Lun 14.02.2005

ECONOMíA

Llegan los italianos que dicen que sus bancos también fueron

Diputados italianos vienen para ver in situ la situación de la economía local. Impulsan una ley que corresponsabiliza a la banca de su país por los perjuicios provocados por el default.

› Por Claudio Scaletta

Un grupo de diputados italianos opositores al gobierno del premier Silvio Berlusconi llegará hoy al país para interiorizarse de la situación económica argentina y sus posibilidades reales de pago. La visita se produce en momentos en que desde la Cancillería argentina evalúan cómo recomponer las deterioradas relaciones con Italia tras el canje. Lejos de las declaraciones maximalistas de los lobbistas profesionales o del gobierno italiano, los legisladores representan a los partidos que en Italia proponen que bancos y gobierno se hagan corresponsables de los perjuicios ocasionados a los pequeños ahorristas por el default.
Si bien pertenecen a fuerzas ideológicamente en los antípodas, como la separatista Liga Nord (LN) y el partido Democrático de Izquierda (DS), la coalición en la que se reagruparon viejos militantes del celebre Partido Comunista Italiano junto a la izquierda de la Democracia Cristiana, los visitantes tienen en común haber presentado sendos proyectos de ley, finalmente unificados. Su objetivo es la creación de un fideicomiso para indemnizar a los ahorristas de su país por los perjuicios ocacionados por la adquisición de los “Tango Bond”.
Más allá de las responsabilidades argentinas en relación con la situación de su endeudamiento, en Italia el default produjo una pequeña conmoción. Se trata del país europeo que más deuda argentina tomó. De acuerdo con cifras estimadas, en esta plaza existen alrededor de 15.000 millones de dólares en poder de 350.000 ahorristas. Según fuentes del mercado italiano y local, esta distribución habría cambiado radicalmente en las últimas semanas. Los propios bancos habrían iniciado un fuerte proceso de recompra de los bonos que habían colocado entre una multitud de pequeños tenedores. El objetivo de la banca no sería sólo contrarrestar el riesgo de potenciales mayores pagos a raíz de una ley de corresponsabilidad, sino especular con la revalorización de los papeles tras el default.
Los visitantes italianos son Luigi Olivieri y Giorgio Benvenuto (DS) y Giovanni Didoné (LN). Como en su momento difundió la prensa italiana, el PDS fue uno de los primeros en advertir que desde mediados de 1999 los bancos no sólo colocaron la nueva deuda que Argentina emitía a toda costa para evitar el default, sino también la que tenían en cartera. De los 15 mil millones de dólares que existían en poder de italianos al momento del default, los bancos sólo tenían unos 750 millones, alrededor del 5 por ciento del total, el resto estaba mayoritariamente en propiedad de pequeños ahorristas. La Consob, la comisión de valores italiana, había advertido en su momento que la deuda argentina estaba destinada “a inversores sofisticados en condiciones de poder sostener el riesgo crediticio”. La gran pregunta fue cómo estos papeles habían llegado en grandes cantidades a ahorristas inexpertos en la adquisición de esta clase de títulos. La respuesta fue que a mediados de 1999 la banca italiana era titular del 80 por ciento de los títulos argentinos tomados por residentes italianos. Pero realizando una correcta evaluación del riesgo crediticio, los bancos comenzaron desde entonces a desprenderse de los papeles argentinos. La opción hubiese sido absolutamente legítima a no ser por un detalle: la explosiva cartera quedó en manos de sus clientes minoristas. Entre mediados de 1999 y el mismo diciembre de 2001, los bancos consiguieron transferir a sus ahorristas títulos de deuda argentina por alrededor de 12.000 millones de dólares.
Si se mira la historia italiana reciente en materia de affaires financieros, se encuentra la reproducción de un verdadero modus operandi de la banca peninsular. Los desfalcos de las alimenticias Cirio y Parmalat representan casos testigo. También se trata de situaciones en los que los bancos fueron capaces de colocar entre sus clientes papeles basura de un conglomerado de empresas técnicamente quebradas.
Sin embargo, el caso del default argentino tuvo una diferencia. Los afiliados a la Asociación Bancaria Italiana (ABI) capitalizaron la experiencia de Cirio y Parmalat y decidieron adelantarse a los hechos. El primer paso fue convocar al jubilado de la gerencia financiera del Banco de Roma, Nicola Stock, para que conduzca la Task Force Argentina. Paradójicamente, la función de la TFA sería proteger a los ahorristas de las consecuencias del incumplimiento argentino. De esta manera la ABI, en vez de sentarse a esperar la furia de los ahorristas, optó por pasar a la ofensiva cargando todas las culpas sobre el país deudor y diluyendo su responsabilidad en la inmensa transferencia de deuda a sus clientes.
Vale reconocer que en esta tarea la ABI no estuvo sola, contó con el inestimable apoyo del gobierno derechista de Silvio Berlusconi, quien no solo actuó en línea con los intereses de los banqueros a través de su representación en el FMI, sino que llevó la situación al límite durante los debates en el Parlamento. Sucede que el proyecto de ley que ya tiene media sanción del Senado no hace solo corresponsables a los bancos, sino también al Estado por no haber advertido, a través de sus organismos de control, como la Consob, la gigantesca operación de las entidades en desmedro de los clientes.
Fue durante el debate en la Cámara baja italiana que el ministro de Economía, Domenico Siniscalco, consideró que la propuesta argentina era “muy pobre y avara” y de “mala fe”. Un día antes, cuando las autoridades económicas argentinas presenten oficialmente en Buenos Aires la propuesta para regularizar el pago de la deuda, el ministro Roberto Lavagna había invitado al gobierno italiano a “hacer un ejercicio de introspección antes de hablar de mala fe”.
Que el gobierno argentino invite a los legisladores opositores a Berlusconi en la materia más delicada de la relación bilateral, no parece estar en línea con una recomposición de relaciones, salvo que dicha recomposición se esté pensando para el 2006, cuando el gobierno sea otro. Para los legisladores, en cambio, se trata de una buena oportunidad de mostrarse ante sus electorados como haciendo “todo lo que se puede hacer” para resolver los penurias de los bonistas. En el terreno práctico, parece menos probable que la experiencia in situ les brinde datos adicionales sobre lo que argentina realmente puede pagar. Las cuentas nacionales de la Argentina están en numerosas páginas de Internet.

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