ECONOMíA
› DEBATE SOBRE EL DESEMPLEO
¿Llegará al dígito en el 2005?
La caída de la desocupación llevó a Economía a pronosticar que bajará del 10 por ciento, a fines del año próximo.
Los economistas Frenkel y Lindenboim discuten esa posibilidad.
› Por David Cufré
A medida que la convertibilidad fue mostrando su doble cara de crecimiento con caída del empleo, la desocupación se empezó a convertir en una obsesión, que estalló cuando superó por primera vez el 10 por ciento. Fue en mayo de 1994, con 10,7 puntos. De allí en más, la hiperdesocupación se instaló como una herida permanente. Esta semana, el Indec informó que el desempleo cayó. El Ministerio de Economía se apuró a pronosticar que a fines de 2005 estará por debajo del 10 por ciento, cerrando un círculo que se abrió hace más de una década. ¿Será así?
“Como ciudadano, me encantaría suscribir el optimismo de los funcionarios. Pero me parece que su afirmación no es demasiado sustentable.” La opinión pertenece a uno de los peso pesado entre los investigadores de las cuestiones laborales: Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios sobre Población Empleo y Desarrollo (Ceped) de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.
“Seguro que es posible. Estamos viviendo la contracara de la convertibilidad. Antes la economía expulsaba trabajadores porque necesitaba ajustarse a salarios en dólares muy altos. Ahora crece y absorbe mano de obra”, interpreta otro de los economistas más renombrados y seguido por muchos de sus colegas, Roberto Frenkel.
Ambos respondieron a la consulta de Página/12 sobre las expresiones del subsecretario de Programación Económica, Sebastián Katz, y del director de política Macroeconómica, José Luis Maia. “Hacia fines del próximo año la desocupación podría aproximarse al 10 por ciento”, dijeron. “Ahora la Argentina no sólo crece sino que lo hace con mucha inversión, creación de empleos y un superávit fiscal inédito”, redondearon. Maia agregó que la velocidad de la expansión “sigue siendo inesperadamente alta”.
Y es justamente ese punto el que lleva a Lindenboim a descreer. En los últimos doce meses, que fueron excepcionalmente buenos, la desocupación bajó 3,1 puntos. Es un ritmo que no se podrá mantener. La creación de puestos de trabajo de los últimos dos años fue propia de una economía que estaba saliendo del pozo. Esa situación terminó. Ahora es muy difícil que el crecimiento sea tan alto. Además, para mí corresponde tomar el índice que contempla como desocupados a los beneficiarios del plan Jefas y Jefes de Hogar, que está en 17,6 por ciento”, explicó.
Desde su punto de vista, la economía avanzará más despacio porque será necesario aumentar la capacidad productiva. Y si bien reconoció que está en marcha un proceso de aumento de la inversión, consideró que llevará tiempo hasta que esas inversiones maduren. “Además, existe un factor importante de incertidumbre que es el resultado de la reestructuración de la deuda. Yo no soy de los que ponen este tema delante de todo, pero tampoco hay que olvidarlo”, exhortó. Respecto de la elasticidad empleo-producto, es decir, cuántos puestos de trabajo se crean por cada punto de avance de la economía, Lindenboim pronosticó que bajará del 0,78 por ciento actual. En el segundo trimestre, de hecho, era de 0,90. Y esos niveles son muy superiores a los de la convertibilidad, cuando osciló entre 0,26 en la primera mitad de los ’90, y 0,52 en la segunda. “Cuando aumenta la productividad del trabajo, cae la generación de empleo. Y ahora empezará a subir la productividad. Es lógico que así sea, porque si no, empezaría a perder competitividad de la economía”, concluyó.
Frenkel, por el contrario, encontró razones para respaldar la estimación de que las fiestas del próximo año se celebrarán con una desocupación inferior al 10 por ciento. “El modelo de crecimiento promueve el desarrollo de actividades que son fuertes demandantes de mano de obra. Con un salario en dólares más bajo, es posible producir zapatos, juguetes, autopartes y muchas otras cosas que crean empleo”, remarcó. “Hay un círculo virtuoso de recuperación del mercado interno, del consumo, de la producción y de la inversión que no tiene por qué interrumpirse”, añadió. El economista recomendó mirar la experiencia chilena de mediados de la década del ’80 a fines de los ’90. “Hubo 13 años de crecimiento sostenido en base a un tipo de cambio real alto. Y crecieron al 7 u 8 por ciento anual, como lo estamos logrando ahora nosotros. Así fue como pasaron de una desocupación superior al 30 por ciento a otra de un dígito.”
–¿Es posible sostener una suba del PIB tan fuerte por tanto tiempo?
–Mientras se mantengan los estímulos adecuados, es posible. Las dos trabas que históricamente complicaron a la Argentina, en este momento no están presentes. Por un lado, no hay restricción externa. Existe un alto superávit de cuenta corriente y la preocupación para el 2005 no es la falta de divisas sino cómo sostener el tipo de cambio, cuando se produzca una fuerte entrada de capitales al terminar con el default. La otra restricción era la inestabilidad monetaria y financiera, producto de los problemas fiscales. Ahora hay un fuerte superávit e inflación baja. Con estas condiciones, la máquina del capitalismo puede hacer su trabajo. Una de sus ventajas, si sacamos todo su costado de injusticia, es que permite un crecimiento rápido”, detalló.
Ni siquiera los ruidos políticos pararían el crecimiento. El próximo año es de elecciones y la continuidad de Roberto Lavagna quedó con una dosis de duda. “Cuando renunció Chacho Alvarez, en octubre de 2000, se produjo la primera corrida. Pero en ese momento, cualquier señal podía gatillar una corrida. Hoy la situación es tan robusta que el Presidente y el ministro se pueden pelear, sin que eso mueva el precio del dólar”, afirmó.
Más allá de si el desempleo seguirá bajando rápidamente o no, otro tema de debate son las condiciones laborales. “La virtud de las cifras de la desocupación de los últimos dos años es que hay más gente ocupada y que algunos mejoraron el poder de compra de sus ingresos. Pero no mucho más. Estructuralmente, la pérdida de calidad del empleo de la última década llevará mucho tiempo revertirla”, alertó Lindenboim. Frenkel, más optimista, puso el acento en un relativo cambio de tendencia, con “una recuperación del salario real y una mayor creación de empleos formales en el último trimestre”.