ECONOMíA
› ENCUESTA A BANQUEROS SOBRE SU POLITICA DE CREDITOS
Las pymes, queridas y temidas
› Por Cledis Candelaresi
El problema no es nuevo y dista mucho de ser un mal argentino. Desde México hacia el sur, 111 banqueros señalaron que el principal problema para prestarles a las pequeñas y medianas empresas es su elevada informalidad, en algunos casos extremos, expresada hasta en las dificultades para identificar con precisión a su dueño. Este, para peor, en un tercio de los casos tiene “historial negativo”. Los datos surgen de una encuesta realizada en todo el continente por la consultora D’Alessio Irol por encargo de la Federación Latinoamericana de Bancos y el BID, interesados ambos en encontrar algún atajo para capturar a esos clientes, problemáticos pero atractivos.
El tema de las pymes no es ajeno a ninguna de las plataformas electorales de cualquier mandatario latinoamericano. Sin embargo, a la hora de instrumentar políticas financieras para apuntalarlas surgen nítidas las restricciones. Algunas, originadas en las débiles organizaciones de esas empresas, otras, en la falta de voluntad real de los bancos para solucionar ese problema aunque proclamen la intención de hacerlo.
El 65 por ciento de los banqueros públicos y privados incluidos en el relevamiento de la Feleban señalaron los siguientes escollos como los más importantes a la hora de otorgar un préstamo a una pyme: falta de disponibilidad de las información (balances), el 65 por ciento; falta de garantías sólidas, el 63 por ciento; ingresos por economía informal, el 41 por ciento; “historial negativo del cliente”, el 35 por ciento.
El problema es que más de la mitad de los banqueros respondieron que en su país la situación de las pymes será “mejor” en los dos próximos años, lo que las hace un objetivo codiciado a la hora de otorgar préstamos, por ahora limitados en todo el continente a líneas de corto plazo y para capital de trabajo. Argentina es un ejemplo nítido de este cuadro pintado por los financistas: el principal mecanismo de financiación de las empresas chicas es el descuento de cheques o facturas emitidas por las grandes empresas a las que les proveen. Si se trata del mediano plazo, la clave son los fondos de garantías o los subsidios estatales directos a las tasas para mantenerlas en un dígito.
Los bancos latinoamericanos se confiesan deseosos de conquistar a las pymes, interlocutoras más endebles a la hora de discutir comisiones. Lo contradictorio es que, al mismo tiempo, sólo cuatro de cada diez consultados aseguran tener un área especializada en la atención de este tipo de cliente en todas las sucursales. Aquel anhelo también se da de bruces con la poca disposición a “cofinanciar” con el BID un programa de capacitación de su propio personal para que oficiales entrenados puedan ayudar a las pymes a blanquear su contabilidad y calificarlas luego positivamente: apenas el 25 por ciento de los consultados se reconoció dispuesto a poner dinero para este fin.
“Durante la convertibilidad muchas pymes no tenían rentabilidad. Pero pienso en un productor de pollos o de textiles que entonces no era sujeto de crédito y hoy es perfectamente viable”, explica el titular del Credicoop, Carlos Heller, para quien esta entidad es una especie de caso testigo de que vale la pena apostar a “José, que fabrica camisas” –por citar un ejemplo arbitrario–, aunque no tenga todos sus papeles en orden. El Banco Central argentino flexibilizó las condiciones para prestar a las pymes que, por ejemplo, ahora están eximidas de presentar sus tres últimos balances. Pero la ineludible condición que permanece en pie es la de estar al día con sus obligaciones tributarias y previsionales, única obligación que el camisero ejemplificado por Heller no podría omitir y que sirve para estimular el blanqueo.
Los bancos argentinos están líquidos y necesitan canalizar fondos. El actual volumen del crédito llega hoy al 9 por ciento del PBI, cuando el nivel histórico promedia el 20. Hacer la vista gorda a algunas debilidades sirve. Pero como bien sabe la banca, tiene sus riesgos.