ECONOMíA
Se espera que la montaña rusa del canje suba fuerte esta semama
Tras algunos días de escaso entusiasmo y a una semana del fin de la “fase temprana” de la operación, en Economía reina el optimismo a la espera de una avalancha de bonistas.
La primera fase del canje de deuda finalizará esta semana. El viernes 4 caducará el plazo para la adjudicación de los bonos par, que no poseen quita nominal. La lenta demanda de estos papeles llevó esta semana a que muchas voces vinculadas al poder financiero comenzaran a hablar de que la Argentina conseguirá un escaso acatamiento a la operación y se verá obligada a mejorar la oferta. En Economía, en cambio, sobra el optimismo. Sostienen que en el país ya se consiguió el 80 por ciento de adhesión y que esta semana habría “sorpresas” en los mercados internacionales. También atribuyeron el freno de la demanda de la última semana a que muchos pequeños ahorristas fueron influenciados por quienes apostaron al fracaso de la operación y recién ahora comienzan a convencerse de que no habrá una mejora de la oferta. La confianza de los hombres de la Secretaría de Finanzas se basa en las compras de los viejos bonos que están realizando muchos inversores especializados.
El vencimiento del próximo viernes es el del llamado “período temprano” de la operación, durante el cual se estableció el privilegio para los tenedores de hasta 50 mil dólares para optar por los bonos par sin quita nominal de capital.
El viernes pasado, en tanto, venció el plazo para que los tenedores de cuotapartes de fondos comunes rescataran sus tenencias y se espera que a partir de hoy las administradoras de estos fondos realizarán la presentación para ingresar al canje. Se espera que ello se traduzca en el aporte de alrededor de 400 millones de dólares más a la operación.
Se espera que parte de estos fondos se destinen a los bonos par, pues existe una normativa especial que les permite a las administradoras salvar el tope de 50.000 dólares establecido. El argumento es que entran al canje en representación de sus clientes, a los que se supone mayoritariamente tenedores de cifras menores.
No obstante, la atención no estará puesta en el mercado doméstico sino en el internacional, donde se espera contar con una creciente adhesión de minoristas a medida que se aproxime la fecha tope.
La situación es seguida de cerca por los principales actores de los mercados financieros internacionales. Un hecho conocido desde fines de noviembre, pero que se habría agudizado en los últimos días es la fuerte compra de los viejos bonos por parte de grandes jugadores, bancos y fondos de inversión. Las interpretaciones de este hecho son variadas y dependen del capricho del interlocutor. Para algunos se trata de adquisiciones de quienes apuestan al fracaso de la operación. Las compras de los viejos papeles se estarían realizando por encima del valor que surge de la oferta. Desde esta perspectiva, el mayor precio sería consecuencia de una expectativa de mejora de la oferta.
Desde el Gobierno, y también desde algunas consultoras privadas, se argumenta exactamente lo contrario. El precio más alto sería la manera de convencer a los minoristas para que se desprendan de sus papeles en vez de canjearlos. La apuesta de los compradores sería entrar ellos mismos al canje para esperar la rápida revaluación que experimentarían los papeles una vez que la salida del default se haya producido. La revaluación comenzaría a partir del 1 de abril próximo, cuando comiencen a emitirse los nuevos títulos. En este último caso, quienes ahora compran obtendrían una importante ganancia financiera de corto plazo. Las expectativas son fundadas. Se trata de fenómenos que ya ocurrieron en anteriores reestructuraciones, como las de Rusia y Ecuador. En otras palabras, no se trataría de una apuesta al fracaso de la operación sino a su éxito.
El último punto que aparece como favorable a la evolución del canje tiene que ver con el “contexto internacional”. La semana pasada se conoció que la economía estadounidense mostró señales de menor crecimiento en el cuarto trimestre, lo que permite prever un crecimiento muy lento de la tasa de referencia de la Reserva Federal.
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