ECONOMíA
› EDUARDO CONSTANTINI, EMPRESARIO
“Una sociedad que marginaliza es obscena”
Es el dueño del Malba y del Banco Francés, el motor de Nordelta y del edificio Grand Bourg y uno de los grandes coleccionistas de arte del país. Estuvo cerca de la muerte y volvió de la experiencia con su lado espiritual más sensible. En este diálogo sus fuertes opiniones sobre justicia social y cómo deberían pagarse los impuestos.
› Por Marcelo Zlotogwiazda
Incluso los no muy sensibles a las artes plásticas suelen comenzar el diálogo con Eduardo Constantini por la vía de sus cuadros, como uno imponente que adorna su despacho en el Malba.
–¿Ese de quién es?
–De un uruguayo, José Cúneo.
–¿Tiene alguno preferido?
–Son tan distintos los cuadros... Manifestación, que es un cuadro de Antonio Berni, o el Tarsila do Amaral de mi colección.
–¿Cuál es el Tarsila de la colección?
–Abaporu.
Pero lo que más llama la atención no es el cuadro sino el propio Constantini. Llama la atención porque su presente, tras el grave accidente que sufrió hace once meses practicando kite surf (una mezcla de parapente con tabla de windsurf) lo muestra débil. Se lo ve torcido. Algo apagado. Lo opuesto al estereotipo de personaje exitoso, poderoso y deportista. Constantini está todavía en plena etapa de rehabilitación.
–¿Cuán cerca de la muerte estuvo?
–Me vi en peligro dos segundos antes del golpe, y en momentos de chocar contra la pared sentí la rotura de la columna. En realidad no pensé en la muerte sino en quedar discapacitado. Ese fue el miedo en el momento. Me costaba mucho respirar; había perforado el pulmón. Y cuando llegué al sanatorio perdí la conciencia por el multitraumatismo y los derrames internos. Ahí entré en coma varios días. La pasé muy mal; con respirador artificial y muchas alucinaciones.
–¿Qué le cambió en la cabeza y en el comportamiento?
–En la cabeza quedás más vulnerable. Después, en cuanto a la vida diaria no hay un gran cambio. Digamos un cambio de valores...
–¿No?
–Bueno, lo que sí hay es una mayor proximidad a lo espiritual. Se da un mayor ensimismamiento. Y en mi caso hubo un mayor contacto con lo sobrenatural. Cuando ocurre un accidente como el mío uno se da cuenta de que estás en las manos de un orden sobrenatural. Te sensibilizás.
–¿Era religioso y lo es más? ¿No lo era y pasó a serlo?
–Siempre fui creyente. Yo rezo; rezo con mis hijos cuando los acuesto. Pero no guardo todos los sacramentos. Y además está el hecho de que como estoy divorciado y vuelto a casar no puedo comulgar y eso me ha alejado del oficio de la misa.
–Anacronismo de la Iglesia, ¿no le parece?
–Me parece que sí. Pero es parte de los sacramentos de la Iglesia. Es el matrimonio instaurado por Dios. Es parte del dogma.
–Pasando a temas materiales, ¿cómo le está yendo en los negocios?
–Me está yendo bien. Pero no puedo olvidar lo que pasó. Mis dos actividades principales, la inmobiliaria y la administración de fondos se vieron muy afectadas en los últimos años. Hubo crisis tras crisis; una por año. Lo que hice fue preservar el capital, más que acrecentarlo.
–¿Cuánto dinero está administrando por medio de Consultatio?
–No lo puedo decir. Administro fondos de inversión, pero también dinero de familias. Son temas reservados. En esa actividad pudimos preservar el valor de los ahorros, lo que no es poco.
–¿Y la actividad inmobiliaria?
–Lo más afectado fue el alquiler de oficinas, en las torres de Catalinas en Retiro. La parte residencial se divide en dos: los proyectos en Capital Federal, y Nordelta en el Tigre, que es el más grande de todos. Después está Grand Bourg.
Grand Bourg es una torre de 14 pisos divididos en 21 unidades en la avenida Figueroa Alcorta a escasas cuadras del Malba. Es un proyecto a todo trapo y máximo lujo. Salió a la venta el año pasado a razón de 3000 dólares el metro cuadrado. Y pese a lo descomunal del precio, los departamentos se vendieron como pan caliente. En palabras de Constantini, Grand Bourg “es un producto único. Era el último terreno de esas características que quedaba en Buenos Aires. Es más que cualquier otro que haya o que se esté construyendo en la Argentina”.
–¿No es obsceno, o si usted quiere exageradamente frívolo que en la Argentina en crisis hubiera tanta avidez por esos departamentos?
–La obscenidad no está ahí. Yo creo que obscena es una sociedad que marginaliza, que multiplica su índice de pobreza. El gran problema que tenemos los argentinos es la ampliación de la brecha social. El mayor drama, por lejos, de la Argentina es su elevadísimo porcentaje de pobreza. Ahora bien, la solución a ese drama no es no construir Grand Bourg. La solución no es echar a la gente que tiene plata. En la sociedad contemporánea mundial hay fuerte polarización. Incluso en los países más desarrolladas, donde personas se gastan cientos de miles de dólares en un reloj, pero sus gobiernos les dan más respuesta a los sectores más humildes. Son sociedades incluyentes. Nuestro problema no está tanto en la polarización como en la exclusión.
–¿Cómo se autodefine políticamente?
