante, la depresión sojera encuentra otras causas, además de lo que sucede en China: el aumento del petróleo y la inminente suba de la tasa de interés en Estados Unidos figuran también en primer plano.
La suba del crudo tuvo impacto directo en el valor de los fletes, un costo considerable si se tiene en cuenta que las exportaciones viajan al lejano Este. El negocio se hizo tan rentable que, en un contexto de crédito escaso a nivel internacional por la suba de las tasas de interés, los bancos de Wall Street están privilegiando a los astilleros para darles préstamos.
Las perspectivas son poco alentadoras. El aumento de la tasa internacional podría derivar en una revaluación del dólar que empuje más hacia abajo a los commodities. Los especialistas consultados estiman que la soja seguirá en caída libre. Ricardo Baccarín, de la consultora Panagrícola, previó que de los actuales 206 dólares, la tonelada descendería a 180. En la misma línea, el ex Bunge & Born Guillermo Carracedo dijo que no se sorprendería si el precio bajase un 10 por ciento adicional. También Jorge Ingaramo, director de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales, ensayó el mismo diagnóstico. Lo único positivo que auguran los expertos es que, a pesar de la retracción, la soja se mantendrá por encima de los valores del año pasado.