ECONOMíA
› MENSAJE DEL MINISTRO DE QUE NO REABRIRA EL CANJE, POR AHORA
Abrir la puertita del Señor Lavagna
En respuesta a las presiones del Grupo de los Siete y, por extensión, del FMI, Roberto Lavagna ratificó que no tiene pensado convocar en estos momentos a los que quedaron afuera. Pero, luego aclaró, “en su debido momento, habrá que ver qué se hace” con esos bonistas.
“Hoy por hoy no hay nada”, enfatizó Roberto Lavagna para descartar una eventual negociación con los acreedores que no entraron al canje de deuda para arreglar su situación. La desmentida, sin embargo, perdió fuerza cuando momentos después dijo que “en su debido momento, habrá que ver qué se hace” con esos bonistas. El ministro de Economía habló ayer desde Japón, adonde participó de la asamblea anual del BID y, como es su costumbre, intercaló frases que pueden leerse de manera opuesta unas de otras. Suele apelar a ese recurso cuando enfrenta encrucijadas como la que le toca resolver ahora: para acordar con el FMI, la Argentina debe hacerles una oferta a los acreedores que rechazaron la reestructuración, pero el Gobierno –Lavagna incluido– negó categóricamente esa posibilidad. La salida sería no transigir ahora, pero abrir una puerta para buscar un acuerdo más adelante.
“Al día de hoy, estamos manteniendo (con el FMI) una conversación seria, intercambiando puntos de vista, aclarando algunos asuntos de un lado y del otro”, indicó el jefe del Palacio de Hacienda, quien anteayer se reunió con el director para el Hemisferio Occidental del Fondo, Anoop Singh. El principal punto de conflicto en la negociación con el organismo es qué se hará con los acreedores que retuvieron bonos en default. El director gerente, Rodrigo Rato, expresó con claridad la semana pasada que no habrá acuerdo con la Argentina si el país insiste en no buscar una solución “de buena fe” para ese tramo de la deuda.
Consultado sobre esta situación, Lavagna señaló en declaraciones radiales que “las normas (que guiaron la realización del canje) impiden la reapertura: hay pasivos eventuales que se quedaron afuera por su propia decisión”. Hasta ahí, es lo mismo que el ministro y demás funcionarios de su equipo manifestaron reiteradamente desde que se anunció que el 76,15 por ciento de la deuda en default había sido reestructurada. La novedad es lo siguiente que sostuvo Lavagna: “Esos pasivos eventuales, en su debido momento, y dentro de las normas, habrá que ver que se hace con ellos. Pero hoy por hoy, no hay absolutamente nada”.
Luego afirmó que el “objetivo central” del Gobierno es “atender el 86 por ciento de la deuda que está en condiciones absolutamente normales”. “El resto, el 14 por ciento, son pasivos eventuales. Lo que ocurrirá con ellos se verá en su debido momento, como señalé cuando iniciamos el canje. Algunos elegirán la vía legal, otros intentarán algún tipo de negociación, todo eso quedará en el futuro y sin ningún compromiso de nuestra parte”, concluyó.
Lo cierto es que el jefe de Economía mencionó por primera vez la posibilidad de sentarse a discutir con los acreedores díscolos. Y eso marca un cambio sustancial en el discurso del Gobierno. De todos modos, la exigencia del FMI y del Tesoro de Estados Unidos es un compromiso mucho más explícito de que se negociará con ellos. Lavagna no dio ese paso, al menos públicamente.
Respecto de la relación con el Fondo y su pedido de adoptar una política “realista”, el ministro aseguró que “no hay nada más realista que la estrategia que hemos seguido hasta ahora”. “Esa estrategia realista es con la que estamos contestando y esperamos que no haya para la Argentina situaciones diferentes de las que se aplicaron a otras reestructuraciones”, advirtió. Lavagna se refería a los acuerdos firmados por el organismo con Brasil, Rusia, Turquía y Uruguay luego de cerrar sus reestructuraciones de deuda. Si con la Argentina fuera diferente, “podría ser interpretado como una discriminación” por parte del FMI, insistió.
Por otra parte, el ministro comentó su cruce con el ministro de Finanzas japonés, Sadakazu Tanigaki, quien dijo que la Argentina no había negociado de buena fe en el canje porque no había consultado a los acreedores. Lavagna explicó que se vio obligado a responderle en forma “firme y terminante”. “Sí señor, le contesté con absoluta claridad y dureza que cuando se habla de buena fe hay que empezar por mirar en su propia casa, que los bancos japoneses, igual que los bancos italianos, habían actuado con mala fe colocando en inversores minoristas lo que claramente se había definido que eran bonos para inversores sofisticados, inversores institucionales”, completó Lavagna.