Mar 27.07.2004

ECONOMíA  › RESULTADOS POSITIVOS E INTERROGANTES EN EL SECTOR INDUSTRIAL

No todo lo que sube es reactivación

Los datos sobre el uso de la capacidad instalada dan una perspectiva distinta del análisis de la evolución de la industria.

Los indicadores de la actividad industrial siguen mostrando resultados favorables. El rebote de la demanda, tras haber alcanzado niveles muy cercanos al piso, sigue teniendo fuertes registros, cuando ya se cumplen dos años del inicio de la recuperación. El repunte del sector automotor, que a lo largo de los primeros seis meses del 2003 no había logrado alcanzar ni el 25 por ciento de utilización de su capacidad instalada, impulsa hacia arriba el índice por su elevada incidencia, más allá de que los números todavía hablen de un estado de profunda recesión (en junio todavía arrastraba casi un 65 por ciento de capacidad ociosa). Otros sectores, como industrias metálicas básicas, refinación de petróleo y textiles, se encuentran en umbrales muy próximos a la plena utilización de la capacidad, lo que le impediría seguir en lo inmediato con las altas tasas de crecimiento verificadas en los últimos dos años.
Conforme a las estadísticas desagregadas del Estimador Mensual Industrial (EMI) elaborado por el Indec, el crecimiento del nivel de actividad en el primer semestre con respecto al mismo período del año pasado tuvo al sector automotor como gran protagonista, con un aumento del 50,9 por ciento. Por ser un rubro de gran peso en la matriz industrial, esa evolución pesó muy fuerte para que el nivel general del indicador diera un aumento del 12,2 por ciento con respecto al año pasado. Sin embargo, al observar la evolución del uso de la capacidad instalada en el mismo sector, se verifica que todavía le falta un largo trecho para demostrar que la depresión quedó atrás.
Otro sector con fuerte peso en el espectro industrial, Alimentos y Bebidas, mostró un incremento del 8,1 por ciento en el primer semestre con relación a la primera mitad del 2003. Pero desde septiembre del año pasado hasta ahora se mantiene en un uso de su capacidad instalada de planta en torno del 73 por ciento. Pero, a diferencia de otros sectores, en diversos rubros de esta industria se observa la presencia de inversiones para ampliación de plantas o para erigir nuevas instalaciones.
El principal impulso, del lado de la demanda, viene dado por las compras desde el exterior de carnes blancas, carnes rojas y productos lácteos, los tres renglones de mayor crecimiento de producción con respecto al año pasado (19 al 24 por ciento). También presentan evoluciones favorables, en su comparación con el año pasado, la elaboración de aceites y subproductos oleaginosos (también en este caso con gran peso de la exportación), la producción de yerba mate elaborada y la de bebidas, todos con aumentos del orden del 5 al 6 por ciento con respecto a la primera mitad del 2003. En cambio, se verifica un descenso en las ventas de vino al mercado interno, comportamiento que se atribuye al incremento de precios en el último año, por una parte, y a su desplazamiento por otro tipo de bebidas, como cerveza o gaseosas.
En el rubro textil se observa que la producción de fibras sintéticas y artificiales es la que exhibe mayor incremento, seguido por tejidos e hilados de algodón. La mayor demanda responde, principalmente, a ciertos signos de reactivación del mercado interno, ya que los despachos externos están enfrentando dificultades en diversos renglones. La demora en el otorgamiento de licencias de importación en Brasil, por ejemplo, está originando una acumulación de stocks superior a la deseada, lo que llevó a disminuir la producción para liberar existencias. Otro dato sobre el que advierten los empresarios del sector es el mayor ingreso de determinados hilados importados, como poliéster, principalmente de origen brasileño y asiático.
El nivel de utilización de capacidad instalada llegó al 84,6 por ciento en junio para el conjunto del sector textil, lo cual en el corto plazo podría suponer una restricción al ritmo de crecimiento. Por otra parte, la señalada amenaza del ingreso de productos importados –incluso en rubros en los que se había alcanzado un acuerdo de limitación del comercio con Brasil– actúa como un freno para la decisión de nuevas inversiones que amplíen la actual capacidad productiva.

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