ECONOMíA
Si hay desempleo no es porque falte trabajo, sino porque sobra aliento
El ministro de Trabajo explicó la suba de la tasa de desocupación en el segundo trimestre, que se oficializará el viernes próximo, por la “desaparición del efecto desaliento”: más gente busca trabajo.
El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, reconoció que la medición del desempleo del segundo trimestre, que dará a conocer el Indec la semana próxima, mostrará un incremento respecto del trimestre anterior. Sin precisar cifras, el ministro argumentó que ello se debe a la existencia de un mayor número de personas buscando trabajo y no a una caída de la cantidad de empleados, que incluso aumentó. Para Tomada, la razón es que “desapareció el efecto desaliento” característico de la década pasada.
En línea con las declaraciones efectuadas un día antes por Roberto Lavagna, en el Ministerio de Trabajo sostuvieron el argumento de la “tendencia creciente” en la evolución del empleo, aunque corrida un par de meses. Los relevamientos realizados por el Ministerio de Trabajo muestran, según describió Tomada, que el empleo subió en los meses de julio y agosto. Los datos que dará a conocer el Indec, en cambio, corresponden al segundo trimestre. El ministro Lavagna había adelantado que el desempleo fue mayor en abril que en junio. Si se suman ambas descripciones, la realidad del empleo sería un continuo aumento desde un pozo muy preciso, el fatídico abril.
La explicación para el bache del segundo trimestre en la que coinciden los integrantes del Ejecutivo es que aumentó la PEA, la Población Económicamente Activa, por definición los empleados más los que buscan activamente empleo. Los números mostrarían también un aumento en ambas porciones de la PEA, tanto la de empleados como la de los desempleados, pero creciendo estos últimos más que proporcionalmente. Si bien existe una expansión natural de la PEA, de carácter demográfico, el aumento de quienes buscan trabajo respondería al “fin del desaliento”. Para Tomada, esto se debería a que ahora “vale la pena buscar trabajo” porque existen incentivos.
En esta línea, el Ministerio de Trabajo difundió ayer un informe sobre el “Estado de las negociaciones colectivas en el período enero 2004-julio 2004”. Según el relevamiento, que no incorpora todavía el nuevo aumento del salario mínimo a 450 pesos publicado ayer en el Boletín Oficial, en los primeros siete meses del año se homologaron 199 convenios y acuerdos colectivos, cifra que supone “duplicar la dinámica negocial con respecto al promedio anual de la década del 90”.
El dato considerado más relevante por la cartera laboral fue el aumento del número de convenios “por actividad” en relación a los “por empresa”. Aunque los convenios por empresa siguen siendo mayoría por cantidad, representan el 62 por ciento del total, los “por actividad” involucran a un mayor número de trabajadores. Las cifras de Trabajo indican que los 199 convenios logrados alcanzan a 980 mil trabajadores del sector privado formal, pero solamente los acuerdos con cinco gremios –Alimentación, Construcción, Metalúrgicos, Transporte Automotor y Encargados de Edificios– involucran a 494.500 trabajadores. Por eso, para el Ministerio de Trabajo, el aumento del número de acuerdos por actividad supone la reversión de la tendencia a la descentralización de las relaciones laborales característica de la década del 90.
El eje sobre el cual giraron las negociaciones fue la cuestión salarial, que incluyó no sólo la incorporación de los aumentos de suma fija de 200 pesos a los salarios de convenio (decreto Nº 392/03), sino también el aumento del salario básico, la modificación de adicionales y el otorgamiento de beneficios sociales.
En la cartera laboral resaltaron una nueva característica distintiva de la estructura salarial, cada vez es mayor la porción del salario que es explicada por los valores de convenio, lo que marca otra diferencia con la década pasada, pues “los convenios vuelven a ser los reguladores del salario”, destacaron las fuentes. Si bien las pymes tienden a pagar el básico de convenio, al fortalecerse la negociación por actividad, en las empresas más grandes se consiguieron remuneraciones superiores a las escalas mínimas. Sin embargo, si bien en algunas ramas se pactaron aumentos salariales significativos en términos porcentuales, ello se debió, en muchos casos, a los bajos niveles de partida.
Como cabría esperar, los sectores más activos en materia de renegociaciones salariales fueron los más dinámicos de la economía. Algunos de ellos vinculados al mercado interno, como metalúrgicos y alimentación, y otros al comercio exterior, como pesca, petróleo y aceiteros.
En otro orden, Tomada rechazó las críticas del Banco Mundial sobre la legislación laboral argentina, calificada por el organismo financiero internacional como “poco flexible”. “Eso parece ya un poco viejo”, concluyó el ministro.
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