Las buenas perspectivas de precios para los productores de carne vacuna que comenzaron a registrarse en lo últimos días, con aumentos en Liniers de más del 10 por ciento para el ganado en pie, amenazan con afectar los bolsillos de los consumidores. La carne bovina, de la que se consumen más de 60 kilogramos anuales por habitante, ha demostrado históricamente tener una demanda inelástica, lo que significa que los mayores precios no suelen traducirse en bajas significativas del consumo.
En la raíz del aumento de precios se encuentran dos factores que ya habían sido previstos por los analistas sectoriales. Uno es la disminución de la oferta provocada por las inundaciones en distintas zonas ganaderas. El segundo es el progresivo aumento de las exportaciones. A la recuperación de mercados tras la crisis de la aftosa, entre ellos un importante comprador como Chile, se agregó también el problema provocado en Estados Unidos con la aparición de casos del mal de la vaca loca, lo que motivó, para este país, una pérdida de mercados que sólo fue parcialmente cubierta por Nueva Zelandia y Australia. Pero merced al modelo de dólar alto las buenas noticias para los exportadores locales lo serán menos para los consumidores, quienes en las próximas semanas verán dispararse los precios del mercado interno.