Mar 17.08.2004

ECONOMíA

La presencia del Fondo me perturba, la transversalidad me da ilusión

Alberto Fernández habló de las ventajas objetivas de vivir por un tiempo “sin la presencia perturbadora” del FMI. El jefe de Gabinete, en una entrevista con periodistas de Página/12, aseguró que “la transversalidad sigue viva”.

Por Felipe Yapur y Raúl Dellatorre

Alberto Fernández asume con facilidad el rol de alter ego del Presidente. Distendido por la hora –pasada la medianoche–, aunque todavía molesto por la derrota de su equipo, Argentinos Juniors, el jefe de Gabinete aceptó la entrevista por radio con dos periodistas de Página/12 en la madrugada del sábado, haciendo un recorrido por las relaciones con el FMI, con el peronismo y con los “transversales”. Fue en el programa Reincidentes, de AM 740 (Cooperativa). Uno de los interrogantes planteados fue por qué en pulseadas de alto contenido político y social, como la del PAMI para sacarlo de las estructuras de la corrupción, o con el Fondo para evitar condicionamientos que ahoguen al país, el Gobierno no convoca ni logra el apoyo de las fuerzas que siempre han tomado como bandera esos mismos objetivos. Esto es lo que respondió:
“Yo diría que tenemos en la sociedad un acompañamiento muy claro, con todas las dificultades que esto supone. Y gracias al acompañamiento es posible que muchos sectores políticos reacios a la transformación terminen digiriendo las medidas que se toman, casi como quien toma aceite de ricino. Ahí la sociedad está fiscalizando, se pone de nuestro lado y nos ayuda a corregir esas cosas. En un proceso como el que se está proponiendo, hay muchos sectores que resisten porque se perjudican con el cambio al no gozar de los mecanismos perversos que disfrutaron hasta hoy.
–¿Cómo repercutió en el Gobierno la postergación de la discusión con el FMI? ¿Le da más libertad para actuar sin necesidad de buscar la aprobación del Fondo?
–La postergación de la aprobación de las metas es una decisión del FMI que simplemente nos ayuda a seguir trabajando sin la presencia, por momentos perturbadora, de los organismos que supervisan nuestra economía.
–¿Y no tener esa “presencia perturbadora” les ayuda a avanzar en temas postergados, como por ejemplo mover los salarios estatales?
–Más que ayuda es una consecuencia práctica. Nos permite terminar de ordenar aspectos de la economía interna sin tener que discutir cosas que para nosotros es innecesario. Por ejemplo, cuál debe ser el superávit fiscal afectado al cumplimiento de obligaciones externas, o las compensaciones bancarias o una Ley de Coparticipación Federal, que tiene un efecto práctico casi nulo en los términos que se está reclamando. En verdad, nos evita discusiones sobre temas en los que ya tenemos posición tomada. Lo importante es dejar en claro que no tenemos ninguna vocación de interrumpir el acuerdo, que es el Fondo el que ha preferido postergar la discusión. Nosotros seguiremos cumpliendo las obligaciones asumidas, esperando que en algún momento la revisión constate el cumplimiento de todas las metas, algunas en exceso. Hasta tanto no se haga, seguiremos cumpliendo en la idea de preservar un acuerdo que nos parece que para la Argentina fue valioso.
–Un reciente documento del Ministerio de Economía cuestiona las propuestas de reformas estructurales del Fondo. ¿Esto significa que pueda haber un acuerdo sobre bases distintas cuando se traten las metas para 2005 y 2006?
–Mire, la mayor reforma estructural que la Argentina pueda hacer creo que está siendo hecha. Que es la idea de tener una economía que se vuelva competitiva en un mundo globalizado. La Argentina con una moneda razonable, que al mismo tiempo que produce, crece, genera trabajo y exporta. La misma Argentina que no incrementa su gasto público y logra niveles de superávit como nunca antes se había visto. Me parece que ésta es la mayor reforma estructural y a la que no se le presta atención.
–Para cuando se reanuden las negociaciones, ya sea en diciembre o en marzo, ¿el Gobierno siente que estará más fuerte que cuando negoció en agosto del año pasado?
