“No podemos firmar un acuerdo en las condiciones que pretende la Unión Europea, aunque debemos profundizar las negociaciones para encontrar la mayor cantidad de coincidencias que beneficien al Mercosur y la UE”, dijo el secretario de Agricultura y Ganadería, Miguel Campos, un día después de la suspensión de la ronda de negociaciones entre ambos bloques regionales a la agencia de noticias Infosic.
El Mercosur rechaza los condicionamientos que sigue imponiendo la UE al acceso de productos agrícolas y procesados. Por su parte, la UE reclama una mayor apertura del bloque del Mercosur a su oferta de servicios, principalmente en finanzas, telecomunicaciones y transporte marítimo. Las negociaciones se reanudarán la segunda semana de agosto en Brasilia, después de que las autoridades de ambos bloques mantengan contactos de alto nivel con vistas a destrabar el proceso y hacer posible la firma del acuerdo en la fecha convenida: en principio, en octubre próximo.
Según Campos, es muy probable que para octubre las diferencias hayan quedado atrás. Insistió en que “se debe seguir negociando” porque el convenio “es posible”. En un comunicado difundido el miércoles, la Cancillería argentina aseguró que el Mercosur presentó una oferta mejorada para llegar a un acuerdo y acusó a la UE de mantener una postura “inflexible” en el capítulo agrícola, que “bloquea” la negociación.
El ministro de Planificación, Julio De Vido, estimó desde Venezuela que “lo que provocó la discusión” fue que “ya había algún problema con la cuota de los productos a exportar”, aunque enseguida agregó que “más que suspensión, creo que hubo una impasse hasta la semana próxima, cuando va a haber una reunión de ministros”.
En tanto, Brasil reaccionó con sorpresa y desencanto ante la suspensión de negociaciones con la UE. “La expectativa con la que vemos la situación es negativa, porque ese acuerdo es bueno para ambas partes. Esperamos que sea apenas una parada técnica y que la negociación se reanude con más fuerza”, declaró el director de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil, José Augusto de Castro. El representante del sector exportador apoyó la decisión del Mercosur de abandonar la negociación, coincidiendo en que la oferta de la UE “no se ajustó a la expectativa del bloque” y añadió que, “a veces, es mejor no hacer un acuerdo malo, que suscribir uno que sólo sirva de constancia política”.
Mucho más crítico fue el sector agrícola brasileño, principal interesado y afectado por las restricciones a las importaciones europeas. La Confederación Nacional de Agricultura condenó la “intransigencia” de las dos partes: de los europeos, por haber hecho una propuesta que calificó de “inaceptable” y de “retroceso” en materia de cuotas al acceso agrícola y por mantener una larga lista de productos sensibles (con restricciones adicionales). Pero también arremetió contra el Mercosur, por no ceder más en compras gubernamentales y servicios. En cambio, la Confederación Nacional de la Industria dejó en claro que, aunque está a favor de reanudar las negociaciones, éstas “deben continuar el tiempo que sea necesario (incluso más allá de la fecha límite de octubre) para que los intereses de la industria brasileña sean adecuadamente tenidos en cuenta”.
Las perspectivas frente a un acuerdo con la Unión Europea diferencian las posturas de la Argentina y Brasil. En el mes de mayo, cuando el bloque comercial del Viejo Continente mejoró su oferta anterior de apertura de su mercado, en especial para productos agroprocesados, bienes industriales e incluso materias primas –aunque en este caso, escalonada a lo largo de una década–, los funcionarios de la Cancillería argentina creyeron que el acuerdo estaba al alcance de la mano. Pero no lograron que Brasil aceptara flexibilizar las condiciones para el ingreso de empresas extranjeras en servicios, finanzas y compras gubernamentales –mercados que la Argentina ya tiene ampliamente abiertos desde la década del 90–. Las negociaciones volvieron a trabarse y ahora la UE dio marcha atrás, al endurecer su posición. En un mes, continuará.