ECONOMíA
ESSO bajó las naftas para intentar recuperar mercado
La petrolera estadounidense se alineó con el resto del mercado, luego de que Shell bajara también sus precios. Tras el boicot, ahora cada empresa busca acomodar su participación en el mercado.
› Por Cledis Candelaresi
Después de haber rebajado la semana pasada el precio del gasoil, ESSO retrotrajo desde ayer los precios de las naftas a los valores vigentes al 12 de marzo, aplicando para ello recortes que oscilan entre el 2,1 y 2,9 por ciento, según el octanaje. A priori, podría pensarse que la decisión de la petrolera es una respuesta al boicot promovido por el Presidente hacia las compañías que aplicaron aumentos, comenzando por la otra refinadora, Shell. Sin embargo, sobran indicios de que la firma estadounidense necesita recuperar una posición en el mercado que viene degradándose desde bastante antes de que Néstor Kirchner incitara a los consumidores a discriminar a las cadenas más caras.
Según los nuevos valores vigentes, la nafta Energy 3000, de 86 octanos pasa de 1,739 pesos a 1,699 (-2,3 por ciento); la Energy 5000, 96 octanos baja de 1,929 a 1,889 (-2,1 por ciento) y la Energy 8000, de 98 octanos de 2,059 a 1,999, (-2,9 por ciento). En la segunda semana de marzo, la empresa había ajustado los precios de todos los combustibles, secundando a Shell, que hizo punta con esta decisión.
El martes pasado ESSO dio marcha atrás con las subas en el gasoil –para poder importarlo con ventaja impositivas– y, cuarenta y ocho horas después, la refinadora angloholandesa hizo lo propio con las naftas, explicando que intentaba con ello atenuar el negativo impacto que había tenido sobre su red el boicot.
Pero tanto en un caso como en el otro, la verdadera razón escapa a una cuestión de estricta coyuntura. Por el contrario, ambas compañías vienen perdiendo paulatinamente participación en el mercado, tal como demuestran las estadísticas de ventas elaboradas por el Instituto Argentino de la Energía en base a datos oficiales. El derrape más notorio lo tuvo Shell en el gasoil, pasando del 17,6 por ciento del mercado en el año 2002 al 14,6 en el actual. También perdió importancia relativa como comercializadora de naftas, cediendo cerca de dos puntos en ese lapso.
En la serie de los tres últimos años, ESSO tuvo una mejora relativa en gasoil, aunque esta tendencia que se revirtió dramáticamente en el último año (ver cuadro), cayendo como con las naftas. Para colmo de males, y a diferencia de las otras empresas, participa sólo de modo muy marginal en el mercado de la exportación, un excelente atajo para aumentar la renta a pesar de las retenciones. Valga de ejemplo que de los 357 millones de dólares de ventas de nafta común al exterior que hicieron el conjunto de refinadoras durante el año pasado, ESSO apenas aportó 4,6.
A esta situación se sumó un dato objetivo muy relevante: en los últimos movimientos de precios se quebró el cartel de las petroleras, que habitualmente aumentan en bloque, con escasa diferencia de horas, conservando precios homogéneos y una estable participación en el mercado. Pero como en esta ocasión las subas de Shell y ESSO no fueron acompañadas por Repsol y Petrobras (que juntas ostentan más del 60 por ciento del mercado), las compañías que sí encarecieron sus combustibles corrían el riesgo hacia futuro de reducir aún más su porción en la torta. Algo que ninguna de las dos se puede permitir. ESSO, porque ya tiene una porción bastante magra. Shell, porque ha invertido lo suficiente en el posicionamiento de su marca como para defender la tajada que consiguió.
Su condición de firmas no integradas (refinan, pero no producen) no las deja en el lugar más cómodo para defender su negocio, condicionado por el precio al que le proveen crudo las productoras y competidoras en el downstream: Petrobras y Repsol YPF. Aunque este precio está atenuado por la aplicación de retenciones, la base para fijarlo es el valor del barril en el mercado internacional, que hoy supera cómodo los 50 dólares. Casi el triple de los 18 dólares que costaba hacia el final de la convertibilidad, Con la salida del 1 a 1, el precio de la nafta se duplicó y, desde entonces, mantuvo oscilaciones relativamente tenues y siempre consensuadas. El último aumento en bloque aplicado en un mercadoclaramente oligopólico fue en agosto pasado. Pero esta vez, Repsol y Petrobras quebraron el frente al no imitar a las refinadoras, supuestamente, porque están más comprometidas en otros negocios del área energética, como el transporte de gas, amén que les sobran espaldas para aguantar valores en surtidor porque el costo real del barril para ellas promedia con suerte los 8 dólares, muy lejos de los 32 promedio a que se lo venden a las refinadoras.
La incógnita que subsiste ahora es qué hará Shell con el precio del gasoil que subió y, según declaró la semana pasada, no tiene previsto bajar. En gran medida porque no tiene una demanda que justifique el esfuerzo de importar, aunque sea con el alivio de la rebaja impositiva que ofrece el Gobierno.