ECONOMíA
› POR QUE EE.UU. QUIERE EL MONITOREO DEL FMI PARA LA ARGENTINA
“Roban el dinero o lo hacen humo”
Los principales funcionarios de los Estados Unidos dijeron que la Argentina desperdicia la ayuda, y que para evitarlo está el Fondo Monetario. El presidente brasileño declaró que los organismos financieros “se lavan las manos con la Argentina”.
› Por Martín Granovsky
Frase de un personaje: “El presidente de los Estados Unidos no va a dar dinero a los países que lo desperdician, lo roban o lo hacen humo”. Remedio ofrecido por el mismo personaje: “Instamos al gobierno argentino a que trabaje con el FMI para crear un programa de desarrollo económico sostenible”. Crítica de otro personaje: “Los organismos de crédito se están lavando las manos con la Argentina”.
Las dos primeras declaraciones corresponden a nada menos que Otto Reich, el subsecretario de Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado norteamericano, o sea el responsable del área, durante una maratón de discursos sobre América latina desplegada ayer en Washington con el auspicio del Consejo de las Américas, que curiosamente preside el lobbista contratado por la Argentina Alan Stoga. La tercera frase no es del Partido Obrero sino de Fernando Henrique Cardoso, presidente de Brasil.
Quien inauguró la maratón en el Departamento de Estado, la cancillería de los Estados Unidos, fue su jefe Colin Powell, quien dijo que la región está peor que hace un año. “Nuestra aliada y amiga la Argentina está en medio de una crisis política y económica profunda”, afirmó, y prometió ayudar a la Argentina “a trabajar en la solución para los problemas”. La forma está clara: “Trabajando a través del FMI y otras instituciones financieras internacionales, mantenemos nuestro compromiso de apoyar asistencia financiera adicional para ayudar a estabilizar la economía argentina y colocarla en el largo camino del desarrollo sostenible”.
Powell comentó una encuesta según la cual en 16 de 17 países el apoyo a la democracia es menor que antes y se preguntó “cuán buena es la democracia si su vida no mejora”. ¿Cómo mejora? Dijo que la clave del despegue económico de América latina es “libre comercio y economías abiertas”, “buen gobierno (eufemismo por ausencia de corrupción) y reforma económica”. Lo mejor de la región, dijo Powell, es el trío formado por México, Chile y El Salvador, que combinaron reforma institucional, gobierno responsable y economía abierta. También Uruguay, “una isla de estabilidad en un mar de incertidumbre política y económica”, un país donde “la corrupción es un delito, no una forma aceptable de hacer negocios”, y que gracias a eso se salvó de los shocks que jaquearon a países y sociedades más frágiles.
Sobre Colombia, “la ayudaremos a defender su democracia contra la amenaza de las drogas y los terroristas”.
Sobre Venezuela, su régimen está pasando por un test, el de la solución de sus problemas “de un modo democrático y constitucional”.
Y está Cuba, que “no puede seguir siendo la única excepción en la marcha del hemisferio hacia la democracia y la libertad”. Por eso Bush dijo tantas veces que “nuestro objetivo es promover una transición rápida y pacífica hacia la democracia en Cuba”.
Hasta el hombre más clandestino de los Estados Unidos, el vicepresidente Richard Cheney, apareció en la conferencia para decir que “todos estamos pendientes de la Argentina, y listos para ayudar”, aunque habría que evitar “respuestas de corto plazo, proteccionistas, que agraven los problemas”.
Donald Evans, secretario de Comercio, despejó toda duda sobre un desembolso fuerte cuando dijo que “el presidente (George W. Bush) tiene la intención de centrar la asistencia en los países que tienen buen gobierno y buenas políticas económicas que permitan desarrollar un buen ambiente para la inversión”. Y agregó: “Vamos a redoblar nuestros esfuerzos para combatir la corrupción porque es una amenaza para la democracia, la estabilidad política y el crecimiento”.
No habrá ayuda norteamericana, según Evans, en países con “corrupción, falta de estado de derecho, sin política de privatizaciones y donde el capital no quiera invertir”. En ese equipo desentonó el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias, cuando dijo que “falta apoyo internacional, un acuerdo con el FMI, hace falta que el ritmo se acelere” para lo que definió como “una crisis financiera” en la que “hace falta que el sistema bancario salga a flote”. Según Iglesias “todo va en la dirección cierta”. Para que la dirección no se tuerza, el subsecretario del Tesoro, Peter Fischer, que depende de Paul O’Neill, dijo que no solo los Estados Unidos sino todos los integrantes del G-8, los ocho países más desarrollados del mundo, coinciden con un plan que está escribiendo la número dos del Fondo Monetario, Anne Krueger. Fischer dijo que el plan “buscará instalar en la Argentina un mercado libre”. No dio más detalles del supuesto programa, pero puede conjeturarse que serán similares a los que provocaron esta situación, descripta así ayer por la Cepal, la Comisión Económica para América latina:
u La flexibilización laboral exigida por la globalización llevó a “la creación de empleos de mala calidad, que se refleja en la creciente expansión de la informalidad, el aumento de los empleos temporales y el alza de la proporción de trabajadores sin contrato de trabajo”.
u Además del 44 por ciento de personas por debajo de la línea de pobreza, entre el 25 y el 30 por ciento corre el riesgo de ingresar en esa franja.
u Salvo Chile y República Dominicana, la economía latinoamericana creció a un promedio del 2,7 por ciento anual entre 1990 y 2001, cuando entre 1954 y 1980 lo hizo a un 5,5 por ciento.
u Las exportaciones crecieron en los ‘90 un 8,5 por ciento anual promedio en volumen y un 9,2 en valor. Pero las importaciones subieron más: 12 por ciento en volumen y 11,9 en valor.
“Los problemas sociales de la región se han vuelto más evidentes ante las demandas crecientes de competitividad, características de la actual fase de globalización y los nuevos riesgos derivados de la inestabilidad macroeconómica y la reestructuración productiva”, dice el estudio, que no fue citado en la maratón de ayer.
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