ECONOMíA
› LOS ESTADOS UNIDOS CONTINUAN CON SUS AMORES QUE MATAN
“Nosotros apoyamos a Duhalde”
El encargado de la Argentina y Brasil en el Departamento de Estado dijo que “los 14 puntos van en la dirección correcta”, aunque no habló de fondos frescos ni créditos.
› Por Martín Granovsky
Desde Washington
Es difícil saber si los Estados Unidos ayudarán efectivamente a la Argentina con dólares frescos, pero las palabras suenan dulces, muy dulces: “En la Argentina no hubo default político, Duhalde es el presidente democrático y constitucional del país, sigue siéndolo y nosotros lo apoyamos en esa tarea”, dijo ayer el director del área Cono Sur del Departamento de Estado norteamericano, Gerard Gallucci.
Gallucci habló en el seminario “Después del default, el papel de la Argentina en los asuntos internacionales”, que organizó en Washington el influyente Woodrow Wilson International Center for Scholars que dirige el académico Joseph Tulchin. El título encierra una primicia –que la Argentina tiene realmente un papel en el mundo, cuando en verdad ni siquiera puede ejercer libremente su derecho al contagio económico– y el desarrollo consistió en dos paneles con argentinos y norteamericanos tratando de ver si hay vida después del cataclismo.
Gallucci, que obviamente no hizo de analista sino de diplomático, o sea de operador político internacional, siguió la última estrategia de su gobierno: tomarle la palabra a la Argentina y aprovechar el absurdo debate nacional sobre si hay que enviar misiles a la sede del Fondo Monetario o hacerse colonia norteamericana.
Washington parece saber que los 14 puntos firmados la semana pasada por los gobernadores y el Presidente Eduardo Duhalde son formulaciones vagas, pero tratará de usarla como una base para políticas concretas.
“Los 14 puntos ponen a la Argentina en la dirección correcta”, dijo Gallucci. “Vemos que la Argentina sigue comprometida con el mundo exterior.” Y en otro espaldarazo verbal que aquí también funciona como elogio-presión presentó a Duhalde como la continuidad de Carlos Menem y Fernando de la Rúa.
También dijo el diplomático que tenía grandes coincidencias con la Argentina en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, es decir Cuba. Y reveló que ambos países hablaron sobre Colombia y Venezuela. Gallucci no explicó el contenido de esas conversaciones pero afirmó:
–Cambiamos opiniones y podemos hacer algo juntos.
Sobre Venezuela, los dos países disintieron. Washington fue proclive al golpe de Estado de Pedro “El Instantáneo” Carmona y Buenos Aires lo condenó de inmediato. En cuanto a Colombia, el secretario de Estado Colin Powell aumenta estos días sus pedidos al Congreso norteamericano de escalar la participación en la lucha antiguerrillera. Ese curso de acción influirá sin duda en América latina, seguro blanco de futuros pedidos de mayor compromiso por comisión (tropas, asistencia técnica) o por omisión (ojos para otro lado ante operaciones bélicas de una calidad agresiva nueva).
Al margen de Gallucci, los panelistas estadounidenses, a los que escuchó una audiencia de académicos, embajadores, empresarios, ex embajadores o todo a la vez, como Terence Todman, no mostraron homogeneidad para analizar la crisis.
Sonó casi optimista Moises Naim, jefe de redacción de la poderosa revista Foreign Policy, cuando dijo que la Argentina no tiene por qué tener un futuro distinto al de Rusia o Corea del Sur, y que la crisis sí o sí se resolverá, aunque “eso no ocurrirá de manera masiva, inmediata ni mañana”, porque la idea argentina de la propia excepcionalidad incluso para el horror no resiste ningún análisis. Para Naim, habrá cuatro bocas de salida:
- Sustitución de importaciones, “no porque lo quieran sino porque nadie les venderá nada sin plata”. Dijo que “habrá cumpleaños, y los chicos necesitarán regalos, y entonces habrá juguetes producidos en pesos yvendidos en pesos, y no serán tan lindos pero serán juguetes fabricables y comprables en la Argentina”.
- Crecimiento de las exportaciones. “Las empresas que sobrevivieron a la convertibilidad son muy competitivas”, opinó el experto.
- Turismo. “Antes era imposible pagarse un viaje a la Patagonia, y ahora es barato.”
- Inversión extranjera. “Habrá casas bien comprables en Buenos Aires.”
Para Naim, “los argentinos dudan de que vayan a recuperar la estabilidad política, pero lo harán, a menos que uno piense que estén menos dotados para la democracia y la política que los rusos, y como editor de una revista internacional les aseguro que es bastante difícil”.
Arturo Valenzuela, el ex encargado para América latina de Bill Clinton, se preguntó si en convertibilidad las reformas se hicieron bien.
Judith Evans, una brillante ex corresponsal en la Argentina, dijo que la crisis argentina “fue el choque de trenes más cantado de la historia”, y recomendó reorientar el análisis sobre la relación con el Fondo. “No es cuestión de cuánta plata, sino de qué política”, dijo, tras sostener que según algunos expertos “la Argentina es como si en los Estados Unidos hubiera triunfado el sur en la guerra de secesión”. También alertó contra los que hablan mágicamente de una nueva clase política. “Está bien, pero ¿cómo se llega?”.
Robert Devlin, del Banco Interamericano de Desarrollo, fue sincero ante una consulta sobre si no era contradictorio que se hablara de ayuda cuando los Estados Unidos estaban aumentando los subsidios al agro para asegurarse los votos en las próximas legislativas. “Sí, pero ése es el mundo que tendrán que afrontar”, respondió secamente.
Del lado argentino la periodista Ana Barón, corresponsal de Clarín en Washington, recordó que la política hacia el país había cambiado con George Bush (“No más plata, no más paquetes de rescate”) y subrayó la crisis de credibilidad entre la dirigencia argentina y los argentinos y entre esa dirigencia y la dirigencia norteamericana.
Y el consultor Pedro Lacoste demostró por qué es uno de los pocos consultores económicos que miran más allá de la City financiera. “Seamos pragmáticos con el Fondo”, dijo. “La inflación está haciendo su trabajo y los costos provinciales se licuarán.” Pidió “no más magia para enfrentar la realidad (la convertibilidad fue una forma de magia, y la dolarización también lo sería)”, y dijo que “hay que entender las reglas de juego de la economía global para ser parte, no para ser estúpidos”.