Ya no será posible reducir a la mitad la extrema pobreza en el mundo para 2015, advirtieron ayer en un informe conjunto el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Pero no se refieren a las consecuencias de las políticas recomendadas por esas mismas organizaciones, que han generado durante décadas concentración de la riqueza, marginación social y desempleo. Las mencionadas organizaciones financieras impulsan un aumento de la ayuda de los países ricos a los más pobres, la cual si se duplicara haría factible alcanzar la meta, postulan.
El objetivo de reducción de la pobreza a la mitad había sido planteado por la ONU en el 2000 como una de las grandes Metas de Desarrollo del Milenio. “Por detrás de las frías donaciones del programa, hay hombres y mujeres de carne y hueso, y la ausencia de progreso tiene consecuencias trágicas”, se conmueve Zia Qureshi, uno de los autores del informe. “Cada semana, 200.000 niños de menos de 5 años mueren de enfermedades y 10.000 mujeres mueren en partos.” Las otras metas del programa están referidas a educación, salud, igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, protección del medio ambiente y creación de iniciativas mundiales de coparticipación para el desarrollo.
Lo significativo es que el propio informe del BM y el FMI señala, como los que más logros han obtenido en superar la extrema pobreza, a dos países que no reciben la “ayuda” de las recetas de esas instituciones: China y Vietnam. En este último, destaca el informe, la extrema pobreza cayó del 51 por ciento en 1999 a 14 por ciento en 2002. Asimismo, califica de “espectaculares” los resultados obtenidos en China, donde entre 1981 y 2001 la pobreza cayó del 40 al 21 por ciento de la población.
Sin reparar en la diferencia de políticas entre estos países y los que siguen las recetas del FMI, el informe conjunto insiste en la vía asistencialista como solución. Y defiende el criterio de que si se logra que las mayores naciones del mundo dupliquen la ayuda, la meta para 2015 aún es alcanzable.