ECONOMíA
› SAMUEL KOBIA, MAXIMO DIRIGENTE PROTESTANTE DEL MUNDO
“La deuda argentina es ilegítima y antiética”
Nacido en Kenya, pastor protestante, es el secretario general del Consejo Mundial de Iglesias, que reúne a más de 340 iglesias protestantes, ortodoxas y anglicanas de 100 países y con 550 millones de fieles. Por su origen africano y por la realidad de millones de sus fieles, es un hombre lleno de opiniones sobre la democracia, la pobreza y el desarrollo.
› Por Washington Uranga
“Necesitamos democracias que puedan poner pan en la mesa de la gente” y “no hay reconciliación sin reparación y esta supone verdad y Justicia” dijo a Página/12 el pastor metodista Samuel Kobia (57 años), nacido en Kenya, secretario general del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), la mayor organización ecuménica mundial creada en 1948 y que actualmente reúne a más de 340 iglesias protestantes, ortodoxas, anglicanas y otras, presentes en más de 100 países y con una membresía total de más de 550 millones de cristianos. El máximo dirigente mundial del mundo cristiano no católico afirmó también que “todo el mundo sabe que la deuda argentina ha sido pagada varias veces, mientras el pueblo continúa en la pobreza” y sostuvo que “la así llamada deuda externa de la Argentina es ilegítima y antiética”. Kobia estuvo en Buenos Aires en el marco de una visita a cinco países latinoamericanos.
–América latina vive hoy en democracia, pero con altos índices de pobreza y desigualdad en la distribución de la riqueza. ¿Vale la democracia formal sin Justicia?
–Estoy convencido de que para que la democracia tenga significado debemos ir más allá de las elecciones simples y regulares. Es importante que las personas puedan ejercitar sus derechos civiles y democráticos, votar a los candidatos de su elección. Pero si la democracia no se traduce en una vida mejor, hablando desde el punto de vista económico, entonces tiene muy poco significado en la vida de las personas. Tiene que haber democracia también en términos de la distribución de los recursos del país. Por lo tanto, la justicia distributiva es sumamente importante y eso tiene que ver con asumir el tema de la pobreza. Porque no significa mucho que las personas tengan libertad para votar si después pasan hambre. De manera que deberíamos ir más allá de una democracia liberal y hablar de una democracia que pueda poner pan en las mesas de las personas. Aquí es donde aparece el asunto de la disparidad. La brecha entre los ricos y los pobres se está ampliando, tanto dentro de los países como entre unos países y otros. El sistema democrático debería preocuparse por las inversiones, los recursos y las maneras cómo se utilizan.
–En este marco ¿cuál es la responsabilidad de las iglesias?
–Las iglesias deberían desempeñar un papel de defensa de derechos y para lograrlo tendrían que estar informadas e informarse unas a otras sobre lo que ocurre en relación con la situación económica del país e internacional. Las iglesias deberían preocuparse seriamente por los presupuestos nacionales, saber exactamente cómo se utilizan, de manera de tener presupuestos que tengan en cuenta a las personas.
–A su juicio ¿qué papel jugaron las iglesias cristianas en la Argentina durante la dictadura militar? ¿Cuáles son los temas pendientes en esta materia?
–Las iglesias aquí en la Argentina asistieron a las familias de las personas afectadas por las violaciones de los derechos humanos, a las familias de los desaparecidos. También ayudaron a informar y a denunciar acerca de lo que estaba pasando en la Argentina. Fue así que el CMI pudo tener una actitud activa de apoyo a las iglesias en la Argentina. En relación con los temas que aún quedan pendientes, quisiera mencionar en primer lugar el tema de la verdad. ¿Qué pasó realmente con los desaparecidos? ¿Qué pasó con la información y los registros que podrían ayudar a saber el destino de los desaparecidos? Porque saber la verdad acerca de lo que les pasó a sus seres queridos es muy importante para su propia tranquilidad. En segundo lugar, quisiera mencionar que no se ha hecho justicia realmente, porque es necesario compensar a las familias, es necesario aplicar un tipo de Justicia que sea restauradora. Mientras no se haga eso para la satisfacción de las familias de los desaparecidos y de aquellos que fueron torturados o maltratados, entonces no se habrá hecho justicia. Y todo esto es fundamental para construir una nueva sociedad en la cual no se puede tolerar la impunidad. Pienso que el Gobierno todavía tiene una responsabilidad en esta materia y las iglesias tienen un papel importante en este tema.
