ECONOMíA
› A LA ESPERA DE UNA SEÑAL FAVORABLE DEL G-8 AL PLAN BUENOS AIRES
Por ahora piden más cooperación
Hoy y mañana se reúne el Grupo de los Ocho países más poderosos del planeta. El mensaje apuntaría a seguir trabajando con acreedores.
“Argentina debe cooperar con sus acreedores.” Lacónica, con un dejo de ambigüedad, esta fue la primera señal de los funcionarios del Departamento del Tesoro. Fue ayer en Sea Island, en el marco de la primera jornada de la cumbre del Grupo de los Ocho, del que la Argentina espera una señal de apoyo al Plan Buenos Aires para salir de la cesación de pagos. No fue una declaración oficial, pero prenuncia lo que se escuchará hoy y mañana.
La importancia de la “cooperación” con los acreedores fue destacada off the record por un alto funcionario estadounidense, quien, sin embargo, evitó considerar en detalle la propuesta argentina. Ello no evitó que siguiera abundando en la misma línea. “Es muy importante para Argentina trabajar con sus acreedores”, insistió, sin que quedara muy en claro el significado del trabajo conjunto en una negociación que, para el Ministerio de Economía, ya terminó. La fuente destacó que “es importante que Argentina cumpla las promesas que ha hecho a la comunidad internacional y al FMI cuando firmó su programa” de créditos con esta institución financiera, el pasado septiembre. “La reestructuración de la deuda tiene que estar de acuerdo con esos compromisos”, completó.
La mayor generosidad de la propuesta conocida el 1º de junio pasado, que obligará a la Argentina a un esfuerzo fiscal por décadas, no parece haber conformado a los acreedores, que creen que el país crecerá más de lo que dice y, en consecuencia, estará en condiciones de pagar aún más. Pero en el Palacio de Hacienda no están muy preocupados por las declaraciones rimbombantes de los acreedores que amenazan con boicotear el canje. Sostienen que al nuevo plan de reestructuración de la deuda se adhieren los tenedores de bonos y no los lobbistas que dicen representarlos. Sin embargo, los lobbistas saben “golpear puertas” y encontrar oídos atentos. Este es el frente en el que han jugado desde el default. La realidad es que el nuevo canje de deuda, para tener éxito, esto es, para conseguir la adhesión de dos tercios de los bonistas, necesita del apoyo de la comunidad financiera oficial, al menos en los términos en que ha sido planteado. Por eso, el Gobierno espera que de la reunión del G-8 salga una declaración que favorezca la posición argentina. La idea es que la inevitable puja con los acreedores no sea desbalanceada, como ocurrió hasta ahora, por el peso del apoyo del FMI. Vale recordar que antes de la segunda revisión de las metas del acuerdo del pasado septiembre, el Fondo presionó para que el Comité Global, que se asigna la representatividad del 40 por ciento de la deuda, sea reconocido como interlocutor privilegiado. Las señales escuchadas ayer muestran que, por ahora, la mejora de las condiciones ofrecidas por la Argentina no parecen haber seducido a los funcionarios de Washington. Una declaración negativa del G-8 sería un duro revés para los negociadores argentinos.
El Plan Buenos Aires no está en la agenda oficial de la cumbre presidencial del G-8, pero es probable que alguno de los miembros del grupo –compuesto por Canadá, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia, Alemania, Italia y Japón– saque el asunto durante las conversaciones, que tienen un formato bastante informal. Ello se debe a que una importante porción de quienes invirtieron en papeles argentinos son residentes de los tres últimos países.
Mientras desde Argentina se espera el turno de “los mercados” (ver página 12), en las plazas internacionales, siempre acorde a lo esperado, continuaron las críticas al plan. A las cotidianas de los bonistas se sumaron ayer las de algunos bancos alemanes. De acuerdo con información de las agencias internacionales, expertos del Deutsche Bank, Hypovereinsbank, Dresdner Bank y Commerzbank coincidieron en afirmar que “es dudoso que, a la luz de la actual oferta, pueda alcanzarse una participación suficiente de acreedores en la reestructuración”. “Las discusiones serán durísimas y ninguna de las dos partes tiene mucho margen de maniobra, por lo que todo hace prever que habrá enormes dificultades.” Estas expresiones, realizadas por un economista del Commerzbank, que integra el grupo ABRA, Argentine Bonds Restructuring Agency, son una muestra de cómo responderán los mercados hasta el día previo al acuerdo.