ECONOMíA
› URGE A EE.UU. Y EL FMI A REESTRUCTURARLE LA DEUDA
Brasil se cae, según Llach
› Por Julio Nudler
El endeudamiento brasileño es insostenible, según afirma en su último informe la Escuela de Dirección y Negocios de la Universidad Austral. El equipo de investigadores económicos que conduce Juan José Llach, ex mano derecha de Domingo Cavallo durante los primeros cinco a seis años de la convertibilidad, pinta un lóbrego cuadro del vecino, y el propio Llach sostiene que los Estados Unidos y el Fondo Monetario “harían bien en anticiparse a los acontecimientos y ayudar a Brasil a reestructurar su deuda pública de manera anticipada y ordenada”. Se recordará que en 2001, cuando la Argentina recorría un vía crucis en varios aspectos similar al actual camino del calvario que desanda Brasil, cualquier sugerencia en igual sentido, insinuando la conveniencia de organizar una reprogramación de la deuda, era rechazada por Cavallo con colérica indignación. Por suerte para él, Llach ya no formaba parte del gobierno de la Alianza, del que había sido ministro de Educación.
La Universidad Austral recuerda, sin ocultar su crítica, que desde el Grupo de los 7 y el FMI se señalaba a Brasil como el ejemplo a seguir, “el modelo a imitar, encarnación de la nueva ortodoxia, que combina tipo de cambio flotante, apertura de la economía y control fiscal”. Pero los hechos, según recalca Llach, están mostrando que la realidad es mucho más compleja y que “no puede taparse la impiadosa aritmética financiera con frases de apoyo”. Vale decir que la buena prensa lograda por el presidente Lula con su sorprendente ortodoxia fiscal, plasmada en una meta de superávit primario de 4,25 por ciento del PIB, sólo funcionó como escudo por un tiempo.
El informe detalla que las necesidades de financiamiento que tiene Brasil este año para afrontar los intereses de su deuda y los vencimientos equivalen a más del 20 por ciento de su Producto, lo cual es mucho peor que nada padecido por la Argentina antes de su última quiebra. La capacidad de pago con que cuenta el Estado brasileño es su superávit fiscal primario, que alcanza al 4,4 por ciento del PIB. En este mes de mayo le vencen facturas por cerca de 40 mil millones de reales, o poco menos de 13 mil millones de dólares. Si Brasilia sobrevive, en octubre pasará otro sofocón parecido.
La deuda bruta representa ya casi un 70 por ciento del Producto brasileño, proporción que no alcanzó ni la Argentina antes de caer en default y devaluarse drásticamente el peso. Este es otro claro indicador de lo insostenible que resulta la situación del socio mayor del Mercosur, agravada con el aumento de su riesgo país. Sólo para atender los intereses de su endeudamiento, Brasil necesitaría un superávit primario superior a 9 puntos de su Producto, con lo que su actual esfuerzo fiscal, por intenso que sea, no le evita incurrir en un déficit total de 5 por ciento y quedar por tanto al borde de la cesación de pagos.
Llach ubica la situación argentina a la sombra de este gigante regional que se tambalea, y comprueba que Néstor Kirchner se aproxima al primer aniversario de su gobierno con un optimismo declinante, afectado por las renovadas presiones inflacionarias, la todavía alta pobreza, el aumento de la deuda pública y su conflictiva reestructuración, un flojo desempeño exportador, la crisis energética y un contexto internacional que comienza a cambiar desfavorablemente. El ex hombre de Fundación Mediterránea elige hablar de un año de economía kirchnerista “con luces, brumas y ahora también caipirinha”.