–Yo no creo en la ideología. La ideología es un verso. Yo creo más en la moral o en los valores. Juzgo las cosas por su practicidad. Y la práctica demostró que el comunismo no funciona. Si bien partía de un ideal de sociedad mejor que el capitalista, terminó siendo un sistema centralizado ineficaz y corrupto.
–¿Qué balance hace del gobierno de Kirchner?
–Ha tenido la enorme virtud de lograr un espacio político en una sociedad que estaba totalmente descreída de los políticos. Es admirable que un señor con un muy bajo caudal político y electoral haya generado esperanza en la gente. Por otra parte se ha mantenido un orden fiscal y se evitó que la peor crisis de la historia terminara en caos e hiperinflación. No ha habido escándalo social ni desbarajuste monetario. Kirchner viene de una provincia que tiene orden fiscal, lo veo con intención de darle mayor peso a lo social. Lo que no tengo claro es si el Gobierno tiene capacidad de gestión. Tiene sus más y sus menos.
–¿Qué arroja el balance?
–El balance es positivo.
–¿No lo asustan las arengas del Presidente hacia los empresarios?
–Nunca vi en eso algo dramático. Lo veo como una estrategia de diferenciación de la etapa menemista. Si bien Kirchner se mostró demasiado confrontativo, en el fondo era algo para posicionarse y buscar una identidad que, finalmente, logró.
–¿Cómo evalúa la estrategia de negociación de la deuda?
–El default fue una cosa terrible, de lo peor que nos pudo pasar. Dado el default, la estrategia de negociación fue razonable; aunque la verdad hay que esperar el resultado para saber si fue o no fue una estrategia razonable.
–¿Y qué pronostica?
–La verdad, creo que se va a un acuerdo.
–¿Está más cerca de esto que está ocurriendo que del menemismo?
–Estoy en un término medio.
–Cuándo Kirchner habla de burguesía nacional, ¿qué le evoca?
–No me dice nada. Es un término de hace cuarenta años.
–¿No se siente aludido?
–Si se refiere a un empresariado argentino, yo estoy adentro. Tengo 58 años, voy a morir acá, tengo los olores de este país, tengo acá a mis hijos. Si quisiera podría vivir en cualquier ciudad del mundo. Pero irme de acá sería terrible.
–¿Cuánto hay construido de lo que va a terminar siendo Nordelta?
–Un tercio. Pero no estamos hablando de población. En población tenemos autorizados 138.000 habitantes. Yo creo que vamos a llegar a unos 50.000 habitantes dentro de algunas décadas. Ahora estamos en unas 1000 familias, y en unos meses vamos a llegar a las 1400 familias viviendo.
–Consultatio tiene la mitad de Nordelta. ¿El resto?
–Es una sociedad del exterior. Es un grupo de accionistas.
–¿Argentinos con dinero afuera?
–No. No creo. No lo puedo decir.
–¿Qué opina de la desmesurada cantidad de capitales argentinos que hay afuera?
–Que es una enormidad. Que es una calamidad. Si mi hijo viene y me dice que va a hacer un depósito a diez años en el Banco Nación, ¿yo qué le digo?
–¿Qué le dice?
–¡Que no! Un derecho fundamental es el de la libertad y el de la preservación. La gente tiene la plata afuera por temor. ¿Por qué si no? ¿Acaso son todos bandidos?
–No sé si llamarlos bandidos, pero me parece que buena parte de la gente tiene el dinero afuera porque es dinero negro.
–Puede ser. La cultura impositiva de la Argentina es lamentable.
–¿Cree, entonces, que una parte importante de los capitales que están afuera es dinero negro?
–Sí, un porcentaje importante es plata negra. Es un tema cultural que si no se modifica torna muy difícil aplicar instrumentos redistributivos. Porque en un país pobre que expulsa el capital, el gran fuerte de la recaudación terminan siendo los impuestos indirectos. Es una barbaridad que tengamos un IVA del 21 por ciento. Eso exacerba la brecha distributiva.
–¿Es decir que estaría de acuerdo con una reforma que recargue los gravámenes sobre el capital, las ganancias y los que más tienen?
–Por supuesto. En un país civilizado el impuesto a las ganancias tiene que recaudar más que el IVA, o sea lo contrario de lo que sucede aquí.
–¿Cree, por ejemplo, que el comprador de un departamento en Grand Bourg o los habitantes de Nordelta deberían pagar más impuestos?
–Estoy convencido de eso. No me cabe duda. Algunos me van a querer matar por lo que estoy diciendo. Pero no me importa. Otro disparate: éste es un país donde la renta financiera no tributa, está desgravada. Es un país de locos: la renta financiera pasiva no tributa, y el que trabaja tributa.
–¿Qué recomendación de inversión le hace a alguien con 100.000 pesos de ahorro?
–Cualquier bono tiene muy buena renta. Estamos en los primeros años después de un default.
–¿Qué quiere decir, que todavía falta mucho para el próximo?
–(Se ríe.)
–¿A quién votó para presidente en la última?
–A Menem no.
–¿Cuál fue su peor fracaso?
–Tower Records fue un gran fracaso. Otro gran fracaso fueron las punto com, Dinero Net y otras.
–¿Y su gran éxito?
–La compra del Banco Francés.
–¿Cuál fue el cuadro más caro que vendió?
–Jamás vendí un cuadro.
–¿Nunca?
–Nunca. El déficit del Malba es el 90 por ciento de sus egresos.