Vie 12.04.2002

ECONOMíA  › CONFESIONES PRESIDENCIALES A DOS SENADORES DE CHILE

En busca de un ancla para el dólar

Al recibir una visita solidaria chilena, Duhalde dijo que piensa en anclar el tipo de cambio y se mostró irritado con el Fondo Monetario.

› Por Martín Granovsky

Nadie puede asegurar que el Presidente Eduardo Duhalde haga todo lo que dice o que diga todo lo que piensa, o ambas asimetrías a la vez, e incluso si piensa todo lo que dice, pero conviene computar el dato: ayer, en conversación con dos senadores chilenos, dio indicios de que analiza fijar el tipo de cambio. La interpretación es evidente: si lo lleva a la práctica, estará ejecutando exactamente lo contrario de lo que pide hoy el Fondo Monetario Internacional.
Duhalde recibió a la mañana a los senadores de la Concertación Democrática, en el gobierno desde 1990, Adolfo Zaldívar y Alejandro Foxley. Los dos son de primer nivel. Zaldívar es el actual presidente del Partido Demócrata Cristiano, el principal socio de la coalición junto con el Partido Socialista. Foxley fue presidente del PDC y, además, ministro de Hacienda. Ambos viajaron a la Argentina, dijeron, para expresar su “solidaridad” con el país y ofrecerse a hacer lobbying en los Estados Unidos a favor de un pronto desembolso financiero que dé un pequeño respiro a la economía en decadencia.
Al mediodía, en un almuerzo en la embajada de Chile, Zaldívar escapó a los discursos vacíos y habló de “una crisis financiera orquestada, manipulada o complacida desde afuera”. También pidió a los organismos internacionales de crédito que no traten a la Argentina con “un doble parámetro”. Lo escucharon el presidente del Banco Central Mario Blejer, el ministro José Ignacio de Mendiguren, el viceministro Jorge Todesca, el vicecanciller Jorge Faurie y, entre otros diplomáticos, diputados y funcionarios, Juan Carlos Olima, Alieto Guadagni, Darío Alessandro, Marcelo Stubrin, Eduardo Iglesias, Daniel Olmos y Luciano Fabris, además del ex vicecanciller Andrés Cisneros. Después, el embajador Jorge Arrate hizo propios los problemas de la Argentina.
Página/12 pudo establecer de funcionarios argentinos que en la conversación con Duhalde, antes, éste les dio dos impresiones:
- Una, la especulación sobre el tipo de cambio fijo y la necesidad de anclar el dólar para que no se dispare. Duhalde la barajó pero no dijo que fuese a aplicarla, y tampoco la relacionó con una nueva convertibilidad a un tipo de cambio más alto que antes.
- Otra, su irritación con el Fondo Monetario Internacional.
El miércoles el inspector del FMI, Anoop Singh, fue más lejos que ningún otro representante anterior. Convocó a los periodistas y les entregó un documento, escrito en inglés y traducido al castellano, en el que amenazaba con males mayores para el país si no se aceptaban las premisas del Fondo sobre ortodoxia monetaria y achicamiento fiscal.
Foxley le dijo a Duhalde, y lo repitió después en público, que el Fondo debe “terminar con la asimetría” de tratamiento, es decir que debe tratar a la Argentina con el mismo espíritu de colaboración que aplicó antes a México o Turquía. Para el ex ministro, la situación actual indica “indiferencia de la comunidad financiera internacional”.
Para Foxley la Argentina precisa “un paquete financiero de envergadura” para salir de la crisis y recuperar la confianza tanto interna como externa. “Necesita que se le tienda una mano en un momento difícil”, dijo, y recordó que la actitud de Chile es de “solidaridad y reciprocidad” por el apoyo recibido de la Argentina para recuperar la democracia, en 1990.
Fue después de escuchar expresiones como éstas que Duhalde dijo lo que dijo a Foxley y Zaldívar.
¿Reveló un plan? ¿Indicó un camino? ¿Quiso ponerse a tono, solamente, con el énfasis crítico de las visitas? ¿Pensó en voz alta? Imposible saberlo, y quizás ni el propio Duhalde lo sepa, pero siempre las cavilaciones de un presidente tienen más valor que las de cualquier otro, por la simple razón de que tiene la chance de llevarlas a la práctica. Si lo hiciera, eventualmente, Duhalde tendría que pasar por encima de Singh,y también por encima de su ministro de Economía Jorge Remes Lenicov, dos cosas que hasta ahora no realizó. Más bien hizo lo contrario.
En todo caso, el Gobierno argentino debería registrar no solo la solidaridad chilena sino su marca curiosamente heterodoxa, aunque no tanto. Curiosamente si se piensa que uno de sus autores es Foxley, quien no fue ministro de Economía de Patricio Aylwin en nombre del trotskismo. No tanto porque ya el 6 de marzo último publicó aquí una columna titulada “Hay que ayudar a la Argentina ahora”.

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