Si de señalar responsables se tratara, el ministro de Agricultura de Brasil, Roberto Rodrigues, ya tiene listo su dedo índice apuntando hacia la Argentina. El funcionario brasileño considera que el estancamiento en las negociaciones de un tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) ha sido fruto de las restricciones que la Argentina ha puesto a su país para la importación de electrodomésticos. Según Rodrigues, esta medida hace ver “frágil” al bloque sudamericano.
“En mi opinión personal, al observar esa situación, la Unión Europea consideró que no había consenso interno (entre Brasil, la Argentina, Uruguay y Paraguay) y que ello podía frenar las negociaciones”, sostiene Rodrigues al respecto, haciendo de inmediato la salvedad de que no se trata de una postura oficial del gobierno brasileño.
Sus palabras, sin embargo, contrastan con las declaraciones dadas la semana pasada por su compatriota y jefe negociador del Mercosur, Regis Arslanian, al calificar de “insatisfactoria” y hasta de “retroceso” la oferta europea en materia agrícola, razón a la cual atribuyó la decisión de retirarse de la ronda de conversaciones con la UE.
La interpretación de Rodrigues se da justo en medio de discusiones alrededor de las condiciones para la importación de lavarropas y televisores brasileños a la Argentina, quien ha decidido extender licencias no automáticas para la introducción de los primeros e imponer un arancel adicional del 21,5 por ciento para los segundos.
El canciller brasileño, Celso Amorin, incluso ha manifestado que, pese a confiar en que las diferencias con la Argentina se resuelvan de forma bilateral, no descarta acudir a la Organización Mundial del Comercio (OMC) “como último recurso”.
En tanto, su homólogo argentino, Rafael Bielsa, contempló ayer la posibilidad de “reformular posiciones” en las conversaciones sobre el acuerdo con la Unión Europea y reiteró que la Argentina no se sumará al Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA) sin sus socios del Mercosur.