ECONOMíA
El otro partido Argentina-Brasil
No se trata de la final de la Copa América, pero la disputa por electrodomésticos tiene la misma tensión. Ya se aplican restricciones.
El canciller de Brasil, Celso Amorim, dijo estar convencido que las diferencias comerciales surgidas con la Argentina en materia de televisores y lavarropas podrán arreglarse “por la vía de la negociación”. Sin embargo, no descartó las versiones de que su país podría recurrir a la OMC para solucionar la conferencia, pero ello será sólo como “último recurso”. El diplomático reconoció que el Mercosur padece “problemas estructurales”.
Siempre atrapado en rencillas comerciales sectoriales antes que en la construcción de vías institucionales que faciliten la solución de controversias, el Mercosur continúa sin definir cuál será su estrategia de integración productiva. Esta situación se vuelve particularmente sensible cuando se trata de ramas industriales que compiten por el mercado “intrarregional”. El último escarceo fue el generado tras la decisión del ministro Roberto Lavagna, de imponer licencias de importación automáticas para la línea blanca. Previsiblemente, la medida causó considerable alboroto entre las partes interesadas. Y ello a pesar de que existieron instancias previas para que los empresarios de ambos lados de la frontera llegaran a un acuerdo. Finalmente, los empresarios lograron ponerse de acuerdo para establecer cupos para el ingreso de cocinas y heladeras a Argentina, pero no en el caso de los lavarropas y los televisores provenientes de la zona franca de Manaos.
Amorim, quien visitará Buenos Aires el 9 de agosto, explicó que la Unión Aduanera regional atraviesa “problemas estructurales” que resulta indispensable resolver, pero haciendo uso de un viejo lugar común sostuvo que ello debe hacerse “no para tener menos Mercosur sino para tener más Mercosur”.
“Lo que nosotros tenemos que pensar es en políticas industriales, agrícolas y tecnológicas integradas, de tal modo que no tengamos que apagar incendios como éstos”, reflexionó el diplomático. En realidad, el diagnóstico de la situación no supone ningún dato nuevo; la falta de diseño de políticas industriales comunes es un verdadero déficit estructural del bloque, evidente, por ejemplo, en la sobreinversión automotriz argentina y en la falta de acuerdo para elegir ramas de especialización y complementación productiva. Además, como sucede entre los países centrales y la periferia en materia agrícola, las políticas de incentivo industrial de Brasil actúan como una barrera que impide que, sin mayores diferencias de tipo de cambio, las diferencias puedan resolverse por la vía de la competencia intrasectorial.
Un punto especialmente sensible en la disputa por la línea blanca y televisores lo constituye la importante entrada de componentes importados, que integran los productos terminados con “origen Mercosur”, a través de la zona franca de Manaos, ingreso que está lejos de ser compensado por el funcionamiento de la zona aduanera especial de Tierra del Fuego.
El canciller reconoció que los lavarropas y televisores brasileños presentan “una situación política un poco especial, dado que provienen de zonas francas”. “Pero repito, vamos a resolver la situación por la negociación”, insistió. “En el caso de la relación Brasil-Argentina, ir a la OMC sería una solución de último recurso”.
Asimismo, destacó la competitividad de varios sectores industriales brasileños y sostuvo que ese factor “juega a nuestro favor y eso no se puede ignorar”. A su criterio, otro factor a tener en cuenta “es la necesidad de flexibilidad y de respetar sensibilidades en los procesos de transición que son naturales en toda integración”. “Yo creo que debe haber un equilibrio en esas dos cosas, por eso es preciso llegar a una solución negociada”, concluyó Amorim.