–¿Usted piensa que la reparación es condición para la reconciliación?
–Sí. Creo que no se puede obtener la reconciliación sin hacer justicia. Tendríamos que poner nuestros esfuerzos en una reconciliación con Justicia, aunque sea costosa, y no en una reconciliación barata. Hablar de reconciliación simplemente como una forma de calmar a las personas no es suficiente. La reparación se convierte en un prerrequisito para una reconciliación que tenga un significado verdadero.
–¿Qué aspectos le preocupan sobre la situación argentina actual?
–Nuestra preocupación actual tiene que ver con la situación económica. Sabemos que la Argentina pasó por una etapa muy difícil en el año 2001, cuando las instituciones financieras colapsaron. Realmente nos sorprendió mucho cómo los argentinos mostraron solidaridad los unos para con los otros para superar esta situación tan difícil. Eso demuestra cómo las economías del afecto pueden ayudar a los seres humanos en situaciones difíciles. Pero sabemos que el problema no está erradicado, no terminó todavía. El problema de la deuda sigue siendo una prioridad. Creemos que la Argentina ha pagado con creces su deuda, pero sigue habiendo deuda que pagar. Y también creemos que hay un problema respecto de la deuda que debe pagarse, porque la consideramos ilegítima e incluso no ética. Por lo tanto, necesitamos encontrar un nuevo enfoque, basado en una perspectiva moral.
–¿Cuándo una deuda es ilegítima? ¿Hay que pagar la deuda ilegítima?
–Cuando hablamos de pedir prestado, prestar y pagar, es importante también tener en cuenta que hubo alguien que pidió prestado de manera irresponsable y alguien que prestó también de manera irresponsable. Esta es una cuestión ética. Una pregunta sería ¿por qué una dictadura militar pide prestado, a nombre de quién pide prestado y quién se lo presta? ¿Cómo se utiliza ese dinero? Pero también debemos preguntarnos ¿quién le prestó a ese tipo de gobiernos no democráticos? La cuestión de la ilegitimidad concierne tanto al que pidió prestado como al que prestó. Es sobre esta base que desde el CMI podemos declarar que la deuda es ilegítima. Si establecemos esa ilegitimidad, yo diría que pagar esta deuda es irresponsable, no ético e injusto. Porque si usamos nuestros recursos y el dinero que proviene de los impuestos en pagar una deuda que no se invirtió para beneficio del país, estamos hablando de un problema ético. También es importante que tanto los que prestaron como los que pidieron prestado puedan ser auditados y se hagan responsables de lo que hicieron. Esto puede aplicarse en el caso de los gobiernos que no son democráticos, como también a aquellos gobiernos democráticos que no utilizaron el dinero en beneficio del país.
–¿Qué apreciación recibe de las iglesias latinoamericanas respecto de la situación en estos países?
–Sabemos que existen avances en el proceso de democratización. En países que tenían administraciones democráticas muy débiles, ahora hay gobiernos democráticos instituidos. Hay también nuevas formas de abordar la economía, en particular las disparidades entre los muy ricos y los muy pobres. Muchos gobiernos están tomando muy en serio este tema y han establecido políticas muy claras para solucionarlos. Ahora hay más respeto por los derechos humanos. En muchos casos, se va más allá de la versión tradicional sobre derechos humanos, para hablar de la dignidad humana. Uno de los problemas serios que hay que abordar sigue siendo cómo hacer las paces con el pasado. Especialmente en aquellas situaciones donde no se conoce la verdadera realidad del sufrimiento del pueblo.
–El mundo está atravesado por situaciones de violencia. El presidente Bush habló en más de una ocasión de “guerra santa”. ¿Es verdad que detrás de esta violencia hay motivos o razones religiosos?
–Yo estoy de acuerdo que la religión se utilizó antiguamente para justificar la guerra. También hay una doctrina sobre la “guerra justa” o la “guerra santa”. Pero creo que ha llegado el momento de preguntarse si esto es verdadero. Por supuesto que existe el derecho natural a la defensa cuando alguien es atacado, pero creo que cualquier guerra iniciada por un país o por una organización, no tiene manera de ser considerada como una “guerra santa”. Más aún la llamada “acción preventiva”. Estamos totalmente en contra de cualquier “guerra preventiva”. Está muy mal que Bush provoque o llame a una guerra basada en la religión. Está mal tanto si este recurso es utilizado por los Estados Unidos como por el Islam. Creo que cualquier religión que se precie no puede fundamentar una guerra en motivos religiosos.