Un día después de que los acreedores extranjeros presentaron una contraoferta por la reestructuración de la deuda, el Fondo Monetario se sumó a la presión para que el Gobierno acelere la negociación y cierre trato con los bonistas. Incluso el portavoz del FMI, Thomas Dawson, adelantó que funcionarios del organismo podrían formar parte de las próximas reuniones que armen los acreedores. Y advirtió que el Gobierno está en falta con la instrumentación de distintos temas que están trabando la aprobación de la tercera revisión del acuerdo con la Argentina.
Dawson mencionó que no se aprecian avances en la reestructuración de la deuda ni en la renegociación de los contratos de las privatizadas. También hizo hincapié en la falta de una reformulación fiscal y del sector bancario. Aspectos que forman parte de los habituales reclamos del Fondo.
A pesar de que la Argentina logró cumplir la meta fiscal anual en apenas cinco meses, el FMI sigue postergando la aprobación de la tercera revisión del acuerdo. En principio estaba previsto que eso ocurriera en los primeros días de este mes. A pesar de la demora, Dawson evitó declaraciones altisonantes y fue vago en las explicaciones: “Estamos en un proceso de más o menos contacto continuo”, dijo.
El portavoz reveló que había prevista una reunión informal de directorio para anteayer, donde se analizaría el caso argentino, pero que finalmente no se realizó. Dawson no dio explicaciones sobre el particular.
Cuando se refirió al encuentro de bonistas de anteayer, realizado en Nueva York, el funcionario apuntó que ningún directivo del FMI se hizo presente “por problemas de agenda”, pero admitió que la presencia de algún dirigente podría darse en futuras reuniones del GCAB, la asociación de acreedores. Tampoco quiso opinar sobre el contenido de la contraoferta –que prevé una quita nominal de la deuda de tan sólo 20 a 30 por ciento–, pero advirtió que “la resolución del tema de la deuda sería importante para que la Argentina pueda regularizar sus relaciones con la comunidad internacional”.