ECONOMíA
› SANTIAGO SOLDATI, DIRECTOR DE COMERCIAL DEL PLATA
Quiebra, gas y privatizadas
Fue estrella en el menemismo, pero el Tren de la Costa lo llevó a la convocatoria. Desde Venezuela –fue por el gas– explica el tropezón y su rol de diez años en Telefónica.
› Por Claudio Zlotnik
Página/12
en Venezuela
Desde isla Margarita
Sociedad Comercial del Plata fue uno de los grupos más poderosos de la Argentina. Y su presidente, Santiago Soldati, uno de los empresarios emblemáticos de la era menemista. Participó en varias privatizaciones. “Estuvimos en todas”, definió el propio Soldati. Tal vez no sea una exageración. Fue socio en Telefé, Telefónica de Argentina, Aguas Argentinas, Gas Natural BAN, Transener, Transportadora de Gas del Norte y Gas Andes. Salvo estas dos últimas, Soldati se desprendió del resto de las participaciones. Por esas ventas obtuvo fuertes ganancias. Pero una mala inversión en el Tren y el Parque de la Costa, desmembró al grupo. Cayó en convocatoria de acreedores y está a punto de perder la última joya: del 100 por ciento de la petrolera CGC tiene apenas el 19 por ciento. El resto les quedará a los acreedores. Como la compañía posee un área en Venezuela, Soldati estuvo en la isla Margarita. Pero se fue antes de la llegada de Néstor Kirchner. En diálogo con Página/12, el empresario defendió el proceso privatizador y habló de su relación con Carlos Menem. Y trató de explicar cómo permaneció como director de Telefónica diez años después de vender la empresa.
–¿Cómo explica la caída del grupo?
–Todo el mundo me pregunta lo mismo.
–¿Y qué responde?
–Que nos fue bien con las privatizadas, pero desgraciadamente nos jugamos mucho al país que, a comienzos de los años ‘90, crecía al 7 por ciento anual e invertimos en el Tren de la Costa. Nos endeudamos y después del Tequila fue imposible cumplir con un costo anual del 100 por ciento en dólares. Para peor terminamos la construcción del Parque en simultáneo con el estallido de la crisis asiática. Tuvimos que vender empresas para pagar los intereses de la deuda.
–¿Qué les queda?
–Además de la porción de CGC que nos quedará luego de cerrar trato con los acreedores, tenemos la mitad del Casino del Tigre, un desarrollo inmobiliario en el Delta y Milicom, una empresa de banda ancha de microondas. Del Tren retendremos sólo el 35 por ciento.
–¿Fue un error apostar por el negocio del entretenimiento?
–Hicimos varios estudios de mercado que afirmaban que íbamos a recibir millones de visitantes cada año. Fallaron. Nuestro error fue sobreinvertir en un rubro muy vulnerable a las crisis. Uno debe saber que puede ganar y perder en cualquier negocio.
–A propósito de esta última afirmación, usted participó en varias privatizadas. No fueron, precisamente, negocios con riesgos empresarios. ¿Qué opina?
–Había que estar en 1989, cuando nosotros decidimos participar en la privatización de Telefé. Con un panorama de hiperinflación, invertir en la Argentina era un riesgo. Lo hicimos igual. Y muchas empresas extranjeras que trajimos al país para que participaran del proceso también arriesgaron. Con el diario del lunes, una década después, algunos pueden decir que compramos baratísimo. ¿Pero quién hubiese invertido en ese momento en ese país? Nadie.
–¿Cuál era su relación con los grupos extranjeros que usted dice que trajo para entrar a las privatizadas?
–Fuimos a buscar empresas que tuvieran el know how (conocimiento) para invertir. Además, los argentinos no teníamos capitales ni tecnología para hacerlo. Una vez establecido el contacto, nosotros entrábamos a las empresas con una participación menor a la de los extranjeros. Gracias a este proceso, ahora podemos decir que existe tecnología en las empresas de servicios. ¿Usted se acuerda en qué condiciones estaban esas compañías?
–Pero las empresas se vendieron a precios de liquidación.
–Se presentaron muchos grupos a competir. Esos eran los precios del momento.
–En la mayoría hubo pagos simbólicos en efectivo y el resto en papeles de la deuda. Los empresarios recuperaron la inversión en muy poco tiempo y registraron ganancias extraordinarias.
–Se compitió. Ganó el que puso más. Nosotros le ganamos al Grupo Macri en Aguas Argentinas por el 7 por mil. Nadie quiso poner más.
–¿Qué piensa cuando, incluso desde el Gobierno, se formulan críticas al proceso privatizador?
–Que se acuerden del incendio que era la Argentina en aquellos años, y ninguna empresa funcionaba. Fue la mejor decisión que se pudo tomar. Ahora, las redes telefónicas, por ejemplo, son mejores que en Europa. Tenemos la última tecnología. No me parece mal que se renegocien los contratos. Hay que barajar de nuevo, pero sin maltratar a los inversores extranjeros. Si no, nadie querrá venir.
–Usted fue un empresario muy ligado al gobierno de Carlos Menem. ¿Qué análisis hace de aquellos años?
–(Silencio de 10 segundos.) La verdad es que no quiero entrar en ese tema. En ese momento se hizo lo correcto de acuerdo a lo que ocurría con la economía, de una manera muy bien pensada.
–¿Sigue en contacto con el ex presidente?
–No. Pero si me convocara, no tendría ningún problema en dialogar con él.
–¿Cómo ve la economía?
–Sigue creciendo. La apertura de nuevos mercados ayudan a consolidar el proceso. Por eso son muy importantes estos viajes. Son oportunidades buenas para colocar nuestros productos, exportar más y afianzar el crecimiento.
–¿Sigue siendo director de Telefónica?
–No. Lo fui hasta hace tres meses. Pero compramos una empresa en el sector de las telecomunicaciones y, por incompatibilidad, no pude seguir como director de una empresa de la competencia.
–¿Por qué permaneció en ese cargo ejecutivo diez años después de haber vendido su participación accionaria de la empresa?
–Les pareció importante que yo estuviera allí.
–¿Fue un reconocimiento de los españoles hacia usted por la privatización?
–No, ningún reconocimiento.