–Hay una realidad objetiva que nos pone en una condición más ventajosa. Cuando el año pasado empezamos la discusión teníamos una situación interna de inestabilidad. Muchos entonces planteaban que el nuestro, era un gobierno recién llegado y débil, dependiente de los apoyos que había recibido. La recuperación de la economía, para muchos, no era más que un veranito sin ninguna prosperidad. Hoy las cosas se han dado de otro modo. Las reservas crecieron un 100 por ciento, el veranito económico es un crecimiento sostenido, el presunto títere se convirtió en un Presidente con fuerza, capaz de protagonizar cambios que la política económica argentina, durante muchos años de democracia, no se había animado. Y ese escenario genera una realidad muy distinta. Eso genera una calidad para el debate muy distinta de la de entonces.
–En el mismo sentido de fortalecer la calidad del Gobierno, ¿se podría decir que el Presidente va a ser el titular del PJ, como una manera de controlar el partido y no compartirlo con Eduardo Duhalde?
–Nosotros tenemos un Presidente que está muy dedicado a las tareas de gobernar. En verdad, la idea de presidir el peronismo a mí me parece muy linda, a la luz de mi condición de peronista, porque podría protagonizar en el PJ un proceso de cambio, de renovación, que es importante y necesario. Ahora, la posibilidad está directamente ligada a que sirva a la gobernabilidad, no entendida como un sistema de acuerdos o de componendas que mantenga a la clase política tranquila, sino a la gobernabilidad entendida como generadora de herramientas políticas imprescindibles para llevar adelante las transformaciones que se están reclamando. Si en esos términos el PJ gobernado por Kirchner sirviera a esa idea, pues entonces sería muy útil. Si así no fuera, me parece que lo mejor es concentrar todo el esfuerzo en la tarea de gobernar, que es la tarea central a resolver.
–Lo que se analiza hoy es si para disciplinar al PJ y a los que añoran el menemismo, la mejor forma era que Kirchner asuma el control del partido. Eso implica una expresión más fuerte de la interna con el duhaldismo.
–Sí... Yo creo que el contexto muchas veces condiciona esta suerte de análisis. A mí me parece que está claro que Kirchner ha logrado un nivel de liderazgo importante en Argentina, también en el peronismo, y que evidentemente esa condición le permite tener un acompañamiento en el peronismo, le diría que casi mayoritario. Y esto se ve claramente en algunas decisiones legislativas tomadas últimamente. Insisto, habrá que ver si para garantizar el mejor funcionamiento del país en pos de esos cambios es preciso que Kirchner presida el PJ. Si así fuera, recomendaría que se dé ese paso. De lo contrario, no sé qué utilidad tendría.
–¿Esto supone que pasaría a segundo plano la transversalidad?
–No, la transversalidad es un fenómeno social que ocurre con prescindencia de la voluntad de cualquier dirigente. Yo suelo decir que la transversalidad es la búsqueda de los argentinos de ciertos valores que han quedado olvidados en el tiempo. Y esa búsqueda muchas veces se encuentra representada en dirigentes de distintos partidos. La gente busca honestidad, justicia, igualdad, y a veces encuentra o descubre que en Buenos Aires lo representa un peronista, en Córdoba un radical, en Rosario un socialista, y la gente va detrás de esos valores con prescindencia de la pertenencia partidaria de aquel que mejor encarna esos valores. Ahora, si alguien piensa que la transversalidad es una nueva estructura política, que a la usanza peronista o radical se juntan dirigentes de distintos partidos para hacer un nuevo esquema de poder, eso es precisamente la negación de la transversalidad. La transversalidad es algo que seguiremos promoviendo como un punto de acercamiento en la sociedad, que está en busca de valores que nosotros también queremos representar. Desde ese lugar, la transversalidad está muy viva y la seguiremos afianzando.

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